Crematística

26/FEB.- La economía era también un arma de doble filo, cuando la crematística fuera utilizada para el enriquecimiento ilícito, partiendo de la inmoralidad de considerar al dinero un fin y no un medio.
Crematística

Pese a que Aristóteles nació en el año 384 a.C., sus reflexiones acerca de una economía ligada a la ética y orientada en beneficio de los pueblos siguen siendo pertinentes. El filósofo griego creía que la virtud no eraper sesuficiente para llevar a cabo una vida feliz, pues también eran necesarios los bienes del cuerpo, es decir, los bienes materiales: es por lo que pensó la economía como una especie de vida buena.

Asimismo, denominó crematística al comercio de dichos bienes materiales, cuya demanda debía ser justa y no arbitraria. Ahí entra la moneda, la cuál permitiría comerciar tales bienes mediante un precio justo y razonable tanto para el comerciante como para el consumidor.

Sin embargo, ya el maestro de Alejandro Magno se dio cuenta de que la economía era también un arma de doble filo, cuando la crematística fuera utilizada para el enriquecimiento ilícito, partiendo de la inmoralidad de considerar al dinero un fin y no un medio. Ello acabaría corrompiendo y desnaturalizando todo, codicia y usura mediantes.

Al respecto, esto escribía en su libro La Política:

«Así ha surgido la segunda forma de crematística porque al perseguir el placer excesivo procuran también lo que pueda proporcionar ese placer y si no pueden procurárselo por medio de la crematística, es decir por medio del dinero, lo intentan por otro medio usando todas sus facultades de un modo antinatural; lo propio de la valentía no es producir dinero sino confianza ni tampoco es lo propio de la estrategia ni de la medicina cuyos fines respectivos son la victoria y la salud.
No obstante algunos convierten en crematística todas las facultades como si el producir dinero fuera el fin de todas ellas y todo tuviera que encaminarse a ese fin
».

¿Una magistral descripción de nuestro actual sistema, verdad?

Un sistema plutocrático donde un porcentaje ínfimo de población mundial (las dinastías financieras y sus respectivas corporaciones ad hoc) ha terminado acaparando para sí la inmensidad de recursos y riquezas del planeta explotando a la adormecida e incauta mayoría que cree ciegamente que vive en una democracia.

¡Ojalá algún día recuperemos la tradición ética de la economía, auténticamente equitativa, justa y natural, en donde la codicia y la usura sean desterradas y sólo cuente el bienestar general de los pueblos!




La Razón de la Proa (LRP) no se hace responsable de las opiniones publicadas, son los autores firmantes los únicos que deben responder de las mismas. LRP tampoco tiene por qué compartir en su totalidad el criterio de los colaboradores. Todos los artículos de LRP se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia, teniendo en cuenta que LRP también reproduce artículos de terceros, en esos casos habría que pedirles autorización a ellos.
Recibir el boletín semanal de LRP (newsletter)

Comentarios