NUESTRA MEMORIA

La imagen plural del sacrificio

No es misión, de quien, teóricamente, pretende ser gobierno de todos los españoles, fomentar el error, el rencor, la ignorancia, el revanchismo o la tergiversación de la Historia.

Publicado en el Nº 360 de Desde la Puerta del Sol, de 11 de octubre de 2020. Extra dominical sobre la "memoria histórica y democrática", entrega IV. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.​​​


De: La pasión iconoclasta. Entre el revanchismo y la ignorancia. En Bullón de Mendoza, A. y Togores, L.: La otra memoria. Editorial Actas, S.L. págs. 40-56, Madrid 2011

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Dos monumentos, en Callosa de Segura y en Alicante, en recuerdo de todas las víctimas de la Guerra Civil española.
La imagen plural del sacrificio

La imagen plural del sacrificio


Ahora, que por parte del gobierno de Pedro Sánchez, siguiendo la estela del de José Luis Rodríguez Zapatero, se pretende recordar solamente a los muertos en el bando que perdió la guerra, borrando de la memoria todo vestigio de los que perdieron la vida en el otro, queremos recordar, aunque sea con carácter simbólico y testimonial, porque sería imposible traer aquí los nombres y circunstancias de todos los que cayeron, los de algunos de ellos para que quede constancia de que la otra memoria no ha sido silenciada y de que a la misma pertenecen personas sin distinción de edad, sexo, condición social o profesión, si bien es cierto que la persecución se cebó más en los miembros de la Iglesia, de la milicia, de las profesiones liberales, de la política,… pero también en intelectuales, abogados, empresarios, profesores, estudiantes, trabajadores manuales, agricultores… Incluso pertenecientes a la familia de la dinastía actualmente reinante en España, gracias al triunfo de aquellos a los que ahora se pretende colocar al margen de la Historia como si fueran proscritos.

Entre estos nombres están: Federico Salmón, primer Director del CEU y ex ministro de la CEDA, en cuya memoria se celebró en Madrid en el año 2008 un congreso bajo el título de La Otra Memoria; los eminentes pensadores Ramiro de Maeztu y Víctor Pradera, el escritor Pedro Muñoz Seca, los periodistas Manuel Bueno y Manuel Delgado Barreto; Ramiro Ledesma Ramos y Julio Ruiz de Alda, Melquíades Álvarez, Fernando Primo de Rivera, Juan Canalejo, María Paz Martínez-Unciti jefa de Falange y fundadora de Auxilio Azul, fusilada junto a las tapias del cementerio de Vallecas, así como Carmen Miedes Lajusticia y más de una treintena de mujeres falangistas de la Sección Femenina ejecutadas a lo largo de los tres años de la guerra.

También cayeron Agustina Simón Sanz, Casilda Castellví Trénor, Carmen Tronchoni Soria y una docena más de mujeres tradicionalistas y un número importante de mujeres de Acción Católica, pues Cárcel Ortí y Fita Revert, en su estudio titulado Mártires valencianos del siglo XX, tienen registrados los casos de 372 hombres y jóvenes y 93 mujeres de Acción Católica. El relato de lo ocurrido a todas estas mujeres, en todos sus detalles, lo encontramos en Rosas y Margaritas (Ed. Actas: 2016), de Laura Sánchez Blanco.

Asimismo fueron asesinados Pedro Poveda Castroverde, fundador de la Institución Teresiana, Ricardo de la Cierva, Arturo Soria, creador de la Ciudad Lineal, Agustín García Fuentes, portero de la casa en la que vivía José Calvo Sotelo; los cien religiosos, novicios y personal de servicio del Convento de los Dominicos de Calatrava, de Almagro; los obispos de Cuenca, Ciudad Real y Jaén, este último, Manuel Basulto Jiménez, asesinado en el conocido como «Tren de la muerte» por un grupo de milicianos, junto a su hermana y a otras 190 personas el 12 de agosto de 1936 en el apeadero del Pozo del Tío Raimundo, próximo a Vallecas después, de que, desde el Gobierno, se dispusiera la retirada de la fuerza que escoltaba el convoy, o el obispo de Teruel, Anselmo Polanco que, con 42 compañeros de cautiverio fueron fusilados el 7 de febrero de 1939 en el lugar de Can Tretze, provincia de Gerona, cerca de la frontera francesa, cuando la contienda tocaba a su fin; los 71 religiosos pertenecientes a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Madrid, Carabanchel Alto y Ciempozuelos (Madrid), Talavera de la Reina (Toledo), Calafell (Tarragona), Sant Boi de Llobregat (Barcelona), siendo su «delito» su dedicación a los más menesterosos; los 479 beatificados a partir de 1987 y los 498 que lo fueron en 2007, hombres y mujeres, casados, solteros y viudos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y laicos, jóvenes y viejos; Sor Apolonia Lizárraga de Zabalegui (Madre Sacramento), torturada en la checa de San Elías y cuyo cadáver nunca fue encontrado;...

