El orden mundial y el cincel de Ávalos

2/02.- En esta clausura física y mental en la que estamos no nos hemos preocupado demasiado del enfrentamiento entre Donald Trump y su sucesor Joe Biden...

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 412, de 2 de febrero de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.​

El orden mundial y el cincel de Ávalos

Lo cierto es que, preocupados profundamente por lo que pasaba dentro de casa, apenas nos molestamos en mirar por la ventana con la intención de respirar otros vientos distintos a los de la habitación en la que desarrollamos nuestra actividad, obligados por la pandemia a la que estamos sometidos. Y no vemos lo que pasa en la calle y mucho menos nos damos cuenta de lo que va apareciendo por el horizonte cuando las nubes permiten contemplar la lejanía.

Es comprensible que la mente la tengamos más próxima a las cifras que nos dan las estadísticas respecto a nuestros hermanos contaminados, los que van llenando las camas de las UCI, los que han emprendido el viaje al más allá, al tiempo que los más precautorios cuidan cumplir todas las instrucciones que transmiten las diferentes administraciones, aunque otros, insensatamente, rompen todas las normas.

En esta clausura física y mental en la que estamos no nos hemos preocupado demasiado del enfrentamiento entre Donald Trump y su sucesor Joe Biden. Pienso yo que la mayoría de los que andamos por este lado del charco no teníamos porqués por los que valorar a uno u otro. Simplemente lo hacíamos según las simpatías o antipatías que uno u otro producían por sus comportamientos. Yo confieso que desde el primer día me cayó gordo Trump, considerándolo un patán con mucho dinero; a Biden no fui capaz de valorarlo pues su presencia de buen católico nos lo situaba en un lugar cercano.

Pero, no obstante, creo que, en este caso, como en muchos otros, hay que echar mano del viejo refrán que nos asegura que «por los hechos no los conoceréis». Y es verdad. Si nos quedamos en lo que nos gusta o nos disgusta probablemente caeremos en el error en juzgar a las personas.

Y nos enfrascamos en el comentario que pretendemos hacer hoy sin haber aclarado si podían entrar en la consideración de galgos o podencos tanto el presidente saliente USA, como el entrante. Ahí nos quedamos. Y damos el salto al comentario de José Javier Esparza que hoy traemos a estas páginas. Porque, por aquello de no abrir la ventana de casa por culpa de la pandemia en la que no nos estamos parando en considerar los rumores y los comentarios que rondan el mundo entero sobre el Nuevo Orden Global.

Hay quien los imagina bobadas como hay quién entiende que es un nubarrón enorme que se aproxima a nosotros, que nos traerá torrentes de agua difíciles de contener, nevadas que nos paralizará no pocas de las acciones que desarrollamos hoy día, sequías que interrumpirán los medios de subsistencia de los que nos valemos para vivir, y plagas de todo tipo que cambiaran las costumbres, las normas, y la vida en el globo terráqueo.

¿Qué no hay que ser aguafiestas? Más juiciosos habría que decir que conviene ser precavidos, estar atentos a lo que pueda llegar después de la «nueva normalidad» que nos anunció Pedro Sánchez después de sus conversaciones con Soros. Lo estamos viendo cada día. Los bancos ponen comisiones sobre cualquier operación que se haga, prácticamente se cierran las ventanillas para toda gestión teniendo que recurrir al internet aun los que no sabes qué es, los «amazones» van creciendo y multiplicándose, los médicos, salvo casos excepcionales, los tenemos a través del teléfono, se va pendiendo la relación directa con los demás…

Es bueno y recomendable leer a José Javier Esparza que nos traduce qué es el nuevo orden mundial o la revolución del gran reinicio. Será una revolución completamente distinta a todo lo conocido y, probablemente, la confinación de la libertad del ser humano.

Incluso, a lo peor, se acaba con la artesanía del botijo, con toda artesanía, salvo que se consiga sacar adelante con los ordenadores, nada difícil cuando ya es posible hacer un brazo, un corazón, un hígado… ¿Pero tendrá ese corazón la misma sensibilidad que el que recibimos al nacer, el que con su pálpito nos inclina hacia lo bueno y lo malo, el que nos habla de amor…?

De momento yo me voy a solazar con un botijo de la preciosista artesanía vidriada de Teruel. En los hechos por ordenador le faltará el toque del artista, aunque le sobre el perfeccionamiento de la máquina. Sobre el particular, me viene a la mente el comentario que oí un día en el Valle de los Caídos en relación con la Piedad que figura sobre la puerta principal de entrada a la basílica. Decía el comentarista que Juan de Ávalos, tras ser tallada la figura por los canteros siguiendo su boceto, cogía el cincel o la granadina y ponía el toque que le daba sentido a la imagen.

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