Opinión | Razones y argumentos

Una historia sobre la lengua

En 2011 intercambié unos correos con unos amigos míos acerca de la inmersión lingüística en Cataluña, que, en realidad, alcanzaban campos más extensos y sensibles acerca del comportamiento humano.

Una historia sobre la lengua  (que en realidad es una historia sobre tolerancia y civilización)


Haciendo una revisión y limpieza de mis archivos de Internet, me topo con unos correos que intercambié hace años con unos amigos míos, concretamente en 2011, que creo pueden ser interesantes para conocer, incluso desde un punto de vista antropológico, de qué está hecha la mentalidad nacionalista. Los transcribo tal cual se produjeron, eliminando tan sólo las referencias de posibles identificaciones estrictamente personales.

Para seguir la cadencia de los correos, diré que, por aquel entonces, yo estaba afiliado al partido político Ciudadanos, y, en calidad de tal recibí, como el resto de los miembros de dicho partido, una circular en que se nos invitaba a protestar por el tratamiento degradante que se había dado a un niño castellano hablante en una escuela pública de Cataluña, y, ya de paso, por la política de inmersión lingüística (la protesta consistía en ponerse en el pecho un lazo rojo durante unos días).

Pues bien, yo, con la mayor inocencia, lo juro, reenvié la circular tal cual, sin añadir ni quitar nada, a varias personas a las que consideraba amigas, y que suponía de antemano que no se iban a molestar por ello. No me hubiera atrevido a hacerlo en caso de que hubiese supuesto lo contrario, pues considero sagrado el principio de respetar lo que cada uno piense u opine.

Entre estas varias personas se encontraban Pepe y Pepita (voy a llamarlos así), matrimonio, de ascendencia castellano-manchega él y murciana ella, con quienes habíamos coincidido varios años por vacaciones en una playa levantina, y que jamás se habían significado ante nosotros como nacionalistas ni cosa parecida. Antes bien, casi diría que todo lo contrario.

Al cabo de pocos días recibí, como respuesta, el siguiente correo:

‘Nuestra hija mayor es profesora de la escuela pública, y ha tenido y tiene niños de todas las nacionalidades.

En la escuela 'Xxx', por mencionar una por las que ha pasado, hablaba francés con niños árabes de P4 porque no entendían el castellano ni el catalán.

En Tele Madrid la periodista (a cualquiera le llaman periodista) Curry Valenzuela, llegó a decir que en algunas escuelas habían consentido que los niños se hicieran pipí encima por no pedir ir al baño en castellano.

La llegada de las oleadas de inmigrantes de los últimos quince años está modificando sustancialmente nuestro paisaje humano. El catalán se encuentra en desventaja ante el castellano como lengua de acceso social. Los que propugnan con malicia el bilingüismo como solución de continuidad son conscientes que el uso y extensión del catalán quedaría totalmente minimizada.

Nadie le ha regalado nada a la lengua catalana. El catalán ha sobrevivido al paso de los siglos porque ha contado con un pueblo con voluntad de existir y sobreponerse a todo tipo de vicisitudes y avatares históricos. Y a pesar de eso se ha visto marcado por la prohibición de usarlo y difundirlo durante largos periodos.

Creo que en Cataluña ha de ser posible vivir y comunicarse en catalán. Ha costado muchos sacrificios y hasta mucha sangre a lo largo de nuestra historia hacer valer este derecho, que recibe ataques de quienes hacen del anticatalanismo su divisa política en aras de un miserable rédito electoral (como es el caso de Ciutadans).

Besos. Pepe y Pepita’

Una vez repuesto de la sorpresa que me había producido su escrito, y después de pensarlo mucho, me pareció oportuno remitir a Pepita y a Pepe mis consideraciones acerca de lo por ellos manifestado. Helas aquí:

1.- Me parece un gesto estupendo el de vuestra hija hablando en francés a niños árabes que no entendían ni el castellano ni el catalán. Pero, hablando de ‘entendimientos’, lo que yo no entiendo es a qué viene este ejemplo, ni qué relación tiene con el debate sobre la lengua vehicular a utilizar en la escuela pública. Una cosa es el hacer (en este caso, el bien-hacer) personal de vuestra hija, y otra cosa es el hacer (en este caso, el mal-hacer, en mi opinión) político de quienes nos gobiernan. Pero por si acaso me he perdido, estaría encantado que me indicaras qué relación veis vosotros.

