Prudencia y discernimiento

9/09.- Cuántos embrollos se evitarían si ejerciéramos la prudencia y el discernimiento.
Prudencia y discernimiento

Los elevados representantes de las más importantes instituciones viven condenados a que sus palabras, obras, omisiones y hasta gestos resulten permanentemente examinados y cuestionados.

Pero cuando se trata de alguien que además de ser cabeza de una religión universal, goza de un ámbito de seguimiento mediático de millones de personas todo se complica, pues se añade el riesgo de que los integrantes de esa institución tiendan a asumir e identificarse con cualquier pronunciamiento que proceda de aquél, otorgándole una incuestionabilidad cuasi divina.

Todo ello hace que la prudencia, fruto del discernimiento y de la madurez que dan los años, sea una virtud imprescindible a la hora de evitar meterse en problemáticos jardines hablando a tontas y a locas o a listos y cuerdos.

Prudencia y discernimiento que obligarían a sopesar los efectos del alcance que puedan tener unas palabras innecesarias vertidas al calor de una entrevista sobre asuntos perfectamente opinables y en los que cabe una legítima controversia.

Cuántos embrollos se evitarían si ejerciéramos la prudencia y el discernimiento.

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