SEMBLANZAS

Un alférez falangista en la pluma de Ilyá Ehrenburg

Su gran espíritu militar, no satisfecho con anteriores hechos de armas durante la Guerra Civil española, le hizo ser uno de los primeros en alistarse en la División Española de Voluntarios, partiendo al frente de Rusia en las primeras expediciones.


Publicado en el núm. 139 de Cuadernos de Encuentro (CdE), invierno de 2019. Editado por el Club de Opinión Encuentros. Ver portada de CdE en La Razón de la Proa (LRP).  Recibir el boletín semanal de LRP (servicio gratuito).

2020-01-28-alferez-mercadal-1w
En primer plano el alférez Mercadal, a la derecha Ilyá Ehrenburg. El guión-banderín corresponde a la Centuria "Jorge Mercadal Roig", de las FFJJ de F.
Un alférez falangista en la pluma de Ilyá Ehrenburg

Un alférez falangista en la pluma de Ilyá Ehrenburg


Sería a finales del año 1958, cuando tuve la primera noticia sobre la existencia de un caído falangista llamado Jorge Mercadal Roig. Por aquel tiempo era muy normal que los afiliados de los grados mayores de las Falanges Juveniles (guías y cadetes) participaran en actos de carácter político organizados por otras instituciones del Movimiento.

Así, a través de la asistencia a uno de ellos, en la sede del Dto. VIII de FET y de las JONS, de Barcelona, pude observar un guion o banderín correspondiente a una unidad de la llamada Primera Línea de la Falange, que lucía, bordados en hilo de plata, el nombre y apellidos del citado caído.

Sin embargo, nadie, en aquel lugar, nos explicó a los jóvenes curiosos el historial político y militar de quien figuraba como símbolo de aquella centuria. Simplemente pudimos saber que esa persona había sido vecina de la populosa barriada barcelonesa de Gracia, que se había alistado en la División Azul y había muerto en Rusia.

En aquel entonces no me planteaba, en absoluto, el hecho de que, para alcanzar el honor de dar nombre a una unidad del Movimiento, lógicamente, debía tratarse de un personaje con méritos notables.


Nuevas noticias sobre el alférez


Transcurrieron muchos años, se extinguió la Secretaría General del Movimiento (1977) y, con ella, todas las instituciones y organismos dependientes de tal Ministerio. Jorge Mercadal Roig, el que había sido símbolo y ejemplo para un nutrido grupo de militantes del Movimiento, como tantos otros, desapareció por el sumidero de la Historia.

Sin embargo, tiempo más tarde, empeñado quien suscribe en conocer detalles sobre la presencia y acciones de nuestros compatriotas de la División Azul en Rusia, tuvo ocasión de leer un escrito de Ilya Ehrenburg que mencionaba, precisamente, a nuestro hombre.

En ese texto el escritor comunista narra unas cosas que difícilmente pueden ser creíbles; estaba claro que la tarea de propagandista de guerra, que dicho periodista tenía asignada por el gobierno de la URSS, la cumplía con rigor. Recordemos que fue un convencido seguidor de Stalin.

A partir del advenimiento de la Segunda República española pasó largas temporadas en nuestro país y publicó un primer libro titulado España, república de trabajadores (1932).

Después, durante la Guerra Civil, volvió a visitarnos para apoyar al Frente Popular, publicando dos nuevos libros relacionados con el conflicto bélico español: No pasarán (1936) y Guadalajara, una derrota del fascismo (1937). Se le concedió el Premio Stalin en 1942 y, en 1946 se le nombró miembro del Soviet Supremo.

Pero, lo que verdaderamente le dio triste fama a ese escritor comunista fueron los textos publicados en el periódico del Ejército Rojo, cuando este entraba en Alemania, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, incitando a los soldados soviéticos:

“¡Maten! ¡Maten! En la raza alemana no hay nada aparte de mal. ¡Acaben con la bestia fascista de una vez para siempre en su guarida! Apliquen fuerza y rompan el orgullo racial de esas mujeres alemanas. Tómenlas como su despojo legal ¡Maten! Cuando su asalto avance. ¡Maten, ustedes, bravos soldados del Ejército Rojo!”.

