La casta cambia de sitio

6/MAR.- Es tremendo cómo hoy día cualquiera nos saca los trapos sucios de entre los entresijos que hemos ido dejando atrás, sobre todo si somos dados a largar por la boca de forma incontenida, sin reflexión alguna, sin meditar si en algún momento se nos volverá en contra lo dicho en determinados momentos para engañar al respetable público que nos aguanta.

Publicado en el número 275 de 'Desde la Puerta del Sol', 8 de marzo de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.

La casta cambia de sitio

Es tremendo cómo hoy día cualquiera nos saca los trapos sucios de entre los entresijos que hemos ido dejando atrás, sobre todo si somos dados a largar por la boca de forma incontenida, sin reflexión alguna, sin meditar si en algún momento se nos volverá en contra lo dicho en determinados momentos para engañar al respetable público que nos aguanta. Es el caso de Pablo Iglesias y señora que, no hace mucho, ponían a bajar de un burro a Pedro Sánchez, por ejemplo, o la emprendían con los ricos y la derechona situándolos en la casta –ahora no deja de hacer referencia a la cloaca en sustitución de la casta–, y ahora les ha llegado a ellos el tiempo de que los tilden con las mismas desventuras, pues, de la noche a la mañana, han accedido muy arriba en el poder, han traspasado los tiempos de vivir en Vallecas, e Irene ha sustituido la caja del supermercado por la tribuna del Parlamento y la mesa del Consejo de Ministros.

Y es que, a pesar de los pesares, hoy día no se puede borrar definitivamente nada de lo que se ha escrito. Y se escriben demasiadas cosas, tantas como se hablan que a su vez son escritas por otros. Por eso, aunque Unidas Podemos, después de las elecciones del pasado noviembre, se dedicó con entusiasmo a borrar todo lo que habían ido colgando en Twitter, haciendo desaparecer 8.800 tuits de los 9.000 que tenían –¡vaya si habían trabajado durante los 10 años precedentes!–, los manitas de la informática son capaces de escarbar y conseguir sacar todo lo que anda por ahí perdido o escondido.

Por si ese escarbar ha resultado poco, en «su» aula de la Complutense, el pasado miércoles, donde tiempo atrás impartió sus panfletos marxistas y forjó Podemos, un grupo de estudiantes de «extrema izquierda» le ha sacado los colores y le ha dejado atónito al recibir la misma medicina que él aplico hace años a Rosa Díez. Está claro que no somos nadie.

Por otro lado, sin que Irene haya aprendido nada y siga con su verborrea, indocumentación, falta de conocimientos, con desmedida osadía se ha atrevido a redactar un proyecto de Ley, al menos eso dicen. Incluso su imprudencia revestida de audacia ha hecho que se las mantenga firme frente a otros miembros de Gobierno que al menos han pasado por la Universidad y, por ejemplo, saben que no se puede ir contra la Constitución.

Ya nos lo dijo Miguel de Cervantes, aunque no le hagamos el más mínimo caso: «Cada uno es como Dios lo ha hecho, y aun peor muchas veces». Con ello, según cuentan las hechiceras, hay cierto desasosiego entre los miembros del Gobierno; al parecer no se llevan demasiado bien, lo que es lógico siendo tantos y cada cual con sus particularidades a cuestas.

Claro que, además, como podemos ver en la foto, cuando Irene Montero agarra el micrófono asusta ya que más bien parece una fiera que una ministra que trata de convencer con buenas maneras a su auditorio.

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Está claro que nos estamos refiriendo al tema de la violencia de género. Es decir, la ley por la que se me va a considerar un empedernido machista porque no estoy de acuerdo con las sandeces que se montan estos individuos (e individuas) tratando de echar por tierra que Adán era un hombre, Eva una mujer, a los que fue encomendado aquello de crecer y multiplicaros, y ellos, obedientes empezaron a practicar lo que, desde entonces, el mundo ha ido efectuando para repoblarse de igual forma que el deshoje de una margarita: hoy una mujer, hoy un hombre, hoy…

Para mayor claridad, tras la parida de Irene Montero con la ayuda de Pablo, el Ministerio de Igualdad, todo digno él, lanza una soflama como las de Irene en Vallecas: «Queremos que el grito feminista “Sola y borracha, quiero llegar a casa” se convierta en una realidad para dejar de vivir con miedo». Y: «Para combatir la violencia sexual y para que podamos vivir una sexualidad placentera libre, la educación afectivo sexual será un derecho y una obligación ineludible». Manifiesto muy propio de un ministerio y, además, solo referido a las mujeres.

A los hombres que les parta un rayo. Que se lo busquen como puedan teniendo muy en cuenta los artículos de la ley ya que todos van contra él.

No sabemos si Pedro Sánchez estará muy de acuerdo con todo el tinglado que le están montando los amigos de Podemos, pero, como decía antes de encomendarse a ellos para sacar la elección, en estos momentos debería estar en un continuo sobresalto y no conciliar el sueño. Sobre todo ahora que su hombre de confianza, Iván Redondo, se está dejando caer, significativamente, hacia los manipuleos de Podemos. ¿Ve más posibilidades en Pablo que en Pedro?

Aquí no hay quien se fíe de nadie. Los intereses personales priman sobre el interés general. Y por ende pocos pensamos en el interés de España. Quizá, para que la ley quede correcta, tengan que hacer caso a una de las tonterías dichas por Echenique –que actúa como un dominguillo al servicio de Pablo Iglesias para decir las simplezas que él evita–: «Parece que hace falta que venga un machote y diga: “Venga, te arreglo la ley”».


 

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