El hombre malo

10/MAR.- Este titular quiere resumir la opinión que los mayores tenemos en relación con quienes demuestran sus inclinaciones hacia los demás con poca generosidad...

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 593, de 2 de marzo de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

Este titular parece idóneo para reprender una mamá a su niño cuando este tiene alguna querencia respecto a alguien que a la mamá no le parece demasiado adecuado. Pero no, quiere resumir la opinión que los mayores tenemos en relación con quienes, afeitándose desde hace tiempo, demuestran sus inclinaciones hacia los demás con poca generosidad, con excesiva contundencia, con escaso respeto hacia sus congéneres, saltándose a la torera o de cualquier otra forma todas las normas que han de reinar entre la jartá de gente que compone la población de un rinconcillo del globo o la totalidad del mundo.

Sin duda hay hombres buenos (en este caso, al hablar de hombres, me refiero a seres de ambos sexos) que todos conocemos porque vivimos entre ellos, que se sacrifican para que los demás gocemos lo más posible de la vida, que siguen los principios del bien de los que fuimos dotados al nacer, que gobiernan países situándolos en la órbita de lo sobresaliente. No cabe duda, afortunadamente, hemos de reconocer que dentro de los millones de seres humanos que convivimos en la Tierra, la mayoría ha de ser considerada como hombres buenos.

Pero no son pocos los que salen con el rabo torcido, como les pasa a algunos perros, y a medida que crecen van demostrando sus malos modos, sus inclinaciones perniciosas, sus tendencias con el rencor hacia los demás, muestran sus maneras egoístas dentro de la sociedad, solo tienen amigos para utilizarlos en su bien personal, sus ideas nunca van en favor de la comunidad; en resumen viven solo para ellos mismos, no temen causar daño a los demás, engañan a la masa cuando se hacen líderes o simplemente tienen oportunidad para ello, y pisan a quien sea para hacer una realidad sus deseos por pérfidos que estos sean.

En una buena medida lo estamos notando en nuestras espaldas. Los gobernantes que padecemos están demostrando que no son la crème de la crème, o la flor de la nata para ajustarlo a nuestro idioma, pues no hay nada más que mirar a cómo han llevado la pandemia del covisd-19; en qué situación tenemos la economía con una deuda estremecedora; el fracaso de la enseñanza, salvo los cerebros privilegiados que trabajan por su cuenta y luego se nos van al extranjero; el desbarajuste en la sanidad según manifiestan quienes están dentro de ella; la desorganización de la Administración pública; el exceso de enchufados por todos los organismos oficiales, que no dan golpe pero influyen considerablemente en las decisiones; el continuo atentar contra las normas del Estado por parte de los mismos gobernantes con el fin de sacar a flote sus pretensiones ideológicas o personales;... Son los menos, pero no cabe duda que se han hecho amos del poder, y quienes ocupan los mandos de la nación actúan como malas artes, con mañas obtusas, en busca de fines que no benefician a la comunidad.

Puestos a valorar a unos y otros no es que alcancen la capacidad de mal que debe encerrarse en la mente de Putin, el jerarca de Rusia, que ha desencadenado una guerra incomprensible, que está actuando sin piedad, que no le importa masacrar a la pacífica gente de Ucrania, que asusta al resto de los países del mundo a utilizar armamento nuclear si llega el momento que él considere perjudicial para sus deseos.

Nuestros gobernantes son mequetrefes comparados con Putin, pero intentan ser de la misma cuerda, razón por la cual hay que limpiar el país de tales elementos perjudiciales antes de que sigan creciendo y se multipliquen como las hormigas procesionarias. Y si tanto ucranianos como rusos tienen la necesidad de eliminar a tal individuo para el bien de sus respectivos países y para el bien de la humanidad, no menos lo tiene España para serenar sus modos, volver a la vida tranquila, trabajar sosegada pero constantemente para de nuevo crecer y situarse en un buen puesto del ranking mundial.

Como seguimos emperrados en recuperar nuestras tradiciones con el fin de continuar con ellas, actualizándolas, pues en ningún momento somos retrógrados, sino que, como el más adelantado, queremos ponernos a la cabeza del progreso, presentamos hoy un botijo en el que las manos del alfarero ha procurado nuevas medidas, y el artista que lo ha decorado se ha limitado dotarlo de unas figuras geométricas que lo hacen elegante dentro de la modernidad.




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