Crítica literaria

El Ausente, como referente de una actualidad.

Ese hombre que, en nuestros días, sigue siendo el político que fracasó con éxito, en frase del genial periodista Enrique de Aguinaga, ya que, aun cuando no logró construir la España que deseaba en su mente, sí dejó tras sí una impronta de ideología esencial y un prototipo de un estilo para los tiempos futuros.

Publicado en Desde mi campanario, 5 de mayo de 2018. Ver portada de Desde mi campanario en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

Autor.- Antonio Rivero Taravillo
Título.- El Ausente. La novela de José Antonio Primo de Rivera
Páginas: 336. Precio: 20,90 € Formato: 15,5 x 23,5
Editorial.- La Esfera de los libros. Colección Novela histórica
ISBN: 9788491642794


Otro libro sobre José Antonio, exclamará un asiduo a los anaqueles de novedades de las librerías; y esa palabra otro tendrá todo el valor de un diagnóstico ante un fenómeno literario y un testimonio político y social ante el relativismo de nuestros días.

Son casi innumerables, en efecto, los libros que, en lo que llevamos del siglo XXI, tan alejado de aquellas exégesis durante el Régimen anterior, se vienen publicando sobre el fundador de la Falange, Nos preguntamos a qué otro personaje político coetáneo del biografiado se ha dedicado tanta tinta de imprenta. Y la segunda pregunta inteligente es el porqué.

José Antonio Primo de Rivera aparecía citado, en alusiones y referencias, en otras muchas novelas; recordemos, por ejemplo, Camisa azul, de Felipe Ximénez de Sandoval (que ha merecido recientemente una nueva edición en Argentina), la tetralogía de José M.ª Gironella, Tres días de julio, de Luis Romero, Camaradas 74, de Tomás Salvador o, como personaje principal, imposible y ucrónico, en Memorias inéditas de José Antonio Primo de Rivera, de Carlos Rojas; también, como símbolo encarnado en figuras caballerescas, en obras de Ángel María Pascual (Amadís, Don Tritonel de España, San Jorge o la política del dragón). Pero, que uno sepa, nunca había sido escrita una novela histórica cuyo protagonista fuera José Antonio.

Ahora, por primera vez, a la manera de un Galdós o un Fernández de la Reguera, Antonio Rivero Taravillo nos ofrece una suerte de episodio nacional titulado El Ausente, a modo de espléndido regalo para quienes, partidarios o no de las ideas falangistas, pero, en todo caso, con la mente libre de prejuicios, quieran asomarse a las razones de un personaje de la historia de España que, por lo visto, sigue dando que hablar y contribuyendo a mantener las empresas editoriales.

El Ausente recoge los tres últimos años de la vida de José Antonio, es decir, lo que se ha venido en llamar su vida política, con inclusiones rememorativas –sin llegar a ser saltos en el tiempo– en sus recuerdos anteriores; el autor –según propia confesión recogida en el epílogo– se ha documentado previa y profusamente a la hora de retratar a su biografiado; así, para los conocedores, pocos episodios pueden sorprender por su contenido, aunque sí por el enfoque; para los no versados, cada página puede ser un descubrimiento.

Fiel a la cita de Boswell que abre el libro (relatar todo lo importante en su vida, pero entretejiéndose con lo que en privado escribió, dijo y pensó), Rivero Taravillo incluye párrafos enteros de la prosa joseantoniana; estos textos, imprescindibles, quedan en ocasiones fuera del contexto en que se dieron, pero no por ello pierden su valor y dejan de ser decisivos para conocer las ideas y motivaciones del protagonista; el algunos casos, esta situación de estar fuera del contexto, puede deformar, en alguna medida, las apreciaciones de José Antonio sobre el mundo que le rodeaba, como el caso de su opinión final sobre el fenómeno del fascismo, en el que la introducción de un condicional sintáctico (si el fascismo queda en religiosidad sin religión, pasa a ser fundamentalmente falso) trastoca la aseveración original (el fascismo es fundamentalmente falso) del último bosquejo de ensayo de José Antonio, su Cuaderno de notas de un estudiante europeo.

El libro contiene mucho más de historia que de ficción, por supuesto; dejo el análisis de lo primero a los eruditos e historiadores, como mi gran amigo José M.ª García de Tuñón, y me centro en algún comentario de la parte literaria; el autor nos deleita con una excelente prosa poética que, lejos de ser almibarada, parece estar en consonancia con aquella elegancia en el decir y en el escribir que caracterizó al protagonista de la obra.

Otro acierto es la alternancia de capítulos en primera persona, en los que José Antonio habla, reflexiona, se enfada, duda y ama (no se obvia su vida sentimental, como es de rigor), como ser humano elevado, malgré lui, a la condición de hombre público y de líder de un partido revolucionario. Vemos de este modo su peripecia histórica y personal desde dentro y desde fuera, con las contradicciones inevitables entre deseos y realidades, lo que pudo ser y lo que fue; con ello, se ofrecen al lector muchas claves de la historia de aquellos turbulentos años. En esta narración de hechos, no se hurtan al lector de la novela episodios favorables o desfavorables, en un ejercicio de objetividad por parte de Rivero Taravillo ejemplo para historiadores y cura de humildad para apasionados.

He leído casi de un tirón El Ausente, en algunas ocasiones interrumpiendo la lectura para confrontar un dato o una cita textual, pero no me arrepiento en absoluto. Me ha servido para comprender mejor, si cabe, a un José Antonio hombre de carne y hueso y no mito.

Ese hombre que, en nuestros días, sigue siendo el político que fracasó con éxito, en frase del genial periodista Enrique de Aguinaga, ya que, aun cuando no logró construir la España que deseaba en su mente, sí dejó tras sí una impronta de ideología esencial y un prototipo de un estilo para los tiempos futuros.