Una exhumación envuelta en una mentira

​La exhumación de los restos de Francisco Franco ha sido un acto político basado en una mentira. Ha sido la representación teatralizada de una venganza.

Una exhumación envuelta en una mentira

En historia, todo texto, sin su correspondiente contexto, es pura manipulación

En todo este asunto de la exhumación de los restos de Francisco Franco de su tumba del Valle de los Caídos, ha sobrevolado, por pasiva, un infundio.

  • Continuamente, durante meses, se ha machacado al pueblo español con un martilleo constante de las palabras ‘dictador’ y ‘dictadura’ refiriéndose a Franco y a su Régimen, hecho desde muchos de los medios de comunicación y desde casi todas las tribunas políticas.
  • Pero ha faltado y se ha escaqueado a ese mismo pueblo, con malicia y premeditación, lo más importante: la información y la explicación del porqué de la aparición de la figura del exhumado en la historia de España, y su mantenimiento durante largos años como Jefe del Estado.
  • En historia, todo texto, sin su correspondiente contexto, es pura manipulación.

Entre 1931 y 1936, España asistió a una descomposición galopante de la sociedad

Así, la idea que se ha transmitido a los españoles es casi mágica: que en 1936 apareció en España un general loco que, en solitario y por arte de birlibirloque, ocupó el poder, guerra mediante, y se mantuvo después en él durante cuarenta años por la fuerza de las armas. Punto.

  • Una imagen, ésta, que, simplemente, oculta la verdad: la de que a ese loco, prácticamente la mitad de los españoles le aclamó como a su salvador. ¿De qué?
  • Para contestar a esto, cada uno aportará sus propias vivencias, pero todas ellas estarán encuadradas en un fondo común acerca de los años de la Segunda República, en el que estaba dibujada la creciente confrontación civil, la inepcia y sectarismo de los gobernantes, la violencia latente o francamente abierta, los odios indisimulados y en crecimiento constante desde que el 14 de abril de 1931 se proclamara la República, una de cuyas primeras manifestaciones, por cierto, fue la quema de conventos e iglesias, y, la última, el asesinato de un preeminente diputado de la oposición de Derechas, José Calvo Sotelo, a manos de los escoltas de un miembro del Gobierno del Frente Popular, Indalecio Prieto.
  • Entre 1931 y 1936, España asistió a una descomposición galopante de la sociedad, y a una división entre españoles trufada de indignidades, vandalismo y ofensas de una mitad de la España volcada en un utopismo revolucionario contra la otra mitad: justamente aquella que vio con alivio el levantamiento liderado por el general Franco contra aquella anarquía.

Es cierto que la instauración de la República fue saludada con esperanza por muchos, incluido el mismo José Antonio, pero ésta fue presa rápidamente de los extremismos, al punto de que algunas de las mentes más conspicuas de la época ⎼José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, y Ramón Pérez de Ayala, junto con otros muchos⎼ pasaron de impulsar una ‘Agrupación al Servicio de la República’ (el título ya lo dice todo), aun antes del advenimiento de ésta, a proclamar un ‘no es esto, no es esto’ a los pocos meses de existencia del Régimen republicano.

  • De paso, permítaseme hacer una recomendación para quien esto lea: lee también, amigo, amiga, el discurso de Ortega titulado ‘Rectificación de la República’, pronunciado el 6 de diciembre de 1931 en el Cinema de la Ópera, de Madrid, y conserva la calma, si ello te es posible, por en él verás retratada la España actual.

La exhumación de los restos de Franco ha sido la representación teatralizada de una venganza

No, Franco no fue un fenómeno solitario, sino alguien en el que cristalizó el miedo, la angustia y la desesperación de muchísimos españoles ⎼como mínimo la mitad de ellos⎼, que veían como su patria, su dignidad y sus más íntimas convicciones, anhelos y derechos, estaban amenazados y corrían el peligro de desaparecer en el sumidero de la Historia.

  • Por eso, todo el proceso que ha conducido a la exhumación de los restos de Franco, ha sido una fantochada y una manipulación, también de carácter histórico: ha sido la representación teatralizada de una venganza.
  • Y conste que, quien esto escribe, ha sido, es, y seguirá siendo partidario de que el Valle de los Caídos sea signo de verdadera reconciliación, y que, por lo tanto, no puede albergar signos de preeminencia entre los muertos de los distintos bandos allí enterrados. que se enfrentaron un día en terrible lucha fratricida.
  • Pero lo que se ha hecho ahora, de la forma que se ha hecho, y de la evidente manipulación histórica que lo ha acompañado, no ha sido en absoluto un acto de reconciliación, sino de reverdecimiento de los viejos antagonismos y rencores entre ‘las dos Españas’.
  • Las cosas se podían haber hecho de otra manera, pero se prefirió utilizar una monstruosa maquinaria propagandística para conseguir un objetivo de forma subliminal: la impartición entre los españoles de bulas de buenos (los de izquierdas y antifranquistas) y malos (los de derechas y franquistas): una patada a la mitad de los españoles, dada en el culo óseo de un esqueleto.

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