Opinión

El sectarismo radical de la izquierda

El rodillo parlamentario de la extrema izquierda se abre paso a golpe de ley, Real Decreto y Orden, sin complejos, pero con prepotencia, con su programa de demolición de nuestra identidad nacional. España está en gravísimo peligro, al menos como la entendemos y amamos algunos..

Publicado en el núm. 142 de 'Cuadernos de Encuentro', de otoño de 2020.
Editado por el Club de Opinión Encuentros
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El sectarismo radical de la izquierda


Un nuevo modelo de sociedad se ha construido y se está reforzando con el triunfo de la posverdad. Es decir, aquella en la que la subjetividad se impone falsificando y adulterando la objetividad de una manera consciente y premeditada. Es una distorsión deliberada y responsable de la realidad.

En este escenario, se busca con ahínco las opiniones y emociones que se suscitan desde la mentira defendida, desde la negación de las evidencias. El ataque contra lo tradicional es la oscura intención del nuevo orden triunfante. Ocurre a escala planetaria, no solamente en nuestra Patria, demoliendo con saña, con inquina y rencor, los pilares convencionales de nuestra sociedad.

No hay institución considerada culturalmente cristiana que no sea objeto de su agresión. El modelo de familia, la identidad de las personas y la moral social son avasallados por la contundencia de las campañas y las iniciativas legislativas. Otras instituciones menos convenientes son atacadas con beligerancia y encono como son las Fuerzas Armadas, la Iglesia, los partidos, asociaciones y fundaciones tradicionalistas, o cualquier otra que represente un obstáculo para la conquista deseada.

El empuje de tal concepción de la vida y del hombre es tan apabullante y real que, en el año 2016, la Universidad de Oxford declaró a la posverdad como la palabra del año. Así lo recogió su reconocido y prestigioso diccionario. La tragedia queda así descrita y definida, sin embargo, ajeno a lo semántico, es la perversidad ética y moral que subyace de las pretensiones de sus acólitos defensores.

En España la situación es mucho más dramática y evidente. La llegada al poder de la izquierda social-comunista, chavista y bolivariana, acompañados por cohortes de mercenarios de la anti España se hace sentir de forma cruel. Desde el 2018, con el triunfo socialista en la innombrable moción de censura perpetrada y, peor aún, desde la coalición con los marxistas de Podemos, todo ha empeorado. Vientos de guerra sobrevuelan el ambiente.

El rodillo parlamentario de la extrema izquierda se abre paso a golpe de ley, Real Decreto y Orden, sin complejos, pero con prepotencia, con su programa de demolición de nuestra identidad nacional. España está en gravísimo peligro, al menos como la entendemos y amamos algunos. A mi memoria viene un libro magnífico, de Blas Piñar López, titulado de manera premonitoria: Combate por España. Les recomiendo encarecidamente su lectura.

Las huestes filo comunistas y sus cómplices imponen la ética del pensamiento único y excluyente. Persiguen, proscriben y prohíben la divergencia ideológica, acosan y atacan con ferocidad el pensamiento crítico contrario. La amenaza es real, está presente y se anuncia desde la tribuna parlamentaria, se pregona en las ruedas de prensa y se vitorea en los mítines electorales. Los medios de comunicación, serviles a su amo, se convierten en los altavoces de sus pregones de odio e intransigencia disfrazada de tolerancia.

A diario, los folletines informativos, al más puro estilo castrista nos manipulan y controlan. Nos han convertido en rebaño social. Las terminales mediáticas ponen en marcha el ventilador de la calumnia, la infamia y tergiversación. La propaganda partidista y los voceras paniaguados ejercen su oficio con tenacidad y terrible eficacia.

Los ejemplos del sectarismo exhibido son numerosos. El mayor ejemplo lo representa la mal llamada Ley de la Memoria Histórica (Ley 52/2007 de 26 de diciembre). Revanchismo puro, manipulación de la verdad, alteración de la realidad, falta de objetividad y auténtica memoria. Me sumo a cualquier iniciativa que se tome a favor de su abolición. Es verdaderamente desleal y ofensiva a la memoria colectiva. Se aspira a reescribir la historia trasgrediendo los hechos ocurridos. Es parcial, subjetiva e intencionadamente frentista. Algunos de sus contenidos son absolutamente insultantes y carentes del menor espíritu científico.

