Huellas de nuestro paso

El Frente de Juventudes y la juventud trabajadora.

Un decreto del Ministerio de Trabajo de 1941 ya estableció los permisos de los aprendices en las empresas para acudir a las enseñanzas del Frente de Juventudes.

Publicado en la revista Lucero, núm. 143, 2º trimestre de 2021. Editado por la Hermandad del Frente de Juventudes | Doncel - Barcelona. Ver portada de Lucero en La Razón de la ProaSolicita recibir el boletín semanal de LRP

El Frente de Juventudes y la juventud trabajadora


La Ley Fundacional (6-XII-40) asignaba las funciones del Frente de Juventudes respecto de toda la juventud española no afiliada (es decir, los llamados encuadrados) y que se encuentren en centros de enseñanza o de trabajo; estas funciones se concretaban en la iniciación política y la educación física. La juventud trabajadora, pues, no afiliada a las Falanges de Voluntarios (Falanges Juveniles de Franco, después), quedaba por ley incluida en la acción de la Delegación.

Un decreto del Ministerio de Trabajo de 1941 ya estableció los permisos de los aprendices en las empresas para acudir a las enseñanzas del Frente de Juventudes, que se concretaron en una orden de 1942: una hora semanal o seis días laborables para la iniciación y quince días para cursos nacionales; más tarde, se establecieron diversas modalidades para estos permisos, siempre de obligado cumplimiento por parte de las empresas, y ya en 1945 se ampliaba el período vacacional a veinte días para que los jóvenes trabajadores asistieran a campamentos o cursos. Es innegable que la presencia de José Antonio Girón en el Ministerio de Trabajo fue decisiva a la hora de lograrse esta colaboración con el Frente de Juventudes.

Las fases de esta formación entre los aprendices fue la siguiente: una primera general, de iniciación básica, en las llamadas Misiones Culturales; una selección de los participantes en esta daría paso a los Cursillos de Pre-Capacitación Social, y, tras una nueva selección, los jóvenes podrían acceder a los Campamentos Nacionales de Formación.

Los mayores éxitos se lograron en los turnos campamentales de hijos de mineros en Riaño (León), por donde llegaron a pasar 22.000 acampados. En el resto de actividades no se consiguió un gran impacto social, debido, en parte, a la falta de medios humanos de las Delegaciones. para cubrir las necesidades (problema común a toda la obra del Frente de Juventudes) y, por otra, porque, de hecho, no existían o no se aplicaban medios de presión para que los empresarios accedieran a facilitar la asistencia de sus trabajadores a las Misiones o los Cursos, y ello a pesar de que la normativa quedaba especificada en los Contratos de Aprendizaje. También es obligado mencionar los Concursos de Formación Profesional, que tuvieron gran relevancia.

La Norma Orgánica de la Delegación Nacional de la Juventud, en 1970, recogió las funciones asignadas al histórico Frente de Juventudes, consiguiendo un cierto auge y mejora en las actividades; así, además de las Misiones Culturales y de los Cursos de Pre-capacitación, se realizaron los llamados Cursos-Temple y varios campamentos (Vulcano, como denominación) para jóvenes trabajadores, así como una promoción del asociacionismo juvenil en estos ámbitos.

En las sesiones formativas se incluían información jurídica de tipo laboral y sindical, historia del sindicalismo, educación cívico-social, sociología y, en épocas recientes, técnicas de actividades de tiempo libre. La Sección Femenina, por su parte, realizaba parecida labor dentro del Servicio Social.

No fueron pocas las situaciones de conflictividad que se plantearon en algunas empresas, al tener los jóvenes trabadores información de sus derechos y obligaciones legales en el trabajo; hubo empresarios que llegaron a tildar de comunista la labor que realizaba el Frente de Juventudes entre los aprendices que acudían a los diversos cursos de formación.