Seguidamente reproducimos el texto que fue publicado en el boletín Blau Divison, de Alicante, en su número 643, correspondiente a febrero de 2013, el cual fue obtenido, a su vez, del original publicado en Moscú el 5 de enero de 1942:

Desilusión de un mercenario

El teniente Jorge Mercader (sic) era un fascista probado, fiel acólito de los verdugos de Berlín. En su tierra Jorge asesinó a no pocos españoles. Quiso ensanchar su campo de acción. Los alemanes le dijeron que en Rusia se podía asesinar confortablemente y saquear con comodidad. El ingenuo Mercader lo creyó, y eso fue lo que le trajo desde la lejana España hasta nuestro país, al sector de Voljov.

A fines de noviembre, Jorge se siente todavía muy animado. Se dedica a merendar y a fumar. En su diario hace constar con satisfacción cómo sus soldados descargan sus rifles contra los rusos. El capitán Alba ha elogiado al teniente Jorge, y éste se encuentra en el séptimo cielo.

Pero el 7 de diciembre, el estado de ánimo de Jorge cambia bruscamente. Escribe en su diario: «La situación es terrible…por la noche recibimos órdenes del Coronel Esparza de dejar las posiciones. A las nueve en punto comienza la retirada; abandonamos todo el material…». Maravillosa transformación: antes todo era estupendo y ahora la situación se hace terrible.

Los rusos inesperadamente atacaron a los fascistas; como es natural, el teniente Jorge no esperaba tal afrenta. El valiente Jorge abandonó el mortero y huyó con toda felicidad. Por eso ahora se encuentra un poco más tranquilo: «La retirada se está efectuando con éxito, aunque me da pena mirar a los pocos soldados supervivientes, apenas son capaces de arrastrar los pies. La gente está desnuda, cansada, se muere de hambre y frio. Estoy al mando de los restos de la primera y tercera Secciones -50 hombres en total-; no son soldados, son despojos sin fuerzas, sin víveres ni municiones, sin moral. Para cinco ametralladoras solo tenemos ocho cintas». Lo que más pena le da al teniente es su propia situación.

¿Qué decir de los soldados si el mismo orgulloso Jorge está hecho un piojoso? «Hace un mes que no nos lavamos. Llevo los calcetines rotos, los calzoncillos destrozados, y estoy lleno de piojos». El cuadro es conocido: el piojo es un insecto irrespetuoso, lo mismo pica al barón prusiano que al hidalgo español.

El 22 de diciembre Jorge está radiante de júbilo: al pobre imbécil le prometieron enviarle a casa a mediados de enero. Y anota en su diario: «Esta noticia me ha animado de tal manera que hasta me he puesto a cantar».- Pero “demasiado pronto canta el pajarillo”: después de la agradable notificación, comenzó un desagradable bombardeo. Jorge tiembla de miedo. Y, para colmo de males, por primera vez le invade la duda sobre la invencibilidad de sus amos de Berlín.-

Pasan unos días más y Jorge anota en su diario algo completamente inusitado: «El estado de ánimo de nuestra división es ahora del todo adverso a los alemanes». En vano se esforzaron los hitlerianos en traer a los españoles a pelear contra los rusos, ahora resulta que los españoles solo sueñan en volver las armas contra los propios alemanes.

Mientras los falangistas españoles disputan con los alemanes, los rusos prosiguen con su ofensiva. Jorge ve como huyen los alemanes y luego con la conciencia tranquila, huye también.

Después de tomar aliento, saca su diario y anota: «En la actualidad la división española es un verdadero caos. Sus unidades están deshechas. No tienen espíritu combativo ni municiones. Falta la confianza en los mandos. Los jefes son una perfecta nulidad. Tenía razón nuestro general Queipo de Llano, al escribir a uno de mis soldados: “He perdido la fe en España y en sus dirigentes: la División Azul llegó aquí para cubrir de gloria a España pero ha resultado lo contrario: todo el mundo es testigo de nuestra deshonra. Me avergüenzo, aunque me consuela la idea de que no todos los españoles son tan brutos…”».

