Sin olvidar la República

14/04.- Hay otra república posible, y a ella nos sumamos, pero ahora no parece ni prudente ni perentoria la reivindicación.
Sin olvidar la República

Sin olvidar la República

Sinceramente, creo que el catorce de abril es una fecha emblemática para muchos españoles que desean y quieren un cambio en la estructura del Estado, de aquellos que sostienen la república como mejor y más efectiva forma de regirnos; o como yo mismo, que aspiro, desde mis convicciones falangistas, a cambiar el viejo sistema monárquico por una república democrática moderna, desde luego sin rémoras totalitarias a modo de socialistas y comunistas, tipo Podemos o bolivarianas.

Una república de otro tipo, tanto en su composición, ya que incorporaríamos al Parlamento a los sindicatos y asociaciones profesionales, que enriquecerían sin duda la acción legislativa de sus componentes, como también en su espíritu, eliminando cualquier restricción a las creencias religiosas de los españoles y, por supuesto, cualquier intento de dividir España.

No creo que nuestros compatriotas muestren sorpresa por esta elección que hacemos los que nos consideramos falangistas joseantonianos, al menos los que procedemos de las antiguas y maravillosas escuadras del Frente de Juventudes, que crecimos cantando aquello de Viva la revolución, viva Falange de las JONS. Muera el capital, viva el Estado sindical. Que no queremos reyes que no sepan gobernar.

No se quedaba solo en eso, sino que nos oponíamos a una vuelta de la monarquía, fuera cual fuera su adjetivación.

Por tanto, no vale toda república, sino una que contemple en toda su amplitud los Derechos Humanos y la íntegra libertad de las personas, por lo que no habría que sospechar afinidad alguna con las formas republicanas que propician partidos de la extrema izquierda: neo-socialistas, podemitas o comunistas, tipo Garzón, en España.

Hay otra república posible, y a ella nos sumamos, pero ahora, en situación tan anómala por el Covid-19, o por el ambiente equívoco en la política nacional, no parece ni prudente ni perentoria la reivindicación. No obstante, aunque no seamos callejeros, ni marchemos a viejas barricadas, sí mantenemos el noble espíritu falangista. Personalmente, no lo olvido.


 

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