OPINIÓN

La pandemia de la incertidumbre.

La certeza, la seguridad y la confianza son el principal antídoto de la incertidumbre, para ello es necesario tener referentes que generen en la población la percepción popular de “estar en buenas manos” ¿Qué certeza, referente a la pandemia, le queda al español de a pie?


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La pandemia de la incertidumbre.

La pandemia de la incertidumbre.


Al conocimiento seguro y claro de algo, le denominamos certeza.

La pandemia del covid-19 y más concretamente, su gestión política, ha instaurado en buena parte de la población un estado de incertidumbre permanente. Es importante tener presente que la incertidumbre es un estresor psicológico que genera malestar emocional, y, por ende, un factor de riesgo para la salud mental.

El primer escalón de esta incertidumbre es la desinformación.

Actualmente, las principales fuentes de información son la prensa y las redes sociales. Las informaciones afines al gobierno dicen una cosa, las de la oposición otra, y la conspirativa ni una cosa ni la otra, simplemente genera alertas infundadas. Inicialmente, aunque la ciudadanía pueda creer que está debidamente informada, no lo está, la sobreinformación, además de contradictoria, es una vieja táctica de desinformación y control social.

El 17 de noviembre de 2019 apareció la primera noticia sobre el contagio del covid-19 en Wuhan (República Popular China).

Su verdadero origen se ha convertido en un misterio. De la teoría del pangolín, se ha pasado a la antítesis de la viróloga china Li-Meng Yan, que afirma que se trata de un virus de laboratorio. A ambas teorías, hay que añadir las conjeturas, publicadas en las redes sociales, sobre una posible guerra biológica cuyo objetivo se fundamenta en reducir la población mundial para poder salvaguardar la sobreexplotación de las materias primas críticas y necesarias para el futuro, o bien, las insinuaciones de que la pandemia ha sido provocada, con fines mercantiles, por parte de las grandes corporaciones farmacéuticas y de productos medico-sanitarios.

Tampoco han faltado las versiones que relacionan la pandemia como una guerra híbrida entre las grandes potencias, cuyos fines son la desestabilización política, económica y social del enemigo. En conclusión, como indicábamos anteriormente, el origen de la pandemia sigue siendo un misterio que lo único que genera es incertidumbre en la mayoría la población.

Pero la causa de la pandemia no supone la única duda, recordemos, cuando el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias de nuestro Ministerio de Sanidad, ante la preocupación de la ciudadanía con respecto a la pandemia de China afirmó públicamente que: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticadorefiriéndose al covid-19.

Posteriormente, fallecían más de 53.000 ciudadanos por dicha enfermedad, además de ingentes infectados, aunque la citada cifra de mortalidad es un misterio más ya que, en estos momentos, otras fuentes solventes hablan de más de 83.000 difuntos por la covid-19. Toda una incógnita que sigue fomentando la perplejidad de la población.

La certeza, la seguridad y la confianza son el principal antídoto de la incertidumbre, para ello es necesario tener referentes que generen en la población la percepción popular de “estar en buenas manos”. En este sentido, hace pocos días, aparecía en los medios de comunicación que el técnico que está coordinando la emergencia sanitaria del covid-19 en España, es un médico de medicina general sin especialidad (MIR) ni doctorado. De hecho, el ya extinto ministro de Sanidad ;es un licenciado en filosofía, asesorado por una controvertida y opaca “comisión de expertos”, según versiones oficiales inexistente.

La última decisión política del presidente del Gobierno para optimizar la lucha contra la pandemia ha sido pasar la “patata caliente” de la crisis del covid-19 a las comunidades autónomas, lo que ha provocado una reacción de enfrentamiento político de estas con el gobierno del Estado y entre las propias comunidades, en función del partido que las gobierna, con el consecuente desbarajuste de actuaciones territoriales, añadiendo más incertidumbre entre la población según donde resida.

Todo, menos cerrar filas y unificar esfuerzos ante un problema común de ámbito nacional. En este sentido, cabe señalar las palabras textuales de Pedro Sánchez cuando estaba en la oposición y con motivo de un único contagio de ébola y ningún fallecido en nuestro país, motivo por el que le exigía a Rajoy textualmente: "Le pido que dé la cara, que dé las explicaciones que debe a los españoles. Le pido en definitiva que cumpla con su deber”, y es que, como dice el refranero español: “Por la boca muere el pez”. ¡Maldita hemeroteca! Para algunos.

En definitiva, estamos ante un síntoma que indica el posicionamiento de la política partidista por encima del interés nacional y de la salud de los españoles.

Pero el suma y sigue no termina aquí, el actual ministro de Sanidad, que tiene una visión lineal de la gestión de la crisis sanitaria, en pleno brote de la tercera ola va a dejar el Ministerio para irse de candidato a las elecciones catalanas, al parecer, algo más importante para el PSOE que la pandemia letal. Esperemos que no se cumpla el refranero cuando dice: “Otro vendrá que bueno me hará

La inseguridad vital ante la enfermedad, los bandazos políticos, la incerteza laboral, las voces que hablan de posibles recortes en las pensiones ante la situación económica de la nación, el vaivén de restricciones decretadas, las teorías negacionistas, las dudas sobre la seguridad de las vacunas, y un largo etcétera, son desencadenantes estresores de la población que, en lugar de ser minimizados por los gobernantes, en ocasiones, han sido, y son fomentados por estos, priorizando sus fines políticos y partidistas sin valorar las consecuencias futuras en materia de salud mental, entre otras, y su repercusión en los pilares básicos de funcionamiento de nuestro Estado.

El New York Times afirmaba recientemente: "la incompetencia de los políticos españoles puede ser tan mortal como la covid-19", el The Guardian, Le Monde, Il Corriere della Sera, La Reppublica y otra prensa de prestigio internacional, se están manifestado en la misma línea de opinión. Ante este panorama: ¿Qué certeza referente a la pandemia le queda al español de a pie?

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