Que viene el lobo

26/06.- Por fin llegó el verano. Las piscinas se abren. Todos a la calle. Las tertulias, los amigos ¡Uf, qué calor! La normalidad...

Que viene el lobo

El movimiento es posible ¡Ya podemos abrazar a los seres queridos! Estamos llegando, nuevamente, a la normalidad. No me refiero a que esa normalidad sea nueva, pues de hecho, a mucha gente de este país, se le está olvidando el coronavirus ¡incomprensible! Todo vuelve, a fuerza de decirlo, a la normalidad, pero al ver ciertos comportamientos, no a la nueva, sino a la de antes, es decir, a la de siempre.

Antes, la mascarilla, no (y todos a por ellas), ahora, la mascarilla, sí  (hay tantas que nos las regalan), y comenzarán a multar a quien no la lleve.

Lo de siempre, nadie se fía.

Observando lo que pasa en la sociedad, estamos como al principio de la pandemia, con una diferencia: antes nos recluían, ahora nos obligan a salir (tiempo al tiempo). Antes nos contaban los muertos (tonto el que salga), ahora como los ocultan (tonto el que se quede).

Personalmente creo en la resurrección, no de la carne, sino del muerto, del cuerpo (donde no hay espacio. ni tiempo, es imposible que haya materia), por tanto, llegué a pensar que los muertos que no aparecían (inocente), era porque los daban por resucitados. Ahora lo dudo, pues están apareciendo más muertos que antes, al parecer, ni estaban vivos, sin contar los miles que están… ¿Dónde? En el limbo, donde nos quiere situar más de una/uno.

Dejo de escribir, llaman a la puerta y abro: un policía amablemente medice:

–Señor. hemos observado que lleva más de doce horas sin salir de casa, le doy 5 minutos para verle en la calle–.

–Perdone –le respondo– es que ando mal del estómago y no me…

–¡Certificado médico!

–No me dan hora de visita hasta mañana–  me justifico

–Bien, mañana volveré y me lo muestra.

El virus tiene menos peligro en la calle que en lugares cerrados y algún eminente cerebro está pensando en la posibilidad de dar clase a los alumnos en los patios del colegio.

Todos a la calle. ¿Pero no fue allí donde empezó el contagio? Qué más da, ahora lo importante es la economía. Menos calefacción, más ahorro.

Aquí hay gato encerrado. Al principio de la pandemia, el Gobierno se apropió (democráticamente), del ordeno y mando. Desde entonces no se ha hablado de otra cosa ¿Usted recuerda el caso de Barajas y las maletas llegadas desde Venezuela, los innumerables plagios de tesis, los acuerdos democráticos con partidos que luchan para abolir la democracia, Cataluña, País vasco, etcétera?

Ahora, todo comienza, pero en lugar de mirar al COVID-19 y contar los muertos, miramos a la economía y contamos los turistas… y los responsables de lo que suceda serán las autonomías ¿Se estará preparando la antesala, para que el Gobierno tenga que verse en la imperiosa necesidad de volver al mando único? ¡Nuevamente salvados! No sabemos los muertos, pero sí los vivos gracias al buen hacer.

La calle es mía ¿Con mascarilla y 40 grados de calor a la sombra? Llegamos a un restaurante (el fresquito nos permite respirar) y, para meterme el tenedor en la boca, me quito la mascarilla, llega el guardia de turno y… casualidad, me espeta:

Ayer malo en su casa del estómago y hoy en el restaurante sin mascarilla, lo siento, son 200 euros de multa, por no llevar mascarilla y reírse de la autoridad.

Sueño que volvemos a añorar los tiempos del confinamiento, los tiempos en los que no podíamos pensar. Tiempo ha, era necesario un pasaporte para salir del país, ahora, ¿nos impondrán la necesidad de tener un pasaporte para salir a pasear?

No es extraño que en la reconocida publicación The Economist, se valore a nuestro presidente con un 2,22, siendo Italia la nación que peor ha sabido luchar contra el COVID-19, seguida de España.

Pues eso, ¡que viene el lobo! Verán como al final nos coge. Al menos, a los buenos (los del pasaporte), que Dios les coja confesados, a los otros, es decir, a la gran mayoría, al limbo.

Y el que esté libre de culpa...


 

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