Del 25 de marzo al 25 de diciembre (Navidad) van 9 meses: el período ordinario de una gestación humana. De ahí que las numerosas asociaciones defensoras de la vida eligiesen cada 25 de marzo (para los cristianos: la Anunciación y Encarnación de Jesús en María) como Día internacional por la Vida, para la celebración de actos en concienciación por la defensa de la vida humana desde el inicio hasta su muerte natural. Desde los seres humanos más inermes e inocentes amenazados durante la gestación por el aborto voluntario, hasta las vidas de enfermos graves y ancianos amenazados por la aplicación de la eutanasia, que intentan vendernos como otro nuevo acto de progreso.

Por la proximidad con la fecha señalada, en la mañana del pasado domingo 27 de marzo y convocada por la Plataforma «Sí a la Vida», se celebró en Madrid una nueva «Marcha por la vida» que, como tantas otras manifestaciones y concentraciones, ha estado suspendida por la pandemia durante los dos últimos años.

Esta vez ha coincidido además con el estallido en Europa de una nueva guerra: la acción más exterminadora contra la vida que pueden realizar los hombres. Una desgraciada coincidencia que nos ofrece la ocasión de sensibilizarnos en la defensa de la dignidad humana que tanto nos empeñamos en menoscabar y destruir.

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