COMUNICADOS

Con motivo del día de San Fernando

Confiados en que el ejemplo de nuestro Capitán San Fernando ilumine las dudas de tu caminar por el mundo.


Mensaje enviado a los miembros de la Hermandad Doncel por la junta rectora de la entidad.
Ver portada de Mástil Digital en La Razón de la Proa.

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Estatua ecuestre de Fernando III en Sevilla, de fondo una vigilia en su memoria celebrada en la misma plaza sevillana en donde se halla el monumento.
Con motivo del día de San Fernando

Comunicado Dia de San Fernando

Este año, como ya habrás sospechado, no celebraremos nuestra tradicional cena de San Fernando en honor de nuestro patrón de juventud por razones que, por su obviedad, resulta ocioso siquiera mencionar.

Hemos decidido suspenderla y no aplazarla, por considerar que una celebración anual, si se hace lejos de la fecha, pierde algo de su sentido y significado; en segundo lugar, también porque, aun cuando la decisión hubiese sido la de aplazarla, lo cierto es que, a día de hoy, no tenemos la menor idea de cuándo podría hacerse, tan incierto como está, por el momento, el futuro más próximo.

Esperamos que el año 2021 sea más propicio y podamos homenajear a san Fernando en el día en que se recuerda su cristiana muerte, en 1252.

Mientras tanto, recordar algo de su vida nos parece un buen modo de señalar este día y de honrar al rey, cuyas virtudes guerrero y santo han sido para nosotros paradigma de comportamiento y concepto de vida firmemente arraigado.


El futuro rey Fernando vino al mundo, según parece, en 1199, en Peleas de Arriba, una sencilla aldea situada entre Zamora y Salamanca, en el transcurso de un desplazamiento de sus padres, los reyes de León, Alfonso IX y doña Berenguela.

Por herencia de su padre, Fernando III fue rey de León cuando aquel murió en 1230, y ya lo era de Castilla, desde 1217, por cesión de su madre, Berenguela , hija por cierto del vencedor de las Navas de Tolosa, Alfonso VIII de Castilla. Así, a partir de 1230, Fernando reúne en su Corona ambos reinos, que ya no se separarían, tras algunos siglos de azarosos episodios de unión y desunión.

Fernando impuso el castellano como idioma común de todos sus reinos, y también como idioma administrativo. Quedaban lejos los tiempos en que en la corte de León se burlaban de aquella forma de hablar, tan rara, que tenían los colonizadores que bajaban de Vasconia y Asturias a poblar las peligrosas tierras de frontera de la cuenca del Duero, en aquel lejano condado del rey de León al que llamaban Castilla.

Hombre de ciertas habilidades literarias, Fernando reforzó la calidad de la naciente Universidad de Salamanca, que venía a sustituir al famoso Estudio General de Palencia, el cual no logró prosperar como sede de altos estudios. También durante su reinado se construyeron las catedrales de Burgos y León y se iniciaron las obras de la de Toledo.

La derrota de los almohades, en 1212, a manos de su abuelo materno, Alfonso VIII de Castilla, junto con los reyes de Aragón (Pedro II) y de Navarra (Sancho VII) y huestes del rey de Portugal, en las Navas de Tolosa, lugar cercano a la localidad de Santa Elena, abrió las puertas del valle del Guadalquivir, penúltimo hito de la Reconquista, a falta de la caída del reino nazarí de Granada unos 260 años después. Es obra de Fernando y, posteriormente de su hijo Alfonso X, llamado el Sabio, el sometimiento de la mayor parte de Al Andalus, cuyos principales hitos, en lo que concierne a Fernando, fueron la conquista (puede decirse que casi imprevista) de Córdoba, en 1236, y de Sevilla en 1248, ciudad ésta de la que es su patrono.

Fue un vencedor magnánimo con sus adversarios, dentro, naturalmente, de los patrones y moldes de las conductas bélicas de la época: nada, claro, que tenga que ver con los ideales de los tiernos caperucitos del buenismo moderno progresista, pero sí en comparación con el trato que solían recibir las poblaciones conquistadas según las duras reglas de la guerra de aquellos tiempos: ser pasados a cuchillo o vendidos como esclavos.

Fernando, hombre de espíritu cristiano y caballeresco y, por lo tanto, superior, no parece haber caído nunca en esa práctica, permitiendo, por el contrario, que los pobladores de las ciudades conquistadas saliesen, eso sí con poco más que lo puesto: también se debía a sus soldados, que esperaban obtener algún botín de la victoria, forma habitual de cobrar los servicios militares en la época.

Fue canonizado en 1671 por el Papa Clemente X siendo rey Carlos II. Fue hecho patrón de la juventud (de Juventudes, para mejor concretar) por nuestra propia voluntad, sin intervención de ningún papa, que prefirieron hacer patrón de la juventud a San Luis Gonzaga (Benedicto XIII en 1726, confirmado por Pío XI en 1926).

La muerte, por hidropesía, sorprendió al rey Fernando el Santo en Sevilla, donde tenía instalada su corte desde la conquista de la ciudad. No pudo cumplir su último objetivo, que era, una vez sometido a vasallaje y al pago de parias el reino de Granada, conquistar el norte de África.

Ese mismo ideal, dos siglos y medio después, sería acariciado por la reina Isabel I de Castilla, aunque hubo finalmente de descartarlo posiblemente a causa del proyecto geográfico, y comercial, que le proponía un tal Colón. Esa fue una de las encrucijadas de la historia de España: ¿África o las Indias?. Fueron las Indias.


Tampoco este año entregaremos la distinción al Servicio que entrega todos los años la Hermandad Doncel a algún camarada destacado en su contribución a los ideales y principios que sostiene nuestra asociación.

Ni podremos, esta vez, recordar, invocando su nombre, a los camaradas que este año nos han abandonado para ir a ocupar su lugar en el Paraíso, lugar de paz y exigencia, como sugería José Antonio. Si está de Dios, recordaremos a todos nuestros muertos de este año en la cena del año que viene.

Confiados en que el ejemplo de nuestro Capitán San Fernando ilumine las dudas de tu caminar por el mundo, recibe un cordial saludo a nuestro estilo.

La Junta de la Hermandad Doncel


 

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