Los miles de torturados y fusilados en las celdas y en los fosos del Castillo de Montjuïc; las 230 personas asesinadas con bombas de mano, palos y hachas, tras el asalto a las cárceles de Larrinaga, Casa Galera, los Ángeles Custodios y el Carmelo, de Bilbao en enero de 1937; los presos de los barcos prisión «Altuna Mendi» y «Cabo Quilates», asesinados también en Vizcaya en agosto y septiembre de 1936; los arrojados al mar desde los acantilados en Santander; las tres enfermeras de Astorga, Pilar Gullón Yturriaga, Octavia Iglesias Blanco y Olga Pérez-Monteserín Núñez, voluntarias en el frente y hechas prisioneras en el Hospital de Sangre en Pola de Somiedo el 27 de octubre de 1936 y fusiladas dos días después, tras haber sido ultrajadas y conminadas por sus captores a renegar de sus principios de Dios y Patria; la larga lista de profesores, ingenieros y alumnos de ICAI, montadores y antiguos alumnos del colegio de Areneros que, bajo la leyenda «…Y los halló el Señor dignos de sí» figura todavía en la sede de aquel colegio y actualmente de la Universidad Pontificia Comillas en Madrid.

O los 50 menores, con edades comprendidas entre los 13 y los 17 años, asesinados en noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama, Aravaca y Torrejón de Ardoz o los 63 fusilados, entre los que había 6 mujeres, el 11 de agosto de 1938 en Montjuich.


Mural pintado por Mariano Yzquierdo y Vivas en la capilla del Cementerio de los Mártires de Paracuellos del Jarama.

De la familia Borbón, aparte de los que cayeron luchando en el frente porque se habían sumado a la causa nacional, fueron asesinados Elena de Borbón y de la Torre, fusilada el 24 de septiembre de 1936, Enrique Mª de Borbón y de León y su hijo Jaime de Borbón y Esteban, asesinado en Aravaca el 29 de octubre de 1936, Alfonso de Borbón y de León, muerto en el mismo lugar y fecha que los anteriores; los hermanos Gerardo y Javier Osorio de Moscoso y Reinoso, conde de Altamira y de Trastamara, respectivamente, asesinados en Paracuellos el 28 de noviembre de 1936, Ramón Osorio de Moscoso y Taramona, también muerto en la misma fecha y lugar que los previamente citados y Alberto de Borbón y Castellví, muerto en Madrid el 21 de enero de 1939.

Y, además, todos los que figuran en la documentación contenida en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid: los 11.756 asesinados en Madrid y su provincia; los 99.209 que cayeron en las demás provincias de España bajo el Frente Popular; los 34.737 pertenecientes a la Adoración Nocturna, ANC de Propagandistas, DN de Excautivos, Cuerpo de Correos, Cuerpo de Telecomunicaciones, Ferroviarios y Tranviarios, Magisterio Español, Periodistas, Vieja Guardia Montañera. Y los 2.514 religiosos y religiosas y los 4.352 prelados, sacerdotes y seminaristas.

Al poner punto final a esta recopilación, pretendiendo que sea más bien un punto y seguido, me reitero en lo que expresé al concluir mi intervención en el Congreso Internacional celebrado en el año 2006 en la sede del CEU en Madrid sobre La República y la Guerra Civil, Setenta años después: No es misión, de quien, teóricamente, pretende ser gobierno de todos los españoles, fomentar el error, el rencor, la ignorancia, el revanchismo o la tergiversación de la Historia y quizá vaya siendo ya hora de que nos apliquemos la dedicatoria que aparecía en aquella película titulada La fiel Infantería, estrenada en el año 1960: «A todos los españoles que hicieron esta guerra, estén donde estén, vivos o muertos, larga paz».

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