2.- Lo que decís que dijo la tal Valenzuela sólo a ella puede imputarse. Si vosotros y yo nos dedicamos a anotar las ‘paridas’ de algunos de los de ‘el otro bando’, el contrario al propio, estoy seguro de que cada uno de nosotros llenaríamos varios cientos de páginas. ¿Es éste el futuro por el que vale la pena luchar? ¿Parapetarnos cada uno detrás de nuestra trinchera particular y dedicarnos a lanzarnos pullas los unos a los otros, para encontrar en las ofensas del contrario motivos para alimentar el calibre de las propias? ¿Y, de paso, ir amontonando en nuestro interior unas briznitas de odio por aquí, otras briznitas de rencor por allá, y, así hasta que la liemos otra vez?

3.- ‘La llegada de las oleadas de inmigrantes de los últimos años está modificando sustancialmente nuestro paisaje humano’… ‘El catalán se encuentra en desventaja ante el castellano como lengua de acceso social’… ‘Los que propugnan con malicia el bilingüismo… son conscientes que el uso y extensión del catalán quedaría totalmente minimizada’… ¡Uy!… ¡Cuántas cosas juntas! Darían para hablar largo y tendido. Sólo os diré dos de las cosas que me chocan en lo que decis:

  • ¿Debería incluirme yo entre los ‘maliciosos’? ¿Deberíamos sentirnos ambos, vosotros y yo, culpables y acomplejados por usar el castellano en nuestras relaciones? Si a nivel personal ya es malo de por sí el sentimiento de culpa, cuando éste se eleva a escala social ya no sólo es malo, sino también sumamente peligroso. ¿Es esto lo que queremos para el porvenir de esta tierra?
     
  • ¿El catalán en desventaja en el acceso social? ¿Cuándo para tener plaza en el funcionariado (no entre los políticos) el conocimiento hablado y escrito del catalán puntúa por encima del grado académico (y en algunos casos por encima incluso del doctorado) del optante u opositor? Me siento perplejo ante vuestra vara de medir…

4.- ‘Nadie le ha regalado nada a la lengua catalana… De acuerdo

5.- ‘El catalán ha sobrevivido al paso de los siglos porque ha contado con un pueblo con voluntad de existir y sobreponerse a todo tipo de vicisitudes y avatares históricos.

  • Este alegato me confunde y siempre me ha confundido cuando lo he escuchado. Es que no acabo de entenderlo, y eso debe ser algo culpa mía también. ¡Y mira que intento entenderlo! Los llercavones que habitaron lo que hoy son las Terres de l’Ebre, los cossetanos del Tarragonés y Barcelonés, los layetanos del Maresme, los indigetes de Girona, los ilergetes, lacetanos y ausetanos del interior de Cataluña, etc., me parece que no hablaban catalán… ¿Renegamos entonces de ellos? Los habitantes de la Egara y la Tarraco romanas, creo que tampoco hablaban catalán… ¿Los borramos de nuestros libros de historia? Los araneses de hoy en día, que hablan un idioma considerado como diferente (no un dialecto) del catalán, ¿no son catalanes? Y la mitad (como mínimo) de los habitantes de Cataluña, cuya lengua materna es el castellano… ¿tampoco son catalanes?
     
  • El ‘error nacionalista’ no se produce tanto (que también) por la identificación típica de todo nacionalismo entre ‘lengua’, ‘tierra’ y ‘pueblo’, sino por la exclusión del ‘sistema’ de todo aquel que no comulgue con dicha identificación. Y lo digo con todo el respeto del mundo hacia quienes os sentís nacionalistas, comprendiendo, hasta donde ni os suponéis, de dónde viene vuestro sufrimiento y vuestro problema, que, no lo dudes, también es nuestro sufrimiento y nuestro problema. ¡De aquellos polvos vienen estos lodos! Y quiera Dios que no nos coja a ninguno otro alud de mierda, porque algunas actitudes que vemos en algunos dirigentes de Cataluña también son polvos que pueden convertirse en lodos.
     
