Artículo del director

Una estrategia repetida… y un riesgo

Monumento a los caídos del Puerto del Pico (Ávila)

Los pusilánimes, están abriendo la caja de Pandora de los enfrentamientos. Y esto es muy peligroso que ocurra en estos lares de sangre caliente… ¿O es lo que se está persiguiendo en realidad?


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Una estrategia repetida… y un riesgo


En mis escapadas a la abulense Sierra de Gredos, había contemplado varias veces el monumento a los caídos del Puerto del Pico, bastante deteriorado por las inclemencias de la zona; me parece recordar que había sido erigido por el Frente de Juventudes, según rezaba una inscripción, y consulto ahora que fue en 1948 su inauguración.

He leído que ha sido destruido a finales del año pasado; la versión oficial lo atribuye a causas meteorológicas, pero nadie parece creerlo, ni siquiera los llamados foros de la memoria de Ávila, que se lamentan de «haberse visto privados de la posibilidad de verlo en vivo y en directo». No puedo menos de dejar de evocar los versos de La venganza de don Mendo, de Pedro Muñoz Seca (asesinado, por cierto, en Paracuellos del Jarama), cuando la celosa Azofaifa le presenta al protagonista el cadáver de la pérfida Magdalena, y él dice: «¿Qué has hecho, maldita mora? / ¿En quién me vengo yo ahora?».

Ya comenté en otro artículo de qué manera el odio irracional e ignorante se había cebado, a golpe de mazo, con los lugares de la batalla del Ebro; cómo, por ejemplo, habían sido machacadas la cruz, la inscripción de paxy el relieve con las manos entrelazadas como símbolo de reconciliación, en las antiguas posiciones enemigas de Cuatro Caminos y Farga, que había instalado la Hermandad del Tercio de Requetés Ntra. Sra. de Montserrat; ni rojos ni nacionales, qué diantre; todos eran, al parecer, fachas, para los vándalos del progresismo, en este caso, de cepa separatista.

El monumento a los treinta y ocho asesinados en el Santuario de Santa María del Collell, en Gerona (solo se pudieron escapar Jesús Pascual y Rafael Sánchez Mazas, este último convertido en personaje de la novela Soldados de Salamina), también ha sido abatido a martillazos, con especial ensañamiento en la cruz y los nombres grabados en mármol; es curiosa la animadversión que despierta el símbolo cristiano en todos los casos, lo que me hace sospechar la existencia de impulsos sectarios tras las apariencias solo partidistas de los vándalos de turno.

Otrosí: el sencillo monolito que recordaba a los fusilados en la carretera de la Arrevesada, que une la ciudad de Barcelona con el Tibidabo; o el de la carretera de Terrassa a Mura, cuya destrucción fue precedida por un petardazo poco tiempo atrás… La relación podría ser interminable, si sumamos las acciones desde su legalidad de alcaldes de diversas localidades menores o mayores, es decir, auténticas alcaldadas.

Pero, en general, se trata de una estrategia antigua, rancia y bien conocida por todos: primero se vandaliza el monumento en cuestión (pintadas, pequeños destrozos…), siempre por manos anónimas y con nocturnidad, alevosía… y cobardía; segundo, se procede a su destrucción sistemática, en iguales condiciones, en el bien seguro de que no estará presente ni intervendrá ningún agente de la autoridad, ni, a posteriori, se incoará investigación alguna; tercero, esa autoridad procede a su demolición definitiva o a retirar los escombros, sea alegando razones de seguridad o ecológicas.

Fue paradigmático el caso del monumento a Onésimo Redondo, del Cerro de San Cristóbal en Valladolid: una bomba de escasa potencia destruyó parte del grupo escultórico; ni que decir tiene que nadie de preocupó de averiguar quiénes la habían hecho explotar; poco a poco, el deterioro y el vandalismo continuaron el trabajo de los aprendices de terroristas; finalmente, la autoridad barrió de restos el Cerro, y aquí paz y después gloria.

Ahora, con las leyes de memoria histórica y democrática, es más sencillo: la misma autoridad que antaño hacía la vista gorda ante el vandalismo y la destrucción, y retiraba los restos, toma de decisión de demoler el monumento, a la menor sospecha de que pueda ser enaltecedor del franquismo, del fascismo… o, simplemente, del cristianismo, como ha ocurrido con tantas cruces en pueblos de España, donde imperan, democráticamente, los portadores del rencor, o los sectarios… o los cobardes.

Pero también, con esas leyes de memoria y con las acciones supuestamente descontroladas de los vándalos y destructores anónimos, se están resucitando otras memorias, las de los familiares y herederos espirituales de los asesinados en el Puerto del Pico, en el Santuario de Ntra. Sra. del Collell, en la carretera de la Arrevesada de Barcelona… Mi generación casi había olvidado de que nuestros antepasados se enfrentaron entre sí, y nuestra mayor preocupación era de cara al futuro; cuando pase, en adelante, por los parajes de Gredos tendré que acordarme de ese pasado traído a presente, en evocación del arco destruido.

Ahora, van a ser todos los españoles los que redescubran, resuciten y actualicen el fantasma de aquella guerra civil; los socialcomunistas de Zapatero y de Sánchez, los separatistas de aquí y de allá, los profesionales del odio, o los pusilánimes, están abriendo la caja de Pandora de los enfrentamientos. Y esto es muy peligroso que ocurra en estos lares de sangre caliente… ¿O es lo que se está persiguiendo en realidad?