Oscar Nieto
20:02
23/04/23

El transhumanismo

Se trata de una ideología (mejor, bioideología o biotecnología) que constituye uno de retos para el hombre actual.

Publicado en la revista Lucero, núm. 150, 1º T de 2023. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa.

El transhumanismo

Se trata de una ideología (mejor, bioideología o biotecnología) que constituye uno de retos para el hombre actual; según como se considere, puede ser entendido como un avance científico positivo o como una amenaza. Se trata de intervenir artificialmente en la evolución del ser humano para conseguir la mejora de sus capacidades mentales y físicas; entre sus perspectivas se encuentra el aumento de la longevidad sin que deje de haber, en su seno, utopías en su seno que tratan de la superación de la misma muerte.

La intervención de la llamada inteligencia artificial ya es un hecho en el campo de la medicina, de la investigación científica, de la eugenesia e incluso de la enseñanza; pensemos en las tecnologías de la información y de la comunicación, en la fascinación por las pantallas, en el mundo de la robótica… Todo tiene, como es fácil de pensar, su cara y su cruz. La bioética intenta que estas cruces no predominen sobre las caras amables que nos puede proporcionar la victoria sobre las enfermedades o la rapidez en la solución de problemas.

Lo grave es la fundamentación que suelen ofrecer los transhumanistas: el hombre es el culpable del estado del mundo y de la naturaleza, y debe ser sustituido; el ciborg es la alternativa, y debemos tender hacia una era poshumana. El materialismo en oposición a cualquier forma de humanismo, salvo en una idolatría constante por el progreso indefinido y el triunfo de la razón, lo que nos hace remontar a las ideologías del siglo XVIII, encarnadas en la Ilustración y sus derivaciones históricas. No hay ni que decir que el aborto y la eutanasia se dan por supuestos, como derechos, desde estas posiciones.

El capitalismo de la vigilancia se une, en las teorías transhumanistas más radicales, al Leviatán del Estado absoluto, que controla y dirige a sus ciudadanos, sin necesidad de controles policíacos ni censuras; algo de eso ya tenemos ante nosotros, si somos capaces de entender que estamos constantemente vigilados, desde nuestras tarjetas de crédito, nuestros móviles u ordenadores… y nuestras pantallas de televisión.

El rechazo de cualquier ley moral y de cualquier valoración ética en los hombres es una consecuencia básica de los planteamientos transhumanistas; se despoja al hombre de su libertad, de su propia dignidad, de su libre albedrío; se le niega cualquier perspectiva de trascendencia, se le reduce a una pieza del engranaje de una máquina controlada por los poderosos.

Valoremos los avances tecnológicos en lo que nos traigan de positivo; no caigamos en una tecnofobia sin sentido; pero, sobre todo, no renunciemos a nuestra dimensión de seres humanos, portadores de un alma capaz de condenarse o de salvarse, del acierto o del error, de nuestras relaciones con los demás hombres en convivencia y libertad.




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