  • Quiero deciros que yo también me sentí un tiempo nacionalista castellano (en Castilla, por si no lo sabéis, existe el Partido Nacionalista Castellano-Leonés) y me emocionaba (de hecho, me sigo emocionando), cuando oigo las notas del Canto de los Comuneros, en las voces del Nuevo Mester de Juglaría. Pero he aprendido que debemos acotar corazón e intelecto y advertir cuál es el límite que no podemos franquear. Leer historia puede ser un buen remedio preventivo para no caer en viejos errores humanos, aquellos que han producido más males a la Humanidad a través de los siglos: los que se basan en creer que mi derecho es superior a tu derecho (incluso todo lo demás: más guapo, más inteligente, más trabajador, etc.)
     
  • Ya dice el refrán que ‘quien no conoce su historia, está condenado a repetirla… y en Cataluña podemos estar corriendo el riego de caer en esa condenación. Es muy emotivo ¡y hasta bonito! hablar de nuestros héroes y de nuestras gestas, todo pueblo tiene los suyos y las suyas: Viriato, Sagunto, Numancia, el Cid, Roger de Lauria y sus almogávares (‘¡Desperta ferro!’), el Ducado Catalán de Atenas y Neopatria, el Mediterráneo donde ‘hasta los peces llevan pintadas las cuatro barras del Reino de Aragón’, Jaume I, Cortés, Pizarro, los Tercios de Flandes, Casanova, el timbaler del Bruc… ¡para qué seguir! La lista podría ser enorme y, eso, limitándola solamente al tipo político-militar y al escenario ibérico. Y, vayamos al país que vayamos, en todos podemos ver estatuas de sus héroes, de sus ‘libertadores’, de sus patricios… Todos más valientes que los del vecino, todos más generosos que los del vecino, todos más desprendidos y sacrificados que los del vecino… sólo porque son ‘los nuestros’.
     
  • Pero llega el momento (y si no llega, malo) que uno ha de reflexionar. Mi reflexión se basa en lo siguiente: Uno, que el devenir histórico del ser humano no apunta al tribalismo, sino al universalismo; y dos, que ese sentido histórico se encarriló definitivamente (aunque el camino haya estado lleno de baches (¡y los que nos quedan!) cuando ese mismo ser humano dio con el concepto que cambió su rumbo: un concepto llamado ‘ciudadanía’.
     
  • Ese concepto no apareció porque sí y sin más ni más. Tuvo una gestación lenta a través de muchos siglos, en que fueron hitos incuestionables la filosofía griega, el derecho romano, el cristianismo y su mandato de amor universal, el derecho de gentes (con la ‘Escuela de Salamanca’ española como uno de sus más brillantes momentos), el humanismo renacentista y de la Ilustración los ‘ilustrados’, el racionalismo, y tantos y tantos otros que constituyen la verdadera gloria de la raza humana.
     
  • En el orden político-programático, todo ello cristalizó en tres textos esenciales: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En todos estos textos, que yo llamaría ‘sagrados’, aparece el hombre, el ser humano, cada hombre y mujer que pueblan la Tierra, como los verdaderos sujetos de la historia humana, y, como tales, los auténticos destinatarios de sus objetivos. Quiero compartir con vosotros algunas de las normas de la Declaración Universal de la ONU:
    • Quinto considerando del preámbulo: …que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres…’
    • Sexto considerando del preámbulo: …que los Estados miembros se han comprometido a asegurar… el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre…’
       
    • ​​​​​Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…’
       
    • Artículo 2. Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía…’
  • En fin, no quiero cansaros, ni, por supuesto, daros lecciones. Sí me interesa, sin embargo, que comprendáis las razones que me llevan a oponerme, por letal para la convivencia, a la concepción nacionalista del gobierno público y de la política, llámese española, catalana o del Chad. Por eso entiendo que el concepto de ‘ciudadanía’ es moralmente superior al de ‘nacionalidad’, más progresista y más humano. El otro lo considero retrógrado, peligroso y antihistórico.

