Sobre la denominada violencia machista

Lo más correcto sería calificar este tipo de actos delictivos como violencia de pareja o expareja.

​​​​​Publicado en primicia en la sección opinión del digital Sevilla info (18/ABR/2024), posteriormente recogido por La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

Según el DRAE, machismo es la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres, y también, una forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón; mientras que feminismo es un término que se refiere al principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como al movimiento que lucha por la realización efectiva de dicha igualdad en todos los órdenes. O sea, que no estamos ante términos opuestos, porque el machismo tiene una connotación negativa de prepotencia discriminadora, de la que carece el feminismo, que atendería a la lucha por la igualdad.

Aunque suene raro y no lo utilicemos, el (des)calificativo opuesto al machismo sería hembrismo: concepción o actitud que presupone la superioridad de las mujeres respecto de los varones. En consecuencia con esto, y por mucha matraca que nos den, incluso desde las leyes, no es correcto denominar violencia machista a la ejercida por un hombre contra una mujer concreta que es o haya sido su pareja, en tanto que no la agrede ni ataca por prepotencia y discriminación por el hecho de ser mujer, sino por mantener o haber mantenido una relación afectiva con la víctima. Al igual que tampoco cabría denominar violencia hembrista a la ejercida por una mujer contra un hombre concreto que sea o haya sido su cónyuge o pareja.

En realidad, lo más correcto sería calificar este tipo de actos delictivos como violencia de pareja o expareja; reservando la violencia machista sólo para casos en que los hombres agredan a mujeres por el único motivo de ser mujeres y sin previa relación afectiva entre ellos, como suele suceder con los denominados depredadores sexuales y con los violadores y agresores grupales que actúan en manada.

Como en toda patología social, distinguir entre unas y otras situaciones es fundamental, tanto para la prevención como para la diagnosis y posible tratamiento jurídico y penal de cada caso. Pero interesados planteamientos políticos, no exentos de provechos lucrativos, interfieren poderosamente en este manipulado asunto…