Pues sí, verdaderamente insólito

26/02.- Insólito es que la libertad de expresión para estas gentes sea vomitar esos exabruptos en tanto en cuanto sean "expresiones artísticas, culturales e intelectuales".

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 422, de 26 de febrero de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.​

Pues sí, verdaderamente insólito

El artículo de nuestro director el pasado martes y su alusión al del catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, don Roberto Blanco Valdés, en La Voz de Galicia, titulado Insólito país España, nos ha llevado a atrevernos a abundar sobre lo insólito de la situación a la que ambos hacen referencia.

Porque realmente es insólito no sólo el que se estén produciendo estos altercados y muestras de barbarie y que quiénes tienen todas las papeletas para ser catalogados como delincuentes, salteadores y saqueadores se dediquen, en beneficio propio, al robo, la rapiña y el desvalijamiento de los establecimientos de honrados comerciantes y trabajadores que llevan ya prácticamente un año de pérdidas debido al covid, sino que estos comportamientos sean alentados, jaleados, consentidos o aparentemente ignorados por quienes ostentan cargos públicos en las Administraciones estatal, autonómica o municipal, como hace ese portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados que da «todo su apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles»

Por lo visto pedir justicia consiste en arrasar una ciudad, sus comercios y todo el equipamiento urbano posible. Para evitarlo o reprimirlo en Rusia, Cuba o Venezuela, por ejemplo, ¿la Policía se limitaría a hacer uso sólo de sus defensas?

La vicepresidenta primera del Gobierno ha reclamado el amparo de un paraguas más amplio para cobijar a lo que denominan «libertad de expresión», aunque sean insultos e injurias al Rey, ataques a la religión o enaltecimiento del terrorismo y alabanzas a la ETA y que esas acciones no merezcan la acción punitiva de la privación de libertad, pero ella pone el grito en el cielo porque en Santiago de Compostela ha aparecido colgada una muñeca con su cara. Eso, para ella, es violencia. Y lo del paseo de Gracia en Barcelona y la calle del Arenal en Madrid, ¿qué es? O, como se dice ahora, ¿es sólo violencia de «baja intensidad»?

Insólito es que la libertad de expresión para estas gentes sea vomitar esos exabruptos en tanto en cuanto sean expresiones artísticas, culturales e intelectuales. ¡Dios mío, qué bajo ha caído el arte, la cultura y la intelectualidad! Es decir, que si se pronuncian esas ofensas, calumnia e injurias rimando o haciendo como que se canta están bien, pero hacerlo en prosa escrita o verbal ya seria harina de otro costal. Hoy cualquier bazofia es arte y cultura. ¿Cómo se sentirían Goya, Cervantes o Unamuno si supieran que les meten en el mismo saco?

Y, hablando de cultura, el rector de la Universidad de Islas Baleares dice que la ley no debería perseguir la expresión de ideas y se alinea con la presidenta de aquella comunidad, que lamentó que el rapero condenado por enaltecer el terrorismo esté en prisión por cantar. Buena manera de interpretar los hechos e identificar las ideas con las injurias y el canto con las ofensas.

Insólito es que libertad de expresión sea, como en este caso, la de este individuo, con condenas y antecedentes penales, entre otras cosas, por agresiones y que ahora reclama como alojamiento en la cárcel una estancia de mayores dimensiones y sin compartir con ningún recluso y que se marea porque tiene que estar dando vueltas en un patio minúsculo y la comida es lamentable... Se conoce que se considera merecedor, por lo menos, de una suite en el Hotel Palace y de que Lhardy o Arzak le sirvan la comida. Claro que su abogada argumenta que no hace más que demandar uno de los derechos que le corresponden por pertenecer al colectivo de presos políticos antifascistas. ¿Quién confiere tal categoría y concede tales privilegios? No parece muy difícil de colegir o imaginar.

Insólito es que libertad de expresión sea, al parecer, lo que hace este individuo, otros como él y quienes destrozan propiedades ajenas, bienes públicos y agreden a la Policía, pero no el pasear pacíficamente por las inmediaciones de la morada morada del vicepresidente y de una ministra del Gobierno.

Insólito es que lo que hace este sujeto, que según cierta informaciones ya había convocado a sus secuaces para la algarada y el saqueo diez días antes de su detención, para las gentes de determinadas tendencias ideológicas es encomiable y digno de loor y alabanza y no merece ni la más mínima sanción o reprobación, pero ante las torpes palabras en el cementerio de la Almudena de una jovenzuela que ha demostrado no tener ni la menor idea de la ideología cuya representación se atribuye, la concejala del Ayuntamiento de Madrid y portavoz de Más Madrid, que irrumpió en la capilla de la Universidad Complutense en una clara demostración de respeto hacia la libertad de expresión, se ha apresurado a presentar una denuncia contra aquella.

Insólito es que la policía en Cataluña, que cada noche afronta graves riesgos y sufre violentas agresiones, se tenga que contener a la hora de dar una respuesta a estas agresiones para que ésta sea «proporcionada» y, además, se sienta desamparada por sus propios mandos, pero no tanto por los del cuerpo como por los políticos. Claro que éstos tienen que nadar y guardar la ropa, haciendo dejación de la autoridad de la que están investidos no vayan a ser tachados de represores y autoritarios.