El teniente Jorge no se consuela únicamente con las ideas: el 23 de diciembre “requisa unas gallinas y consigue coñac”. Considera que una cosa es la vergüenza y otra beberse unas copitas con motivo de la fiesta. Por fin el 26 de diciembre le anuncian «A las cuatro de la tarde seréis relevados y luego la división volverá a España».

Jorge está contento de nuevo. Se olvida del espíritu combativo, de la Gloria, de la Falange y de la requisa de gallinas. Quiere volver a casa; quiere estar lejos de los obuses rusos. Pero en este momento, precisamente se interpone el destino tres veces justiciero. El teniente Jorge Mercader, que vino a nuestro país para matar y saquear, fue muerto el 27 de diciembre en las proximidades del sovjos “Krasny Udárnik” (“Obrero de choque rojo”).


Pero, ¿quién era el alférez Mercadal?


Sin embargo, avanzando en la investigación, poco más tarde pudimos descubrir la verdadera historia gracias a la documentación obtenida de la Hoja de Servicios de Jorge Mercadal, facilitada por el Archivo Histórico Militar correspondiente.

Por dichos documentos conseguimos averiguar algunas cosas de interés que permiten formar una idea aproximada, pero veraz, de la personalidad del alférez.

Sabemos que nació en Barcelona el 24 de agosto de 1918 y que obtuvo, en su día, el título de Ingeniero Agrónomo.

En las páginas del diario ABC, de 13 de febrero de 1942, aparece una pequeña semblanza de su vida militar que, literalmente, transcribimos: Voluntario desde los primeros días del Alzamiento nacional, toma parte en las operaciones del frente de Aragón, reconquista de Teruel, por las que obtuvo el empleo de cabo. Pronto destacaron sus excelentes condiciones para la profesión militar, y, naturalmente fueron aprovechadas al enviarle a los cursos de oficial, en los que fue promovido al empleo de Alférez. Incorporado de nuevo a las operaciones de guerra, se batió bien en distintos frentes y brillantemente en las del valle de Bielsa, Puerto Escandón y en la ofensiva de Cataluña, hasta la terminación de la guerra, en la que recibió herida leve.

Su gran espíritu militar, no satisfecho con los anteriores hechos de armas, le hizo ser uno de los primeros en alistarse en la División Española de Voluntarios, que en tierras extrañas abate al comunismo, y partió al frente de Rusia en las primeras expediciones, y con tal entusiasmo ha combatido que le ha valido el alto honor de ser uno de los mártires que, llenos de gloria, han caído para bien de la Patria y del mundo.

Se trataría de conocer, ahora, cómo, de qué manera, pudo obtener Ehremburg aquellos datos personales del joven alférez Mercadal Roig y, segundo, si verdaderamente tal oficial español fue, o no, uno de los defensores de la llamada posición intermedia, de las inmediaciones de Udarnik, en el frente ruso, que se hizo famosa por aquella orden extrema que recibieron de sus superiores y cumplieron rigurosamente: permanecer clavados en el terreno, ya que en algunas notas y artículos de prensa de la época, publicados en Barcelona, así se hacía constar.

En cuanto a la primera parte del asunto, podemos presumir que, en efecto, al morir Jorge Mercadal en la acción que tuvo lugar el día 27 de diciembre, en Udarnik, y, al quedar la posición en manos de los soviéticos, bien pudieron éstos hacerse con los documentos personales de los españoles caídos y, posteriormente, entregarlos a los servicios de inteligencia del ejército Rojo.

Ehrenburg, que, como se ha dicho, había estado durante un tiempo en España, al principio de la II República y durante nuestra Guerra Civil, como corresponsal de prensa (oficialmente), conocía perfectamente el idioma español y, lógicamente, no tendría dificultad para manipular los citados documentos y dar, con ello, una sensación de veracidad a las increíbles fantasías de su propaganda de guerra.

