Las cloacas del Estado

3/07.- Es una de las creaciones de Podemos y sus muchachos. (...) Como compensación de lo que ellos enseñaron del maestro Lenin. (...) Las «cloacas del Estado» son las que están creando esta casta despreciable que controla el país, subvirtiendo los poderes del Estado...

Publicado en el Nº 325 de 'Desde la Puerta del Sol', de 3 de julio de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa

Las cloacas del Estado

Es una de las creaciones de Podemos y sus muchachos. Como no aguantan que de ellos se diga lo que hay que decir, lo que merecen, lo que se vienen ganando desde los tiempos que eran figurantes y aconsejaban sobre los pasos que tenían que dar tanto Hugo Chavez (que dejó este mundo sin llegar a ver cómo han llegado a destruir Venezuela) como Nicolás Maduro (que casi ha llegado a la destrucción total del país).

Como compensación de lo que ellos enseñaron del maestro Lenin, aprendieron a apoderarse de lo que hasta ahora ha estado en poder de la «casta» que perseguían y persiguen aunque aprendiendo con gran rapidez a encaramarse, poco a poco, tanto a la nueva «casta» del poder como a la del dinero que para sí entienden es algo muy provechoso. Como ejemplo ahí tenemos a Pablo Iglesias, quien ya ha alcanzado la categoría de millonario.

Últimamente han amainado en cuanto a calificar a «los ricos» como la «casta» porque lo han sustituido por «los más ricos» a los que se empeñan en imponer impuestos para malgastar el dinero que con ello saquen en entretenimientos como la red de garitos repartidos por España sobre la violencia de género, la implantación y actividades del LGTBI, el salario vital para ampliar su cohorte de seguidores y sabe Dios cuántas cosas más en vez de intentar la defensa y potenciación de las empresas que crean puestos de trabajo, engrandecen el país, etc.

Pero lanzar a los contrarios la frase de estar en las «cloacas del Estado», con ánimo de ensuciarlos y desprestigiarlos, siguen manteniéndolo. Cuando no saben qué responder si se les pregunta o acusa de los desmanes que realizan en la gestión de gobierno o en la simple actuación política, sacan a relucir que quienes no comulgan con ellos están sumidos en las cloacas. Uno de los más aficionados a utilizar la expresión es el memo de Pablo Echenique, de quien nos ocupamos poco y que tantos motivos da para que le prestáramos mayor atención. Mirándolo bien, quienes realmente hocican con harta frecuencia en las cloacas, son los miembros representativos y controladores de Podemos.

La afición les viene desde que anduvieron por las porquerizas de Venezuela, el país hermano que han conseguido hundir entre los de dentro y los amigos de fuera; aquí se han refocilado en los pesebres del independentismo catalán, del terrorismo etarra, de la pandemia del social-comunismo más indecente y miserable, sin hacer ascos a los dólares o euros que les llegaban para propagar la peste que llevan encima y que van extendiendo por España mediante una epidemia que nos conduce a la pérdida de todos los valores acumulados a lo largo de los años, de las glorias conseguida por España gracias al esfuerzo de sus hijos, de una historia rica desde todos los puntos de vista que aparece reflejada en los anales y documentos propios y ajenos, de una cultura repartida con generosidad por el mundo mediante una continua labor y largueza.

Las «cloacas del Estado» son las que están creando esta casta despreciable que controla el país, subvirtiendo los poderes del Estado, cambiando las normas consuetudinarias, aportando un progreso que entra en el asesinato consentido (aborto, eutanasia), invirtiendo la personalidad sexual de los nacidos, destruyendo la historia, manipulando la formación de los jóvenes, etc.

No nos cansamos de traer al recuerdo la pieza cerámica que acompaña la vida de los españoles desde hace tantos años, manteniéndose en su estilo y forma salvo las variantes que van introduciendo, con mayor o menor éxito, los artistas alfareros que las fabrican. Hoy nos acompaña un botijo tardo-romano, o medieval, usado tanto para agua como para aceite, con un solo pitorro y amplia boca de carga, y, curiosamente, dos asas, y que conserva en su estructura las cicatrices de los años.


 

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