6.- ‘Y a pesar de eso se ha visto marcado por la prohibición de usarlo y difundirlo durante largos períodos

  • De lo que yo también reniego y me avergüenzo, no sin preguntar y preguntaros: ¿es que no parece que alguien quiere escribir de nuevo esa misma historia de vergüenza y oprobio, pero ahora cambiando a los protagonistas? ¿Es bueno, es razonable, es prudente, que quien antes fue ofendido se convierta ahora en ofensor? Si, si… ya sé que hay muchas diferencias… por ahora. Porque, si pudieran, algunos desterrarían el castellano de Cataluña, lo erradicarían, lo abolirían. En todas partes hay talibanes y fundamentalistas…

7.- ‘Creo que en Cataluña ha de ser posible vivir y comunicarse en catalán’…

  • Confieso que otra vez me dejáis perplejo. ¿Es que hoy en día no es posible vivir y comunicarse en catalán? ¿O tal vez lo que habéis querido decir es: ‘creo que en Cataluña ha de ser posible vivir y comunicarse sólo en catalán’… y no os habéis atrevido a decirlo? Si es así, perdonad, pero creo que os equivocáis. Las sociedades uniformes y uniformadas cada vez son más infrecuentes, ¡y bendito que así sea! Pero, vamos a ver, ¿no nos quejábamos de Franco? ¿En qué quedamos? ¿O es que una cosa es mala cuando la sufrimos, y buena cuando se la hacemos sufrir a otros?

8.- ‘Ha costado muchos sacrificios y hasta mucha sangre a lo largo de nuestra historia hacer valer este derecho…

Vuelvo a lo mismo. ¿De qué se trata? ¿De prevalecer unos sobre otros, o de crear entre todos una sociedad de seres humanos libres, iguales en derechos y deberes? Porque, creedme, los sacrificios y la sangre no son, por desgracia, patrimonio de nadie. Todos podemos ser mártires, en un momento u otro, de nuestros propios prejuicios. Aparte de que, según creo, el tema de la lengua, precisamente ese tema, no puede preciarse de tener en nómina a muchos de esos mártires. Mucho cabreado –antes de un signo y ahora de otro-, seguro que sí; mucho indignado –antes de un signo y ahora de otro-, seguro que también; mucho frustrado –antes de un signo y ahora de otro-, por supuesto… ¿Pero mártires?

9.- ‘…que recibe ataques que hacen del anticatalanismo su divisa política en aras de un miserable rédito electoral (como es el caso de Ciutadans)…

  • ¡Uy!… Me parece que entramos en terreno pantanoso. Pantanoso, no: muy pantanoso. En terreno tan pantanoso que, perdónadme, tiene todas las trazas de ser pura cloaca. ¿Qué es eso del anticatalanismo? Yo, en Ciutadans, veo expresarse a la gente con toda naturalidad tanto en castellano como en catalán. ¿O es que hay catalanes que no pueden expresarse con libertad? ¿O es que hay catalanes a los que debemos coser en la bocamanga una estrella amarilla como a los judíos en la Alemania nazi? ¿O es que hay catalanes a los que debemos estigmatizar y condenarlos a galeras sólo porque no son de los del ‘pensamiento único’? Cuidadín… Os lo digo con todo el cariño del mundo: pensemos en lo que decimos… y aquí lo dejo.
     
  • En cuanto a lo del ‘miserable rédito electoral, pues bueno, todos los políticos buscan réditos al formular sus propuestas. ¿O no? A mí me hace mucha gracia cuando oigo esa frase tan manida con la que algunos de ellos intentan rebajar a los otros: ‘eso lo hacen (o lo dicen) por electoralismo’. ¿Pues por qué si no? Aquí el único que no haría electoralismo sería Dios (si existiera y si bajara del cielo), porque sus verdades serían universales, eternas, absolutas, inapelables e inamovibles. Pero ni vosotros ni yo somos Dios, ¿verdad? Y vuestra verdad o vuestro error valen tanto como mi verdad o mi error, ¿no es cierto?... Seamos, pues, humildes. Hablemos intentando aprender de nuestro interlocutor. Hablemos sin descalificarnos. Hablemos, en lo posible, con amor. Lo demás, creedme, es fanatismo y opresión mental.

