Opinión | Actualidad

La libertad y la mascarilla

Pedro Sánchez y los disparatados acólitos que lo han acompañado han sido capaces de pervertir las instituciones y descomponer la organización de la sociedad, ya sean prevaricando, depravando el sentido de qué es la libertad.


Publicado en Desde la Puerta del Sol, núm. 483, de 27 de julio de 2021. Ver portada de Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).

La libertad y la mascarilla


No hay forma. Nuestros políticos no aciertan ni una salvo cuando se proponen hacer alguna tropelía. En ese momento ponen en marcha toda la maquinaria de sus arbitrariedades, asalto a las leyes y demás normas que rigen la vida de los españoles, con interpretaciones gratuitas e infundadas, metiendo las manos en toda la pecina de la que puedan sacar algún beneficio, sin sentir ningún pesar de si con ello zahieren a otras gentes que no son ellos, convierten A en B sin decoro alguno si ello les beneficia.

En fin, se saltan a la torera todo lo que les estorba y, con el revoltijo conseguido, actúan poniendo en marcha ese profundo e incomprensible odio que los corroe, el inicuo resentimiento que los consume, la perversa miseria en la que viven sumergidos. Y dicen negro lo que ayer calificaban de blanco. Y si hace pocas fechas el presidente y sus aurigas propagadores de sus palabras repartían por doquier lo que en ese momento lanzaban al viento, como libertad, concordia, entendimiento entre todos, perdón de los desmanes producidos por los enemigos de España, hoy dicen lo contrario para quienes no les cantan las mañanitas o festejan sus amanecidas con una tamborrada al estilo Hellín.

Conseguido lo que pretendían en el acto primero, en el segundo arrancan las bambalinas, destrozan los decorados, echan a volar sobre el patio de butacas el atrezo, y vuelven sobre libreto que habían dejado reposar hasta que consiguieran las metas propias para aspirar a que, al estar en el convencimiento de haber conseguido meter en costura al respetable público, todo les resultaría más fácil.

Y aunque no han sacado todavía la bandera con la hoz y el martillo, ni han levantado el puño en alto salvo en encuentros restringidos acompañando La Internacional, poco a poco se van aproximando al meollo de sus intenciones a través de los actos que convocan para poner de manifiesto cuál es la libertad que propugnan, la España que más les conviene en cada momento, la España «multinivel» en estos momentos, en la que intentarán encajar la Cataluña que les conviene para conseguir un arrejuntamiento de los españoles que les convenga, y que no es otra cosa que el control dictatorial.

Para todo ello les ha venido bien la pandemia de la covid-19. En eso es un lince Pedro Sánchez, no sea incapaz de engañar a todos, manque le pese. Ha ido manejando a la ciudadanía sin pudor alguno; la ha sometido al encierro dada su incapacidad de enfrentarse con el problema mediante medidas adecuadas; ha manejado los decretos ley a su gusto para ir consiguiendo fases que de otra forma le resultaría casi imposible; ha desestructurado la sociedad, la economía, el comportamiento adecuado de la ciudadanía para hacer frente a los problemas surgidos; ha cambiado disparatadamente, en distintas ocasiones, cómo debía comportarse y de actuar la gente, de forma que todos anduvieron con un grado elevado de desquiciamiento e inobediencia; sin saber si tenían que encerrarse, ponerse o quitarse las mascarillas, abrir o cerrar los establecimientos comerciales, si vacunarse con esto o con lo otro o con nada, etc.

Está claro que Pedro Sánchez y los disparatados acólitos que lo han acompañado oficiando como perfectos arteros mamandurrias, han sido capaces de pervertir las instituciones y descomponer la organización de la sociedad, ya sean prevaricando, depravando el sentido de qué es la libertad, de la misma forma que han manejado las mascarillas, suprimiéndolas a destiempo o considerando su utilidad por encima de todo, sin establecer un orden claro del funcionamiento de la nación ni poner orden en el comportamiento de las personas, dando suelta a que los menos pudieran contaminar al resto de la población, como ha venido sucediendo y sigue ocurriendo.

No poca enseñanza pueden obtener nuestros políticos si se acercan a un alfar y ver cómo el maestro trabaja la arcilla para sacar un botijo digno de ser admirado. Como el que hoy traemos. La forma es del gusto del alfarero, el decorado es rojo como si lo hubiera pintado Largo Caballero, son dos los pitorros de que va dotado y uno para carga del líquido elemento, lleva más asas de las habituales..., pero es un botijo, nadie lo puede dudar, en el que tiene cabida el agua para el que es fabricado, está formado con la arcilla porosa que la refrescará, y todos pueden beber de él de la misma forma. Es lo que tienen que buscar los políticos que llegan para sacar adelante un estado que cumpla las condiciones necesarias para que todos puedan disfrutarlo en igualdad de condiciones.