Desmemoria y/o olvidos y mala fe

Nos referimos a esto de la historia y la memoria porque quizá hay unos cuantos que han perdido la memoria o no la tienen de lo que hicieron sus ancestros...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 748 (5/MAY/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

Desmemoria y/o olvidos y mala fe

En estos tiempos, en los que constantemente se ensañan los políticos en el podio en traer a colación la memoria, hay que espabilar bastante para no dejarse convencer y, con la mejor voluntad, hacer todos los esfuerzos posible para «traer toda la memoria», y no solo los pingajos que interesan a los malintencionados. Porque dado la falta de documentación en la mente de la masa ciudadana, y notablemente falsa cuando tiene alguna, debido, sin duda, a la escasa o mala educación que se imparte actualmente en los centros españoles, pues los mozos salen de los lugares de aprendizaje un tanto dando cornadas porque no han aprendido todo lo que deberían saber con el fin lógico de que pudieran desenvolverse en el ambiente social.

Si te dicen que la historia empieza el día que nació Pedro Sánchez, por poner un ejemplo, evidentemente de todo lo anterior no tendrás ni pajolera idea. Si alguien un poco más preparado te habla de los godos, de los fenicios, de los chicos de la era cuaternaria, del dos de mayo madrileño cuando los gabachos se las vieron con los castizos en Puerta Cerrada, no sabrá de qué le están hablando. Por lo tanto no nos podemos extrañar de que estos chavales, como los llama Pedro, desconozcan los acontecimientos de 1931, de 1934, 1936, del 18 de julio y del primero de octubre; ni de lo que vino después hasta ese día glorioso del nacimiento de Pedro I –aunque ¡cuidado! Que ya hubo un Pedro I de Castilla que recibió el título de «el cruel»–.

Nos referimos a esto de la historia y la memoria porque quizá hay unos cuantos que han perdido la memoria o no la tienen de lo que hicieron sus ancestros. Es decir, que están empeñados en que saquen sus restos de donde estén –lo que no deja de ser una barbaridad pues seguro que se encontrarán muy tranquilos en el lugar en el que perdieron su vida– sin antes haber visto la ficha de por qué murieron cuando les tocó. Porque aparte de los que cayeron en combate, –que Dios los tendrá en su gloria cualquiera fuera el lado en el que terminaron su vida–, muchos que son reclamados por sus nietos/as fueron fusilados por haber sido juzgados de los asesinatos que cometieron en su pueblo, donde se cebaron con el panadero, el cura, el cabo de la Guardia Civil, el electricista que no los había enchufado bien la luz, la señora que iba a misa, etc... De esta parte de la memoria histórica nadie se acuerda, y habría que tenerlo todo en consideración, porque la historia de cada uno es la que va desde que su madre los echa a la vida hasta que ésta termina por las razones que sea, y no antes o en el momento más agradable del individuo/a.

Yo pediría que cuando algún familiar reclame los restos de uno que perdió la vida de forma no normal –o normal inclusive–, junto aporte el certificado de «buena conducta», como cuando vas a hacer oposiciones en algunos casos. Y si sacas los restos y los llevan a otro lugar para dejarlos igualmente en la tierra, en el periódico del lugar conste que «ayer se enterró en tal sitio a Fulanito de Tal, que fue fusilado el año 19... porque en su pueblo se hartó de matar a todo el que iba a misa, tenía unas perras o lo tenía entre ojo y ojo» caso de que dejó de estar en entre nosotros por este motivo. Digo yo, que esto es tan memoria histórica como la de los otros a los que se despelleja porque siguen sin ser de su bando, cosa difícil dado que perdieron la vida hace tiempo.

Claro que lo mejor sería que cada uno se quedara donde está. Donde le enterraron al perder la vida por la razón que fuera. Y todos reciban las mismas oraciones allá donde se hallen, todos encuentren los mismos recuerdos hicieran lo que hiciesen pues ya han sido juzgados por Dios, todos perpetúen sus vidas en el más allá y, tras limpiar su expediente por haber purgado ya los males cometidos, tras pedir perdón, estén jugando una partida de mus en el más allá con quienes en otro tiempo mataron injustamente...




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