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Concha Espina, poetisa falangista

Concha Espina escribió un artículo que tituló Enlace, dedicado únicamente al Cara al sol. Decía que ignoraba cuál era la esencia emotiva de esa canción que enarbolaba frecuentemente cerca del Himno Nacional como un enlace suyo enviado sabe Dios a qué destino misterioso.


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La imagen de fondo corresponde a la fuente dedicada a Concha Espina en Santander. La estatua de Jose Antonio está ubicada figuradamente (es una fotocomposición), se trata de la que fue retirada en Guadalajara, en marzo de 2015.
Concha Espina, poetisa falangista

Concha Espina, poetisa falangista.


José Antonio de España es el título de un pequeño libro que Concha Espina, gran dama de nuestras letras, y una de las mejores escritoras españolas del pasado siglo, dedicó al fundador de Falange Española.

Esta mujer que nació en Santander, el 15 de abril de 1869, y allí pasó sus primeros años con sus hermanos y sus padres, que la educaron con esmero. Fue una niña seria y melancólica. Sus inclinaciones literarias se despertaron muy pronto ya que escribe versos a los 12 años, dedicados a la Virgen, firmando con el seudónimo de Ana Coe Snichp, y que aparecen publicados en el periódico santanderino El Atlántico. La única persona que alentaba sus aptitudes literarias era su madre, mujer de un gran talento natural, que muere cuando más la necesitaba su hija.

Años después, Concha Espina escribió un artículo que tituló Enlace, dedicado únicamente al Cara al sol. Decía que ignoraba cuál era la esencia emotiva de esa canción que enarbolaba frecuentemente cerca del Himno Nacional como un enlace suyo enviado sabe Dios a qué destino misterioso. Tal vez, seguía escribiendo, su mayor encanto trasciende de las cinco rosas nacidas a cada instante y para siempre en la punta de las cinco flechas interpretadas por la canción.

Hace referencia a los que supieron nutrir de maravillosa emoción el poema de la Falange. Levantaron su mano abierta contra el poder luciferino desencadenado en España y se pusieron a escribir un himno de amor y de gloria.

«Con un tema triunfal; el traje nuevo y humilde, dirección a los cinco puntos cardinales de la mejor heráldica española. Y un ritmo sonoro al paso marcial de las escuadras combatientes». 

A continuación cita, por este orden, a José Antonio, Tellería, Alfaro, Sánchez Mazas, Foxá quienes...

«...juntos hacen el número de las flechas memorables. Aquella noche de Madrid, cuando en La Ballena Alegre rimaban la música y el verso de sus estrofas, acaso uno habló, impaciente, como el triste y enorme poeta de Rocken, cuando dijo: “Busco unas palabras para la canción que poseo”».

Sorprende mucho que la escritora haya omitido, en esa lista, los nombres de Dionisio Ridruejo y Pedro Mourlane que también participaron en el himno de Falange Española, aunque ella añade, en forma de pregunta: «¿Los otros?». Sin que esté claro lo que ha querido decir. El primero, o sea, Ridruejo, leyendo un papel arrugado. Había modificado una idea y un verso de José Antonio y añadido el verso completo: Volverán banderas victoriosas / Al paso alegre de la paz. El segundo, el canciller como lo llamaba José Antonio, escribe este verso: Que por cielo, tierra y mar se espera.

Y termina Concha Espina su artículo añadiendo que...

«...lo único necesario es el testimonio de que la poesía y la belleza, signadas con la impronta del sacrificio, tiene un valor eterno, una fuerza espiritual indomable. En ese inefable poder reside la virtud animadora de la canción falangista. Arqueros que disparan con rosas a un ideal de alegría y de paces. Mozos que cantando se despedían de lo que en el mundo se consideraba la felicidad; un pálpito de banderas y de soles en los aires de un sonriente amanecer».

Por último, recuerdo haber citado, en otra ocasión, a Concha Espina en este mismo medio donde recogía un poema que dedicó a José Antonio, con el título Como un mártir; pero no fue el único dedicado al fundador de Falange. En el año 1941 edita un pequeño libro, titulado, como ya ha quedado anotado, José Antonio de España, donde le ofrenda cuatro poemas y que ahora reproducimos los primeros versos del que tituló La escolta;

Y el regio estol se acompaña
de paladines y vates,
hueste de ingenio y hazaña
ganadora de cien combates
por José Antonio de España.

Dan alerta los cañones
desde el mar alicantino,
su aliento las oraciones
y en el aire cristalino
su verso en cruz los aviones.

El pueblo su afán sacude,
en peso las andas toma
como un blasón que le escude;
y es la Patria una paloma
que al hondo reclamo acude…

Y recuerda también cuando trasladaban los restos...

«...nuestro José Antonio, desde Alicate a El Escorial, en hombros de cruzados falangistas. Fue aquella una memorable procesión nunca semejante en el mundo, acaso porque tampoco nuestro César azul había tenido semejanza en la tierra».

Esta escritora, modesta y heroica, que falleció en el mes de las flores, de 1955, dejó dicho: «Que mi entierro sea muy sencillo y muy religioso». Es el deseo de una mujer que conservó hasta morir una maravillosa clarividencia.


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La escritora cántabra Concha Espina fue una de las principales figuras literarias de España a comienzos del siglo XX. Sus obras, apegadas a la tradición realista, fueron muy apreciadas por el público y le valieron numerosos reconocimientos. Fue finalista del Premio Nobel en tres ocasiones y en 1926 perdió por un único voto. A lo largo de su carrera recibió el Premio Nacional de Literatura y fue propuesta para formar parte de la Real Academia de la Lengua.
Concha Espina en Wikipedia/Wikiwand


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