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Sobre gobernabilidad y democracia.

Hace bastantes años en España se veían las cosas de forma diferente a la perspectiva con que las contemplamos hoy día. Me refiero al tiempo en el que reinaba en España el orden porque todos andábamos empeñados en conseguirlo y mantenerlo, mientras veíamos, a través de la prensa, cómo los italianos andaban a la gresca.


Publicado en el número 138 de 'Cuadernos de Encuentro', Otoño de 2019.
Editado por el Club de Opinión Encuentros.
Ver portada de Cuadernos de Encuentro en La Razón de la Proa.

Sobre gobernabilidad y democracia

1. Hace bastantes años en España se veían las cosas de forma diferente a la perspectiva con que las contemplamos hoy día. Me refiero al tiempo en el que reinaba en España el orden porque todos andábamos empeñados en conseguirlo y mantenerlo, mientras veíamos, a través de la prensa, cómo los italianos andaban a la gresca, cambiando cada dos por tres de gobierno, incluso llegando en alguna ocasión a las manos en su parlamento, cosa que nos parecía inaudita, con una mezcolanza de las letras de los viejos partidos con las de otros de nueva creación, incapaces de hallar un entendimiento entre todos que les permitiera salir de los estragos del final de la Segunda Guerra Mundial, con largos periodos sin gobierno mientras montaban y llevaban a cabo nuevas elecciones que, después de varios meses se veían obligados a repetir porque el desacuerdo persistía.

Entretanto, desde la paz y tranquilidad que reinaba en España, observábamos atónitos cómo podía vivir un país sin gobierno, sufriendo continuos vaivenes, enmarañados en sus discusiones sobre quién y cómo debía de regir la vida de los italianos. En aquel zarandeo llegábamos a pensar que si un país tiene una buena administración que es consciente de sus responsabilidades y conoce lo que debe hacer, a veces los políticos están de más. Porque los italianos seguían trabajando, su industria prosperaba, las exportaciones aumentaban, en general les iba bien mientras sus políticos no terminaban de ponerse a la altura del comportamiento de la generalidad de la gente de la calle.

2. Nosotros, en aquellos lejanos días, casi estábamos aprendiendo a andar después del final del enfrentamiento entre hermanos. Todos nos hallábamos enfrascados en lo que teníamos que hacer y poco a poco íbamos consiguiendo nuevas metas que nos permitían avanzar y mejorar, prosperábamos en el vivir, «progresábamos» sin que apenas nos diéramos cuenta y sin que nadie nos asegurara todos los días que su intención era lanzar a España por la ruta del progreso. Entonces, para nosotros, el progreso era normal, el pan nuestro de cada día. Lo íbamos logrando minuto a minuto. Hacíamos, sin quejarnos y sin alharacas, lo que nos correspondía en el entramado nacional.

Surgían fábricas por todo el territorio nacional aunque algunos lugares fueran más protegidos que otros al respecto, los altos hornos funcionaban a tope, la construcción de viviendas de protección oficial iba a gran ritmo para cubrir las necesidades que emergieron tras la contienda civil, se reconstruían los pueblos derruidos, el campo mejoraba con los planes agrarios, los pantanos para regadío o producción de energía eléctrica se iban construyendo por toda España, las universidades se reconstruían y ponían en funcionamiento, la enseñanza se extendía como obligatoria a nivel nacional, nacían los centros y universidades laborales de nueva creación para dotar a la industria de mandos intermedios, se empezó a fabricar el Seat 600 con lo cual los españoles dieron un salto señero hacia la clase media, se promulgaron las leyes de descanso dominical, días festivos y vacaciones remuneradas, aparece el Seguro de Enfermedad con una importante red de residencias hospitalarias, ambulatorios y consultorios, se pone en marcha el seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, así como el de invalidez, las pagas extraordinarias de Navidad y 18 de julio, las mutualidades agrarias con un régimen especial en cuanto a la seguridad de los trabajadores y familias, el subsidio familiar, las pagas sobre beneficios de las empresas, la representación sindical, los jurados de empresa y la representación en los consejos de administración, el seguro de jubilación,… y otros beneficios para los trabajadores como las Mutualidades Laborales buscando un complemento del seguro de jubilación, que fueron suprimidas tras la transición.

Prácticamente casi todos los avances sociales fueron obra de aquellos años, pues posteriormente se pueden haber ido modificando, cambiando de nombre, pero sobre lo que ya existía.

3. Y entrando en el mundo del ocio y la convivencia podemos decir que los jóvenes, en lugar de practicar el botellón semanalmente o en fiestas especiales, y drogarse, se ejercitaban en los diferentes deportes existente, organizando campeonatos entre localidades y a escala nacional; lo que también se producía en los colegios en sus distintos grados y en la Universidad a través de SEU; paralelamente se creaban grupos musicales, de teatro y las clásicas Tunas estudiantinas en el ámbito universitario.

Sin olvidar los Coros y Danzas nacidas de las tradiciones en casi todos los rincones de España. En las empresas, a través de la organización Educación y Descanso, sucedía algo parecido entre los trabajadores, además de la creación de residencias vacacionales.

4. Es cierto que, remedando a don Hilarión y don Sebastián en «La Verbena de la Paloma», podríamos decir que los tiempos avanzan que es una barbaridad. Es decir, que no se puede olvidar que la vida hoy es distinta a la de ayer, los signos de los tiempos han ido marcando nuevas metas, surgen nuevos procedimientos para alcanzarlas, y por lo tanto, casi todo ha de rodar por diferentes raíles.

