La Federación de Asociaciones para la Memoria Histórica (o democrática) se ha dirigido al gobierno regional de Murcia solicitando la eliminación de ”vestigios del franquismo” presentes en calles, colegios y monumentos.

Naturalmente se presupone que entre esos vestigios no se incluyen las miles de viviendas sociales construidas, ni los grandes hospitales de la Seguridad Social, ni el trasvase del Taibilla, ni el del Tajo, ni las grandes empresas del Valle de Escombreras… Se trata, al parecer de denominaciones, de placas. Pero, entre ellas, hay una que rechazo de plano.

Y es que en la fachada de la catedral de la diócesis, sita en la ciudad de Murcia, hay un grabado en la piedra que proclama José Antonio Primo de Rivera, Presente. Y es preciso puntualizar que José Antonio no tiene nada que ver con el franquismo, aunque éste, tras su fusilamiento, se apropiara de parte de su doctrina y de sus símbolos, lo mismo hizo con ideologías católicas y conservadoras.

El 18 de julio de 1936, el día inicial de la guerra civil, José Antonio estaba preso en la cárcel Modelo de Madrid desde el mes de marzo, acusado de tenencia de armas. No participó, por tanto, en aquella guerra “incivil”. Y, trasladado posteriormente a Alicante, fue inicuamente fusilado el 20N de ese mismo año.

José Antonio no fue protagonista sino una víctima más -como cientos de miles de españoles- de aquella guerra fratricida. Apenas habló alguna vez con Franco, pero ha sido -y es- arquetipo y ejemplo para varias generaciones de españoles. Sus restos mortales, ¡ochenta y siete años después!, han sido removidos por quinta vez.

¡Dejad la piedra y su recuerdo en paz!

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