Por ejemplo: el Real Decreto 1792/2008 referido a la nacionalidad, es decir, la concesión de la nacionalidad a los integrantes de las Brigadas Internacionales, que ahora se aspira a extender a carabineros y maquis; el real Decreto 1791/2008 relativo a la reparación y reconocimiento personal a quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura. Todo un alegato que olvida a los represaliados en el bando republicano y a los asesinatos indiscriminados en las checas; la Orden 6/11/2008 relativa a la retirada de símbolos franquistas es obscena, lasciva. De forma aleatoria por la Orden 19/2/2009 se crea y regula la Comisión Técnica de Expertos para la valoración de los supuestos determinantes de la excepcionalidad en la retirada de los símbolos.

Podría seguir señalando párrafos, artículos y normativa discriminatoria. Una auténtica vergüenza para los libros de historia. Pero aquí no termina la sed de venganza y el odio. Una nueva Ley de Memoria Democrática se anuncia. Es todavía peor y va más allá que la anterior. Se pretende declarar ilegal el franquismo y reconvertir la basílica del Valle de los Caídos en un centro de reeducación al estilo Pol Pot de los jemeres rojos.

Se prohibirá y perseguirá cualquier tipo de apología, exaltación o defensa del régimen de Franco. Tiempos difíciles se barruntan para la Fundación Nacional Francisco Franco. No tardando, se abrirán museos, archivos, bibliotecas, centros de estudio e investigación para presentarnos el comunismo como el régimen a seguir. Por cierto, en la futura ley de educación se pretende que imparta, como contenidos, la represión franquista. ¿No es demasiado? ¿Les pareció cualquier cosa la exhumación de los restos de Franco profanando suelo sagrado?

No puedo dejar de señalar en este momento que, desde hace años llevo solicitando participar en las asociaciones que buscan y exhuman a las víctimas represaliadas y, según ellas, aspirantes a recuperar una memoria histórica secuestrada. La negativa ha sido la respuesta, pese a mi reiterada disposición a colaborar en el empeño de alcanzar la superación de la amnesia a la que hemos llegado. Varias veces lo he intentado y nunca me lo han permitido. No quieren testigos externos, no pretenden alcanzar la auténtica verdad.

La aprobación en sede parlamentaria de esta ley no alcanzó el pleno acuerdo. Su aceptación no fue unánime. 185 votos a favor y 135 en contra en el Congreso; 127 a favor y 119 en contra en el Senado. Los escrúpulos del Gobierno de Mariano Rajoy, tan gallego como en tantas cosas, no quiso aprovechar la ocasión para efectuar su derogación. Practicó la política de lavarse las manos sin querer adivinar lo que se nos venía encima. Las tropas de la izquierda más recalcitrante de toda Europa llamaban a la puerta de palacio. El asalto estaba decidido.

¿Qué decir de nuestra educación? Una trayectoria abominable de fracaso educativo nos acompaña desde hace décadas. La libertad de enseñanza corre gravísimo peligro. Una nueva ley nos amenaza. La LOMLOE (Ley Orgánica de la Modificación de la LOE) se está cocinando, la llamada Ley Celaá, en honor a nuestra ilustre e iluminada ministra. Se trata de una nueva norma que viene a «mejorar» el desastre de la LOE (Ley Orgánica de Educación) aprobada por el PSOE en 2006. El sectarismo, el dirigismo ideológico y el laicismo militante se plasman en el borrador de la norma anunciada. Anteriormente ya me he referido al deseo de adoctrinamiento desde las aulas, mediante el secuestro de la historia, ahora me refiero también, al ataque contra la enseñanza concertada y la defensa de la enseñanza pública como alternativa.

La ideología de género, la posverdad y el relativismo se implantan a través de la educación. Se quiere arrebatar a los padres la capacidad en la elección de centro y, se aspira a instaurar asignaturas y contenidos palmariamente orientados al nihilismo, el hedonismo y el laicismo. Feminismo de zambomba y pandereta, intrascendencia religiosa y frialdad emocional irrumpen con estrépito en las aulas. Un anti clericalismo declarado instiga el atropello en materia, tan seria y delicada, para el presente y futuro de España como nación.

Tres leyes de educación socialistas hemos sufrido los educadores: LODE (1985), LOGSE (1990) y LOE (2006). A cada cual peor. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a través de los informes PISA (Programa Internacional para Evaluación de Estudiantes) nos señalan permanentemente como paladines del fracaso escolar. Ésta es la forma, el fondo es demoledor. La cultura del todo vale, la desaparición del esfuerzo, trabajo y sacrificio es real. Es más fácil aprobar que suspender.

El buenismo y el colegueo, el igualitarismo y la falta de autoridad del profesor están a la orden del día. Detrás de eufemismos varios, se enmascara el deseo fehaciente de crear un modelo de pensamiento único, exclusivo, intransigente con lo divergente, con lo tradicional y religioso. Los estrados de los profesores se han convertido en los nuevos púlpitos de la nueva religión. Sermones y textos cuajados de mensajes subliminales encorsetan la visión de los alumnos, educando sus conciencias y enlatando su capacidad de discernimiento.

