Esto es una equivocación, y los muros más

Si cayó el muro de Berlín, con todo lo que había detrás, imagino que el muro de Pedro Sánchez será más enclenque que el de Ceuta


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid (23/NOV/2023). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

Esto es una equivocación, y los muros más

Se lo dijo Núñez Feijóo a Pedro Sánchez en el Parlamento en el momento de felicitarle por haber asaltado de nuevo La Moncloa para aposentarse en el sillón que allí se conserva para uso del presidente del Gobierno. No creo que le felicitara con parabienes. No se le oyó. Ni pienso que llevaba intención. Simplemente le dijo «esto es una equivocación».

Es lo mismo que más o menos pensaban en ese momento millones de españoles que no ven con claridad los manejos que Pedro tiene entre manos ni por dónde ha de salir para llegar a alguna solución definitiva y tranquila para el desarrollo de la nación española.

Si a ese mal agüero se le agrega la proposición de levantar un muro de cemento para apartar a más del 50% de la población española por ser fascistas o de extrema derecha, la cosa se pone más fea pues, esos emparedados no están por la labor y se han enfadado saliendo multitudinariamente a la calle a decir a Sánchez que ya están hartos, que no aguantan un pelo, y que harán lo necesario para ponerlo en la calle, esa calle que no le es nada favorable, pues desde hace algún tiempo, no frecuenta porque lo corren a chorradas.

Y no son pocos los que, opinando de una u otra forma, los apoyan; formas que no le son favorable, desde la prensa, desde la tele, desde los muchos mentideros que andan repartidos por toda España, desde cualquier conversación de gente documentada y de otros que no lo son tanto pero que saben cómo quieren vivir en la tranquilidad. Eduardo García Serrano, en Periodista Digital, lo describe de la siguiente forma:

La vida política y personal de Pedro Sánchez va a ser un infierno. Este traidor no va a poder poner un pie fuera del coche oficial, porque en el momento en el que se vea rodeado de pueblo y de gente, va a oír lo que se le dice todas las noches en Ferraz. Legítimamente la gente le va a bloquear, a acosar, a abuchear y a decir de todo. Porque nosotros sí pagamos a traidores, le pagamos el sueldo a este canalla, pero los que le pagamos la nómina le escupimos en los zapatos y en la cara cada vez que pone un pie en la calle, y se lo tiene merecido.

Cuando sus cómplices vean que les da demasiado poco le van a traicionar y quedará vendido. Los enemigos interiores de España son peores que los exteriores, y no va a tener un minuto de tranquilidad y eso es lo que le espera a partir de mañana.

Esta sí que es una buena profecía. Y a saber las que sueltan las meigas de Galicia o las brujas de Zugarramundi, que, como dicen los gallegos, haberlas las hay.

Si cayó el muro de Berlín, con todo lo que había detrás, imagino que el muro de Pedro Sánchez será más enclenque que el de Ceuta, el que, a pesar de las medidas de Marlaska –quien tampoco ha resultado un lumbreras en sus decisiones, pero sí un enemigo de las fuerzas armadas–, cuando Mohamed dice que suelten a los africanos que esperan el momento de pasar a España, no soporta un empujón y se las ven canutas la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Además, están un tanto encocorados los jueces, los abogados, los empresarios, los médicos, los trabajadores autónomos, los currantes de muchas especies, y casi todas las profesiones que componen la vida activa del país. Y estos se van a manifestar desde su profesión. Los jueces y abogados valorando sus decretos y proyectos de ley, los comerciantes cerrando sus negocios si no pueden soportar los impuestos y la carencia de compradores, los empresarios otro tanto de lo mismo y, a pesar suyo, emigrando a otro país si no ven otra salida, y así una retahíla de gente que, además, saldrá a la calle reclamando un cambio radical.

Pedro Sánchez se ha equivocado. Si en vez de ser un ambicioso del carajo hubiera aprovechado su vena de listillo, habría recogido los papeles y ser él quien emigrara a tomar el sol, junto con Begoña, a un país pequeño y tranquilo, donde quizá, pasando poco tiempo, se podía haber hecho el amo. Y Begoña, dados sus saberes y títulos, sin duda habría encajado en la universidad del lugar como una lumbrera.




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