Mas nadie puede decir que en las nuevas formas deban faltar los valores permanentes que se han dejado atrás, la educación, las normas de convivencia, el respeto a los demás y a lo demás. El salto ha sido tan grande, las influencias tan enormemente perniciosas, que se ha traspuesto el ámbito de la libertad pasando a otro de libertinaje o desenfreno en las obras o en las palabras –que dice la RAE–, y por extensión a las violaciones morales y la falta de respeto a la religión, tema este último que se deja notar en demasía y sume a las personas en un piso inferior en cuanto a la perfección de su existir.

5. Teniendo en cuenta lo presente y el pasado, no viene mal recordar que si lo del pasado fue bueno y formativo no se debió abandonar de la noche a la mañana. Porque, sin duda, mucho de ello era aprovechable ajustándolo a los tiempos presentes. Tan es así que casi cada día nos encontramos en los medios de comunicación que surgen como nuevo invento cosas que fueron llevadas en el pasado hasta metas sorprendentes, como es la formación profesional que ahora se quiere descubrir sin tener en consideración la experiencia cosechada hace unos años.

Otra consideración que habría que tener en cuenta es la forma de gobierno a la vista del descalabro que sufrimos con los partidos políticos como única representación del ciudadano en los asuntos del país. Hemos llegado a un momento en el que España ha caído en una profunda crisis política, pues el entendimiento de la democracia se ha manejada por ineptos y ambiciosos, sin que sean capaces de llegar a los acuerdos necesarios para el mejoramiento de la vida de los españoles y el crecimiento de la nación.

Por ello nos venían a la memoria al principio aquellos años en los que los italianos no terminaban de encontrar el camino, pero sí seguía funcionando y creciendo la nación. Eso quiere decir que las «fuerzas vivas» del país no pueden ser sustituidas por principiantes y saltimbanquis que intentan dar con sus marrulleros movimientos la vida que la comunidad precisa para su desarrollo y progreso. Queda en evidencia que, aunque sea sin plenas garantías, España sigue marchando a pesar de carecer de un gobierno estable durante ya demasiado tiempo, teniendo mientras que padecer las ocurrencias de los iletrados y de los tiranos que cuando se hacen cargo del poder intentan imponer sus ideologías.

6. Porque con la diosa democracia de los partidos políticos tratan de solucionar todos los problemas. Pero ¿con qué democracia? Si analizáramos las democracias surgidas desde la Grecia clásica nos podemos encontrar con infinidad de tipos, y dentro de éstos con no pocas variantes de cómo se han de desarrollar, en lo que incluyen no poco las maneras y propósitos de quienes consiguen alcanzar la cumbre.

La evidencia está en los dos partidos más significados de la izquierda española que, surgiendo teóricamente del mismo origen, y no andando demasiado descaminados uno del otro, los modelos que intentan imponer son profundamente dispares, pues dependen de las mentes de los correspondientes adalides. Y ahí se topa con en el campo del totalitarismo al que ellos tanto intentan humillar y mancillar, y entran en un estado de tiranía (= opresión, yugo, abuso, autoritarismo, dictadura, autocracia, totalitarismo, absolutismo, despotismo, imposición, injusticia, crueldad…,) que aparece reflejado en las leyes que ponen en marcha, de las que son claro ejemplo la de Memoria Histórica existente y la modificación presentada ante la mesa del Congreso, y la que ampara el movimiento LGTBI.

Ya Platón, que hacía matizaciones respecto a que la democracia era el mejor de los peores sistemas de gobierno, puntualizó bastante más sobre lo que lleva consigo la tiranía:

[El tirano] al principio, sonríe y saluda a todo el que encuentra a su paso, niega ser tirano, promete muchas cosas en público y en privado, libra de deudas y reparte tierras al pueblo y a los que le rodean y se finge benévolo y manso para con todos [...] Suscita algunas guerras para que el pueblo tenga necesidad de conductor [...] Y para que, pagando impuestos, se hagan pobres y, por verse forzados a dedicarse a sus necesidades cotidianas, conspiren menos contra él [...] Y también para que, si sospecha de algunos que tienen temple de libertad y no han de dejarle mandar, tenga un pretexto para acabar con ellos entregándoles a los enemigos [...] ¿Y no sucede que algunos de los que han ayudado a encumbrarle y cuentan con influencia se atreven a enfrentarse ya con él, ya entre sí [...] censurando las cosas que ocurren, por lo menos aquellos que son más valerosos? [...] Y así el tirano, si es que ha de gobernar, tiene que quitar de en medio a todos éstos hasta que no deje persona alguna de provecho ni entre los amigos ni entre los enemigos (Politeia, 562a-570c).

7. Lo cierto es que España está pasando por un tiempo profundamente sombrío, sin que se aprecien horizontes benignos, sino más bien exagerado (que sobrepasa los límites de lo verdadero, natural, normal, justo o conveniente).

Los partidos políticos que controlan las posibilidades del bien gobernar andan a la gresca, tratando de imponer sus criterios sin que se apeen de ambiciones y deseos personales o de grupo, con una izquierda montaraz que ansía retomar el devenir de España en la situación que tuvo hace años y afortunadamente se consiguió abortar, una derecha indefinida que se empeña en abandonar su puesto, y unos partidos separatistas que cada día ponen piedras en la rueda de molino que ha de moler finamente el trigo nacional para, luego, al cernerlo, resulte una harina lo más uniforme y recomendable para conseguir un pan del gusto de todos.

A lo que hay que agregar los zumbidos de lo que pasa alrededor, con una enorme cantidad de insectos que intentan picar lo más posible para engordar aunque sea a costa de los demás. ¿Saldrá España del marasmo en el que está metida? Seguro que sí. En algún momento encontrará la vitamina adecuada.