Se lo tiene merecido. Quizá piensa Pedro Sánchez que por ahí va a hacer las mismas capeas que día sí y día también viene realizando en España aprovechando cualquier evento que exista o se monte, la plaza que controle, o los pardillos a los que junta para decirles siempre lo mismo, prometerles el cielo además de la tierra, soltar sus mentiras y, entre aplausos generosos, confundirlos para que de esa forma sean incapaces de aclarar el cotarro en el que está metido.

Pero, por lo que vamos viendo, cada vez son menos los que se someten al engaño, la oposición se hace más amplia, incluso los suyos –entre los que hay que contar a los que compra con dádivas generosas en dinero o en especie muy variada– no se fían un pelo de él, y le torean, se le plantan, no le hacen caso y le chantajean para seguir manteniendo el estatus.

Y aunque él y sus adláteres hagan cantos clamorosos de que en Europa y casi el mundo entero está calificado como el lumbreras más importante que existe de la política, la verdad es que, por educación, le atienden, hablan con él, lo reciben y se hacen las fotos, aunque los hay que, como Mohamed VI, le sueltan una pedorreta en cualquier momento.

Porque aquellos a los que importa una higa, que lo tienen por un saltimbanqui, lo respetan todo lo más con un simulacro, y le hacen jugadas como la que ahora protagoniza Mohamed VI, entre otras cosas, probablemente, porque el susodicho, prefiere estar en París pasándolo pipa en lugar de andarse con charangas haciendo caso de los sueños que le cuente el presidente del Gobierno de España.

Cabe pensar que la reunión de alto nivel entre Marruecos y España la montó Pedro Sánchez con forces, y ahora vemos, con toda claridad, que lo deja colgado. Se reunirán ministros de aquí y del país magrebí, charlarán animadamente, cada cual soltaráa lo que se le ocurra, y terminarán con las declaraciones de Pedro que serán su interpretación de la reunión, nada parecida a lo que haya ocurrido en la realidad.

Y Mohamed VI lo habrá despachado con un capotazo de profesional que hace su santa voluntad porque no hay quien le pare los pies. Mientras, él, Mohamed VI, estará bien acompañado tomándose un pimm's inglés o un armagnac o cognac francés.

Pero nuestros representantes regresarán de Rabat plenos de euforia por los acuerdos conseguidos que, de existir, siempre serán a favor de Marruecos.

A saber lo que habrá que hacer con Marruecos cuando Pedro desaparezca del Gobierno.

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