La amnistía de Dios.

La amnistía más grande que el mundo conoce –para los creyentes cristianos– es la que se nos ha otorgado en el momento de recibir el Bautismo.

​Publicado en Gaceta de la Fund. José Antonio (FJA), de marzo de 2024. Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

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La amnistía de Dios.

La polémica vigente sobre la inminente ley de amnistía, preparada para su aplicación a los procesados por el golpe de Estado en Cataluña, nos lleva a recordar la amnistía más grande que el mundo conoce, que no es otra –para los creyentes cristianos– que la que se nos ha otorgado en el momento de recibir el Bautismo. En ese instante, el pecado original cometido por nuestros primeros padres Adán y Eva, que se transmite a toda la humanidad a lo largo de todas las generaciones, es literalmente borrado de nuestras almas… Ha dejado de existir. Y a partir de ese momento, la vida de cada uno de nosotros ha de afrontar los pecados que día a día nos afligen (sí, esos “setenta veces siete).

Y ante esos pecados cotidianos Dios también nos indulta, nos perdona, mediante el sacramento de la Confesión. Nos perdona, nos indulta pero no nos amnistía, porque, una vez perdonado (indultado) el pecado, queda una estela, una sombra tras él, que permanece para siempre, aunque confiamos que no nos impida nuestra final presencia ante Él.

Y es que el indulto (el perdón) es una potestad habitual del que ostenta el poder, humano o divino, pero en los delitos del ámbito judicial quedan esos antecedentes penales, similares a los velos residuales del pecado.

La bondad de Dios nos permite borrar (amnistiar) el pecado original; y esa suprema bondad nos permite el perdón (el indulto) de los pecados personales posteriores (que son perdonados, no amnistiados).

En el ámbito político nacional, se acepta, con absoluta excepcionalidad, la amnistía en caso de un cambio radical de régimen político, como ocurrió en la llegada de la Segunda República en 1931, o en la llamada Transición, de 1978. ..

Pero ante los graves incidentes secesionistas en Cataluña podría haber –tal vez– perdón, indulto, pero no es admisible el borramiento de esos graves actos que pretendían, la ruptura de la unidad de la nación española.

Una e indivisible