Está demostrado que la práctica de utilizar diarios personales de caídos o prisioneros, debidamente manipulados, era muy común en el sistema de propaganda soviético y, lógicamente, a ese importante periodista le entregarían lo mejor de la documentación capturada; encargándose él, personalmente, de los arreglos pertinentes.

Al respecto, no deja de ser curioso que entre la fecha de la muerte del alférez español (27.12.41) y la publicación de ese escrito en la prensa de Moscú (05.01.42) transcurrieron escasamente 10 días. Estaba claro que aquel caso interesaba a la propaganda soviética.

También habría que esclarecer si, efectivamente, el alférez Mercadal estuvo y murió en la defensa de la llamada posición intermedia; la cual, por la singularidad del combate, se hizo famosa en su tiempo y corrió la noticia como la pólvora, pues, no en vano, los defensores de aquel pequeño reducto pusieron en evidencia el grado de resolución que poseían los españoles en combate.

Por otro lado, aquella acción, también tuvo un efecto psicológico de cara a los combatientes españoles, porque el hecho de que los soviéticos clavaran con picos, sobre la nieve, los cuerpos sin vida de los defensores españoles, dio píe a una cierta deshumanización de los combates. Los soldados divisionarios, a partir del hecho referido, durante un cierto tiempo, dejaron de lado algunas actitudes benevolentes con el enemigo.

Como decíamos, vamos a la búsqueda de la identidad del alférez que mandaba la posición intermedia y nos encontramos que todos los libros consultados mencionan al alférez José Rubio Moscoso, como jefe de la famosa posición. Sin embargo, en un lugar próximo, también en Udarnik, el mismo día (27.12.41) moría en acción de guerra el alférez Jorge Mercadal Roig. Por razón de esa coincidencia de fecha y de punto geográfico, es muy probable que los narradores de primera hora confundieran a un alférez por el otro y asignaran a Mercadal los hechos que correspondían a Rubio Moscoso.


¿Cómo murió nuestro alférez?


Según consta en el parte firmado por el Comandante Jefe del Bon. de Zapadores N. 250, de fecha 30.12.41:

…en las operaciones efectuadas durante la noche y madrugada de día 27 del actual, verificadas para defensa del pueblo Krasny-Udarnik, se distinguió en todo momento por su heroísmo, arrojo, valor y decisión el alférez Don Jorge Mercadal Roig, de la tercera Cia. de este Batallón, el cual después de haber actuado en el asalto de varias casas del pueblo, se ofreció voluntario para ocupar por envolvimiento un casa en la cual hacía fuerte resistencia el enemigo y de importancia decisiva para la total reconquista del pueblo, saliendo al frente de un grupo encontrando gloriosamente la muerte en cumplimiento de su misión.- Este oficial, desde el comienzo de los ataques se distinguió por su heroísmo al frente de su grupo, habiendo sido citado como muy distinguido al Jefe del Sector. Sigue el texto del historial de alférez caído y finaliza con el siguiente párrafo: Por todo lo cual el Jefe que suscribe lo cree merecedor de la Medalla Militar Individual.

Visto lo narrado anteriormente hay que convenir que, ambos casos son dignos de admiración por su sentido del deber hasta el heroísmo. No en balde a los dos se les propuso para la concesión de la Medalla Militar individual a título póstumo. Al alférez José Rubio Moscoso se le concedió tal distinción el año 1954; sin embargo, al alférez Jorge Mercadal Roig se le denegó la misma el año 1948.

No obstante, por la Ley de 6 de noviembre de 1942, se le había concedido el empleo superior inmediato (teniente) y, tiempo después, el 21 de marzo de 1945, se le concedió la Cruz de Guerra con Palmas por los hechos que hemos relatado.

Este voluntario falangista ya tenía concedidas anteriormente, por sus actuaciones en la Guerra de España, tres medallas militares colectivas, dos Cruces de Guerra, dos rojas y Medalla de la Campaña.

2020-01-28-Mercadal-7x


Comentarios