Opinión | Economía

Tercera refinanciación de Abengoa

Lo que importa hoy día es el relato de una medida política, mucho más que su efectividad. Es lamentable pero cierto. En otros términos, lo que importa a la opinión pública es la música que se le ponga a una historia que siempre acaba echando mano del dinero de todos.


Publicado en primicia en La Razón (sección Andalucía) 16/11/2020.​

En 2010 y en plena crisis, el máximo ejecutivo del banco estadounidense Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, percibió una prima de 100 millones (M) de dólares mientras el sistema financiero y economía norteamericanos se iban por la alcantarilla. En mismo año el consejero delegado del banco estadounidense JP Morgan Chase, Jamie Dimon, cobró 23 M de dólares; fue la retribución más alta percibida desde 2007.

En España, el equipo directivo que sacó Bankia a cotización recibió más de 6 M €; un ‘bonus’ que fue propuesto por Rodrigo Rato y aprobado por el Banco de España, entonces presidido por el gobernador Miguel Fernández Ordoñez. Estas cantidades, que parecen obscenas para el común de los mortales, encuentran su fundamento en acuerdos de las juntas generales de accionistas y no suelen levantar protestas mientras las cosas van bien.

El intento de refinanciar por tercera vez a la multinacional Abengoa ha traído al foco de opinión pública la disputa sobre el bonus de 60 M€ que se repartirían 25 de los actuales directivos de salir adelante el plan de refinanciación.

La deuda a refinanciar asciende a 528 M€ según el plan del actual consejo de administración (el denominado Plan Vellocino) o de 733 M€ según el Plan New people, new commitment de los accionistas minoritarios sindicados en Abengoashares, por tanto, el bonus es el 11,3% o el 8,1% de la deuda según la cifra que se tome como referencia.

La relevancia mediática del bono supera al interés por la cuestión central del problema de Abengoa que son los 153 M€ que forzarían al juez a declarar el concurso de acreedores de no llegarse a un acuerdo de refinanciación. Sin embargo, la pugna entre accionistas y la petición de que los directivos rebajen su bonus para facilitar la refinanciación ha puesto a esta cuestión en el centro de opinión.

A ello también contribuye que sea una de las pocas cuestiones fáciles de entender, por ejemplo, mucho más que el acuerdo con el fondo de inversión estadounidense KKR, cuya posición frente a Abengoa implica varios vehículos como Cortland Investors II, Lyon Investors o Kearny Investors.

¿Por qué es tan relevante el bonus? Pues porque Abengoa está pidiendo el auxilio de fondos públicos para facilitar un acuerdo que es el tercero de refinanciación y que, al margen del futuro de la nueva empresa, supondrá pingües ganancias para quienes se embolsen el bonus. En concreto, el Plan Vellocino –de evocador nombre bíblico– incluye los famosos 20 M€ que pide a la Junta como aportación.

En el Plan de Abengoashares no aparece esta cantidad, al menos no aparece en la información de fecha 9 de noviembre que me hizo llegar su director de comunicación, Luis Losada Pescador. Pero en ambos sí aparece el recurso a los avales de la institución pública ICO y al respaldo del CESCE actuando por cuenta del Estado. Naturalmente los avales se ejecutarían en caso de impago.

Como contrapartida a los avales públicos se le daría entrada en el accionariado de la nueva empresa Abenewco1 a la Sociedad de Participaciones Industriales (SEPI), es decir, el Estado comparte riesgos pero también compartiría beneficios.

La participación a otorgar a la SEPI no es, sin embargo, un asunto resuelto a poco de comenzar la Junta General del día 16 de Noviembre.

La cuestión crucial está en pedir 20 M€ a la Junta de Andalucía para sacar adelante una operación de 528 M€ o de 733 M€ según quien los cuente para que veinticinco personas se embolsen 60 M€.

Aquí la Junta de Andalucía se defiende diciendo que no tiene instrumento que permita, en régimen de concurrencia competitiva, facilitar 20 M€ a una empresa. Analicemos esto.

Lo que importa hoy día es el relato de una medida política, mucho más que su efectividad. Es lamentable pero cierto. En otros términos, lo que importa a la opinión pública es la música que se le ponga a una historia que siempre acaba echando mano del dinero de todos. Por ejemplo, se puede preparar un relato que diga que es necesario apoyar a las empresas de tecnología puntera y autóctona y eso nos sitúa cerca del final. Se puede seguir diciendo que no se puede abandonar a las empresas que han demostrado su éxito en la internacionalización y con ello llevado el nombre de Andalucía urbi et orbe. Estaremos más cerca. Luego se puede rematar diciendo que el compromiso en la lucha contra el cambio climático obliga a apoyar a todas las empresas que faciliten la transición ecológica del mundo.

Ya con esto estamos a un palmo de pedir a los letrados que elaboren una suerte de partida presupuestaria a lo 31L (la que se usó para los EREs fraudulentos) para facilitar los 20 M€ en cuestión. No debería sorprendernos. Es lo que siempre se ha hecho en la historia regional de los rescates o refinanciaciones, baste recordar Santana, Isla Mágica o la más reciente de Isofotón. Acaso lo único que habría que hacer es definir bien la 31L en esta ocasión para ajustarse a derecho y vigilar que no se cuelen entre las premiadas empresas improcedentes.

Hay quien argumenta que es el momento de devolver a Abengoa parte de lo que la multinacional española con sede en Sevilla aportó a la sociedad.

Quizás habría que pensar que ya se hizo con los dos rescates anteriores o que la prima que en 2012 recibía la energía termosolar –mascarón de proa de Abengoa– era de casi 30 céntimos por kWh mientras que la eólica recibía 8,1.

Efectivamente Lloyd Blankfein, recibió 100 M de dólares como bonus en 2010 pero lo hizo después de que la entidad obtuviese un beneficio neto de 12.192 M de dólares el año anterior. También Jamie Dimon, cobró 23 M de dólares pero entre los servicios prestados estaba haber ayudado el 14 de marzo de 2008 a la Reserva Federal de EE UU a rescatar a unos de los mayores bancos de inversión del mundo, Bear Stearns, con una importante inyección de fondos.

Primero llegaron los resultados de la compañía. Luego, los premios en cifras que parecen tan obscenas.