A las nueve de la mañana…

17/07.- Sí, ha sido un acto civil. Entendiendo como tal a quienes plantean la vida y sus consecuencias como un tiempo perecedero para el ser humano. Un tiempo que acaba con la muerte física...

Publicado en el Nº 331 de 'Desde la Puerta del Sol', de 17 de julio de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa

A las nueve de la mañana…

Son las nueve de la mañana. Silencio. No se escuchan las sirenas de las fábricas en recuerdo de los trabajadores muertos en la pandemia. No suenan los clarines de los ejércitos como recuerdo a los que se fueron y homenaje a los que se entregaron por los demás. Silencio. No se han llenado los balcones y ventanas de la ciudad de banderas del país con crespones negros en recuerdo de los ciudadanos que hallaron una muerte inesperada en un momento imprevisto y en agradecimiento a los pusieron su viuda en servicio de sus compatriotas.

Sin duda el homenaje ha sido un acto civil organizado por las autoridades sin tener en cuenta a la población que es la auténtica representante de sí misma a estos efectos, la que debería haber hecho ese homenaje a los que se lo han merecido.

Sí, ha sido un acto civil. Entendiendo como tal a quienes plantean la vida y sus consecuencias como un tiempo perecedero para el ser humano. Un tiempo que acaba con la muerte física.

Probablemente los que se propusieron desarrollar ese acto civil utilizaron la forma de círculo teniendo presente la idea de representarlo absoluto, la perfección que, por el lado bueno significa lo celestial, a Dios, el Alma, y por otro, el retorcido, la Rueda de la vida que hace girar la naturaleza entera –según el budismo–, o el deseo absoluto de los ateos ambiciosos que ansían ocupar el espacio que pertenece a Dios por encima de todo; completándolo con el fuego sagrado al estilo del que los romanos mantenían encendido permanente ante el altar de Vesta, obviando el recuerdo o mención al ser superior al que le debemos la vida en la Tierra y en el más allá.

Sí, fue un acto civil, para cuatrocientos, pues el resto del pueblo de Madrid no se pudo ni aproximar al lugar del evento.

Por el campo de Agramante que era la plaza de la Armería no se apreciaba ningún Alma revoloteando a pesar de estar enfrente la catedral madrileña; sin duda habían dado vacaciones a los espíritus y energías que nos suelen acompañar, con la prohibición absoluta de hacerse presentes.

Quizá por eso no hubo espacio para un padrenuestro por los que se fueron al encuentro del Señor junto a la ofrenda de rosas blancas que se hicieron. Ni pensaron por un momento que el coro y orquesta de televisión interpretaran, como despedida, La muerte no es el final. Menos mal que el punto humanitario lo pusieron moderadamente los tres oradores.

Quizás, si hubieran esperado un par de días más, o sea en el sábado 18 de julio, lo podrían haber celebrado a estilo francés, resultando con bastante más contenido en todos los aspectos. O podían haber pensado que quizá el pueblo de Madrid también quería participar masivamente en el homenaje a los que ya no están con nosotros y a los que, durante meses, cada día aplaudían desde las ventanas y terrazas de las casas.

En ese caso habría que haber acudido, como en otras ocasiones, y para otros eventos, a los campos de futbol del Madrid o del Atlético para que la capacidad hubiera sido superior a 400 personas, con una programación más lucida de actos que los de la plaza de la Armería, incluyendo una misa con la participación del clero que estuvo prestando su servicio en hospitales y morgues, con policías, guardias civiles y militares de las UME de uniforme, y médicos y enfermeras en traje de campaña.

Habría sido fantástico, con mayor esplendor y mucho más auténtico. Incluso las cámaras de televisión hubieran tenido más material que ofrecer, dado que en el acto cívico de la plaza de la Armería se limitaron a unos recuadros, olvidando otros que probablemente les recomendaron no emitir.Otra vez será.

Buscando entre lo que los alfareros y los artistas del barro y el pincel vienen haciendo desde siglos atrás, hemos encontrado el botijo que hoy traemos por acomodarse en cierta medida a nuestros comentarios. Como vemos su estilo es modernista por todos los costados y dicen representa una vestal. A estas altura ya hay que creerse casi todo, si no es fundamental.

 

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