Editorial | Trocha

El eje de la historia del hombre.

Pidamos al Niño de Belén que nunca decaigamos en nuestros valores, en nuestras esperanzas y en nuestros objetivos de lograr una sociedad más justa, más libre y más hermanada...


Editorial tomada prestada de la revista Trocha, publicado en su núm. 242, de diciembre de 2022. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en La Razón de la ProaSolicita recibir el boletín semanal de LRP.

El eje de la historia del hombre


Evidentemente, el señor Fukuyama se equivocó en sus predicciones sobre el final de la historia; aquella pretensión de que el sistema democrático-liberal era un punto final y de que todos los pueblos de la Tierra, bajo su influjo, derivarían en felices y libres, ha resultado un fiasco; prosigue la injusticia y la opresión (de todo tipo), sigue habiendo guerras, las culturas ⎼tan diversas⎼ no se encuentran entre sí, y, ⎼para más inri⎼ el propio mundo occidental duda de sí mismo y pone en tela de juicio sus valores esenciales.

Se aproxima la Navidad; de hecho, nos la vienen anunciando desde los escaparates, una vez pasó el tontorrón Halloween, desde los anuncios televisivos; se engalanan las calles de luces (consentidas, a pesar del ahorro energético) y la fiebre consumista vuelve a subir, a pesar del IPC y esas cosas. Sin embargo, nosotros sabemos de sobra que la Navidad no es nada de eso.

Para los creyentes, la Navidad es el eje de la historia, pues el nacimiento del Hijo de Dios es un punto de arribada de las promesas contenidas en el Antiguo Testamento, el cumplimiento de la Redención y la esperanza de la Salvación, según lo quiera o no el hombre dotado de dignidad (sello de ser creado), libertad (capacidad de elección entre el bien y el mal) e integridad (compuesto de alma y cuerpo). A partir de esas verdades, surgen las tradiciones populares, los cantos de villancicos, las reuniones familiares, y todo lo que se quiera para manifestar la alegría por esa Buena Nueva. Y la lección de humildad que se encierra en ese pesebre de Belén, entre gentes humildes y sinceras. ¡Pues sí que tiene que ver con la fiebre consumista y con las navidades laicistas que se promocionan desde los poderes públicos!

La Navidad adquiere, así, en nuestros ámbitos culturales, un bello tinte de tradición secular; Europa ⎼la que ahora duda de sí misma⎼ nació de los valores cristianos, y todo lo demás puede ser impostura. España, en concreto, celebró la Navidad con su legado propio, como una herencia que las familias transmitían de padres a hijos.

Nosotros nos hacemos herederos de ese legado con alegría y constancia; las tardes navideñas de nuestros hogares, los nacimientos ingenuos montados por los flechas, los coros de villancicos… Sin olvidarnos de aquella celebración propia del Día de la Madre, el 8 de diciembre, en que cada escuadra festejaba a las madres de todos los escuadristas. Ahora, como veteranos, reiteramos nuestras tradiciones juveniles. Y, sobre todo, la celebramos como lo que es: ese eje en la historia de la humanidad.

Pidamos al Niño de Belén que nunca decaigamos en nuestros valores, en nuestras esperanzas y en nuestros objetivos de lograr una sociedad más justa, más libre y más hermanada.


Nota de LRP. Respecto al texto que figura en la fotocomposición de cabecera, esta es la frase completa:

«Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos  de nuestra Historia, sea respetado y amparado como se merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta —como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión— funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo»

(Del discurso de la fundación de Falange Española, pronunciado por José Antonio Primo de Rivera en el teatro de la Comedia, de Madrid, el día 29 de octubre de 1933).