10.- Y ya que hablamos de Ciutadans, os digo que su propuesta de bilingüismo no es para nada disgregadora, sino eminentemente integradora. Hay quien se empeña en desprestigiar a esta formación política diciendo cosas que no son ciertas, como que propone dividir a los escolares en escuelas castellanas y escuelas catalanas, lo cual sería introducir la división en la sociedad. Nada más lejos de la verdad: Ciutadans propone una única escuela integradora, donde el tiempo lectivo sea un 40% en castellano, un 40% en catalán, y un 20% en inglés. Os puedo asegurar que los niños y niñas, en esas circunstancias, si no son víctimas de banderías y de pasiones, asumirían con toda naturalidad, integradoramente, ese trilingüismo enriquecedor para ellos y para la sociedad. Proyectar en ellos nuestros prejuicios y nuestra cerrazón solo dará un resultado: el de obtener ciudadanos fanáticos y cerriles.

Como sabéis, mi hija trabaja de educadora en Finlandia, un país que está a millas-luz de nosotros en el sistema educativo. Pues bien, allí el sueco es también idioma oficial, y eso que sólo es sueco-hablante un 10 por ciento de la población, y además está concentrado en zonas muy concretas (aquí los castellano-hablantes somos entre el 50 y 60 por ciento, y estamos extendidos por todo el territorio catalán). Esa singularidad de tener una parte de la población, aunque sea mínima, de habla materna no finesa, lleva al Gobierno finlandés, de forma natural y sin hacer de ello un problema, a integrar el sueco en el sistema educativo, en similares condiciones para ambos idiomas, al menos en los grados de infantil y primaria; después de estos hay diferentes vías educativas, pero siempre con respeto real para la lengua minoritaria. Pero ese respeto hacia la diversidad lingüística no sólo se da en la educación: el bilingüismo sueco-fines (recordemos, 10% >< 90% de la población) está implantado de forma natural, en todos los órdenes administrativos, desde el nomenclátor de las calles hasta la documentación oficial: todo se hace en los dos idiomas. ¡Hay países civilizados, qué envidia, mientras aquí aún nos dedicamos a jugar a Caín y Abel! (O al ‘tonto de capirote’, hoy tonto yo, mañana tonto tú, ¡qué lástima de país!)

¿Y por qué esa propuesta de Ciutadans? Porque, como ellos dicen: ‘hay que hacer natural en la política lo que es natural en la sociedad’. ¿Y qué es lo natural en la sociedad, lingüísticamente hablando? Pues que la gente se entiende naturalmente entre sí, sin guerras ni estridencias, ora hablando en catalán, ora en castellano, como vosotros mismos y yo lo estamos haciendo en este momento. La lengua ‘propia’ de un país es la que habla la gente del país, sea una, dos o doscientas. Sencillamente porque la lengua o las lenguas no son del país, sino de la gente, de las personas de carne y hueso que viven en ese país. Los países no hablan lenguas, es la gente la que las habla. Y lo hace para entenderse entre sí. Sólo algunos intentan (aunque hay muchos que los siguen irreflexivamente por aquello de ‘dónde va Vicente’) que la gente normal, la gente corriente, la gente que hablamos con otra gente para entendernos, utilicemos la lengua para atizarnos en los morros. Yo siempre digo que en Cataluña tenemos la gran suerte de tener una lengua única tan rica, tan rica, que a un tablón normalmente de madera, normalmente cuadrado, y normalmente sostenido por cuatro patas, le llamamos ‘mesa’ y ‘taula’. ¡Toma ya riqueza!

11.- (Y final) Os invito y me invito a pensar en el futuro, y en qué sociedad queremos para quienes nos sigan. ¿Una justa, libre e igualitaria, u otra de imposición, alienadora y castrante? De ésta última ya tuvimos bastante ¿no creéis? ¿No es hora ya de que, como dice el Evangelio, ‘los muertos entierren a sus muertos’?


En fin, aquí acabo de contar la anécdota de lo que me ocurrió en un ya lejano 2011. Tengo que decir que nuestras relaciones, las de mi familia con la de Pepe y Pepita, no se han visto, afortunadamente, afectadas. Aunque ahora rija una norma tácita entre nosotros: la del silencio autoimpuesto por ambas partes ante ciertos temas. Una lástima, pero es lo que hay. Sólo cabe esperar que vengan tiempos más amables para todos. Es decir, tiempos más civilizados.

Gracias por vuestra atención, y perdonad la largura de este escrito.