Tengo treinta y dos años de experiencia educativa para avalar mi opinión, y dos hijos para haber apreciado el panorama descrito. La educación es una batalla que no nos podemos permitir perder, es una durísima pelea que hay que librar desde una escuela de valores contraria al materialismo y un positivismo desbordante. El futuro de nuestra sociedad y el presente de nuestros hijos están en juego.

La Constitución española en su artículo primero, párrafo 1 del Título Preeliminar que «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». Lo cito literalmente. Pues bien esto solamente es extensivo, de forma unívoca, para los portavoces de la «nueva normalidad», de los mismos que están convirtiendo España en un estado de malestar y deshecho y desecho, que no es lo mismo.

¿Les parece que existente independencia del poder judicial? ¿Creen que la división de poderes es real? Nuestro preclaro jefe de Gobierno y su particular club de la tragedia, léase Consejo de Ministros, ya lo comentó en una entrevista de una forma arrogante y descarada. La justicia intervenida, mediatizada y puesta al servicio de los intereses espurios del ejecutivo.

La cuestión de Cataluña, la designación de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, el nombramiento del Fiscal General de España, las intromisiones del ministro Fernando Grande-Marlaska, el ejercicio del poder ejecutivo a golpe de Real Decreto y Orden Ministerial, y tantas otras actuaciones legitiman, vía legal mediante ordenamiento jurídico, la implantación del sectarismo apuntado. Se regula la legalidad de forma torticera y fraudulenta.

El barón de Montesquieu, Charles Louis de Secondat, autor del tratado de teoría política y derecho comparado, publicado en 1748 bajo el título El espíritu de las leyes quedaría ingratamente sorprendido. Es el mismo autor al que invocan los ilustrados progresistas de la nueva hornada socialista en sus soflamas. Hacen lo que no dicen, declaran lo que no hacen.

¿Y qué decir del asunto LGTBI? Me refiero a todas aquellas personas, iguales por ley, incluidas dentro del grupo de lesbianas, gais, transexuales o transgéneros, bisexuales, intersexuales y, ahora, queer. Estos últimos, propugnan la desaparición de la sexualidad normativa, pretende revocar lo socialmente aceptado, esto es, la vida heterosexual, la monogamia, las relación es entre personas de la misma edad –se acepta la apertura a explorar relaciones intergerenacionales–, etcétera. No tardaremos en ver uniones de humanos y animales. Por ese camino se circula.

La ideología de género no permite contradicción, crítica o discusión. Se acepta y se impone socialmente en la escuela, en los medios de comunicación y se implanta con rigor. Cualquier disidencia se califica de homófoba y xenófoba. El ataque a los modelos tradicionales de familia, a los matrimonios cristianos, a la moral conservadora está al orden del día. Burla, mofa, transgresión, ofensa y descalificación exhiben mientras reclaman esto precisamente. Intolerantes reclamando tolerancia, transigentes con la pluralidad haciendo gala de la intransigencia, irreverentes con la religión y la tradición a la par que demandan respeto para su concepción del «progreso».

Quieren normalizar, con el objetivo de naturalizar, su concepción excluyente de la diversidad elogiada, defendida y solicitada. La profanación de esa pluralidad les lleva a atacar, sin mesura, ni impedimento, la moral ajena, pretendiendo convertir en moral social su particular moral personal. Una vez más la capacidad de imposición, de intimidación del pensamiento único logra su meta. O piensas como yo, o eres un retrógrado y un delincuente.

Una lucha desigual se está librando y se está perdiendo. La indiferencia y el desconocimiento; la indolencia y la falta de respuesta, seria, decidida, firme y valiente no se está dando. Hay focos de resistencia ideológica sí, pero el desequilibrio de fuerzas es brutal. La educación, los medios de comunicación, la política y, en general, la vida social, con su negligente neutralidad, son recursos muy eficientes en la divulgación y dispersión del sectarismo enunciado. La ética de valores fundamentales, entendidos como auténtico sostén del modelo tradicional, cede terreno de forma clamorosa, alarmante y trágica.

Los maestros de la sospecha han creado su particular escuela, de manera triunfante y omnipresente en todos los ámbitos. Tengo esperanzas, ilusiones y principios desde los que pelear. Mi Patria, España, merece el empeño y afrontar la pelea, aunque esta sea encarnizada. Me niego a legar en herencia a las generaciones venideras un futuro yermo y estéril, una nación arruinada, empobrecida y arrasada por la mentira, la miseria espiritual y la pobreza moral. Hagamos nuestro el eslogan de ellos: «No pasarán».