Señor Santiago

25/JUL.- Este día, como bien sabes, Santiago de Compostela es el centro del universo cristiano.

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 656, de 25 de julio de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

Señor Santiago

Señor Santiago:


Como cada año, vuelvo a festejar, con mayor o menor alegría, con una energía vigorosa o más bien escasa, la fecha en la que ostentas el patronazgo de España desde que, allá por el siglo IX, los reyes de la Reconquista te reconocieron como tal. En aquellos tiempos establecieron un Voto que, afortunadamente se sigue manteniendo, por más que haya pasado por tiempos más gloriosos o apocados en demasía. Dicho Voto consistía en que las tierras conquistadas hacían una ofrenda obligatoria de bienes a la Catedral de Santiago en agradecimiento por tú intercesión. En 1646 las Cortes Españolas establecieron que el Voto fuese ofrenda de los reyes, príncipes y del arzobispo compostelano, lo que todavía se hace simbólicamente en la misa solemne del Día de Santiago.

Este día, como bien sabes, Santiago de Compostela es el centro del universo cristiano. La celebración de la santa misa en la catedral, la lectura de la ofrenda que hace el Rey de España o quien le represente, el pendular vuelo del botafumeiro esparciendo el aroma de incienso movido por los ocho tiraboleiros que tiene lugar desde el año 1322 según anotación que consta en el Códice Calixtino, la riada de peregrinos que, recorriendo uno de los más de veinte caminos registrados dentro de España –aunque el más conocido es el francés a través el cual los peregrinos europeos cruzan los Pirineos por Roncesvalles–, finalizan su andadura en la plaza del Obradoiro contemplando la maravillosa configuración del templo que guarda tus restos, pasando a continuación a recoger la Compostela como recordatorio de haber cumplido la promesa previa a ir a hincarse ante ti dado que ya no es posible darte el merecido tradicional abrazo.

Hoy, Señor Santiago, tenemos que pedirte que comentes con Jesús, el Nazareno con el que recorriste muchos caminos por la tierra prometida, que aunque estamos convencidos de que no nos estamos comportando como deberíamos, pues no le hacemos demasiado caso en el amor que Él nos había indicado que debíamos sentir por los demás, pues teníamos que amar a toda la gente que su Padre iba poniendo en la Tierra desde que creara este mundo para que lo disfrutáramos, andamos a la greña cada día, por unos u otros motivos, por unas u otras ambiciones, por unos u otros deseos, demostrando nuestro egoísmo, así como que en nosotros se ha asentado el mal no el bien que Él nos indica que debemos cultivar, alejándonos de la Verdad que pone a nuestra disposición para ir tras todo un conglomerado de cosas y acciones que nos conducen al pecado. Para que, a pesar de que no le hacemos demasiado caso, nos libere de las plagas que nos están cayendo día tras día, una después de otra, ya sea del coronavirus, ya las guerras declaradas por egoísmos, ya los ciclones y tormentas que destruyen viviendas y anegan los campos y las ciudades, ya tengamos que soportar la sequía y el excesivo calor que nos agobian, pues ello produce desasosiego en la humanidad, hambrunas por unos u otros lugares, la falta de ese trabajo que sabemos hemos de realizar con el sudor de nuestra frente y que nos da oportunidad de contar con el sustento de cada día, los odios que se desencadenan,...

Lo sé, Señor Santiago, hemos olvidado seguir el camino que nos conduce al Padre creador y al Hijo que estuvo entre nosotros, no tenemos en cuenta los favores que nos ha venido haciendo María, la Madre del Nazareno, a lo largo de los siglos. Sólo hemos pensado en nosotros mismos creando nuestro camino que en nada tiene que ver con el marcado por nuestro Dios y convencidos de que no precisábamos el que generosamente Él nos ofrece cada día.

En esta ocasión, por falta de las aptitudes físicas necesarias, no he podido hacer el Camino en el que tanto aprendes hablando de la vida con los peregrinos que caminan a tu lado durante kilómetros, o rezando un padrenuestro en cualquier altozano, o admirando los roquedales y valles por los que has de pasar y que el Señor a dispuesto para nuestro gozo, o tomando un trozo de pan que te ofrece un labriego que cuida su sembrado, o un chato de vino que te da un ventero y que pone energías en tus músculos, o recogiéndote a meditar en un rincón de cualquier iglesia o ermita del Camino, o disfrutando de los caminos soleados de Castilla, los montes de León, las vegas de la Rivera, los sotillos de Galicia, el abrazo de despedida de los otros peregrinos cuando echas a andar tras pernoctar y cambiar impresiones en un albergue,... Pero cada año, Señor Santiago, procuro estar contigo de una u otra forma. Pasaron los años de la andadura pero quedan todavía los de la oración. Y el recuerdo de tu participación en la Batalla de Clavijo, allá por el año 844, cuando Ramiro I se negó a pagar el tributo de las cien doncellas a Abderramán II, emir de Córdoba.

Para recorrer nuestro camino a Compostela a pedir al Señor Santiago por España y los españoles al grito de ¡Santiago y cierra España!, por las necesidades del país y el cambio de camino de nuestros paisanos, nos valemos en esta ocasión de la compañía de una calabaza peregrina, en sustitución del tradicional botijo.




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