Editorial de Somos.

Era de esperar.

“Si no secundas mi aserto, dándolo por superior en lo moral y por indiscutible en lo racional, es porque odias la bondad..."
Entidades privadas que cobran por sus servicios, patrulla las redes en busca de “bulos”, a fin de ponerlos de manifiesto intentando que no se envenene la opinión de los incautos usuarios.

Publicado en el número 32 de Somos, de abril-mayo de 2021. En la sección Pensamos que... Editado por la asociación cultural Avance Social. Ver portada de Somos en LRP.

Era de esperar.


En el número 11 de SOMOS, de marzo de 2019, publicábamos un editorial titulado Redes Sociales: ¿pradera sin ley?, que empezaba así:

“Si lo que se pretendía en el nacimiento de las redes sociales era que sirvieran de cauce a relaciones sociales y personales más o menos lúdicas o de escasa trascendencia, nos encontramos aquí y ahora con que se han convertido en medio de transmisión y divulgación de ideas y planteamientos que, rebasando ese plano de relaciones, son bandera de señales y altavoz de personas a quienes los medios de comunicación al uso jamás publicarían una “carta al Director”.

Y esto es lo que está produciendo desasosiego en los poderes políticos y plutocráticos que, mediante prensa escrita y cadenas de televisión y radio, mantienen el oligopolio de la información en nuestra sociedad. Estos poderes ya están anunciando algún tipo de censura en redes sociales que impida que se transmitan las llamadas, en su libérrima consideración, fake news, noticias falsas”.

Y, efectivamente, hemos llegado al punto deseado por los señores del oro, la tinta y la pólvora:

  • Por una parte, un grupo de entidades privadas que cobran por sus servicios, patrulla las redes en busca de “bulos”, a fin de ponerlos de manifiesto intentando que no se envenene la opinión de los incautos usuarios, los cuales sólo deben envenenarse con los bulos, contradicciones, rectificaciones, inexactitudes, etc. que, desde instancias oficiales se publican por todos los medios, incluidas las propias RRSS.
     
  • Por otra parte, se está viviendo una ofensiva desencadenada por los dueños de las propias redes contra las opiniones en ellas vertidas por personas, muchas de ellas amigas de AVANCE SOCIAL que, en uso de su libertad de opinión y sin que esta se haya manifestado de forma desconsiderada o procaz, se oponen razonadamente a la corrección política dictada por el poder. Por decir algo que no ha gustado al amo, se te advierte severamente o se te prohíbe publicar durante algún tiempo

Un ejemplo de esto último que no por ridículo deja de ser inquietante: recientemente se ha “amonestado” a un usuario por utilizar en conversación con otro la manida frase lanzada a moro muerto, locución adverbial cuyo significado e intención escapan, por lo que se ve, del conocimiento que de nuestro idioma tiene el docto controlador. La amonestación se basa en que dicha locución transmite “odio”. Odio a quién, se pregunta uno perplejo.

El odio, un sentimiento convertido en delito que se imputa desde el poder partidista y mediático a todo aquel que osa disentir diciéndole: “Si no secundas mi aserto, dándolo por superior en lo moral y por indiscutible en lo racional, es porque odias la bondad y no quieres la felicidad de la gente, así que te arrojo a las tinieblas exteriores y descargo sobre ti mi anatema”.

Por cierto, en el Antiguo Testamento, el anatema era la condena al exterminio de las personas o cosas afectadas por la maldición atribuida a Dios.

Era de temer, efectivamente, así que como en otras ocasiones, no nos queda sino encomendarnos a nuestros clásicos:

No he de callar por más que con el dedo,
tocando ya la boca, ya la frente,
Silencio avises o amenaces miedo.