SEMBLANZAS

Un hombre sabio: Sebastiao Salgado

Figuras como el conocido fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado nos reconcilian con la idea de que la Humanidad es redimible. ‘El viaje más impresionante que he hecho durante mi vida no ha sido a determinados lugares, sino hacia dentro de mí mismo’.

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Un hombre sabio: Sebastiao Salgado

Un hombre sabio: Sebastiao Salgado

Escucho a un hombre sabio: ‘Más que nunca, siento que sólo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, lenguaje, cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos’

Escucho, digo, estas palabras, y al instante me viene al pensamiento el recuerdo de otro hombre –en este caso un pobre hombre– que, en una tertulia de la televisión municipal de Terrassa sobre nacionalismo, me dice mirándome con ojos de ‘buana’ al negrito con taparrabos que debo ser yo para él: ‘Es que, en realitat, nosaltres som diferents’. A su lado, una fémina de su misma cuerda, que en la tertulia ha declarado enfáticamente su origen de cordobesa de Cabra, y que ha expresado en un andaluz más cerrado que el de Pepe el Lebrijano su convicción de que ‘España nos roba a los catalanes’, asiente con fuerza a las palabras del ‘diferente’…

Que Dios me perdone, pero  al concatenar ambas experiencias –las palabras de uno y el rebuzno del otro–, mi fe y acuerdo con lo que ha dicho el sabio se tambalean, y me tienta decir que no es verdad que haya una sola raza humana, sino dos: la de los seres humanos normales, y la de los tontos. Pero, desechada la duda, por infecta, volvamos al sabio y dejemos al otro dando vueltas a su noria.

El sabio que hoy traigo a colación se llama Sebastiao Salgado, fotógrafo brasileño de fama mundial y humanista, Premio Príncipe Asturias de las Artes 2007. Tengo ante mí la entrevista que le hizo en 2014 Ima Sanchis para La Contra de La Vanguardia, y de ella entresaco algunos de los rasgos que lo definen. Por ejemplo, su amor a la Tierra. A la madre Tierra. Aparte de su trabajo como fotógrafo documentalista, en 1998 fundo, junto con su esposa, el Instituto Terra, un proyecto no sólo de reforestación sino de regeneración integral de la llamada Hacienda Bulcao, en el estado de Minas Gerais, un territorio de más de 700 hectáreas que se hallaba materialmente arrasado y desertizado.

Después de replantar más de dos millones de árboles autóctonos, y de recuperar más de 297 especies de flora nativa y de humedales, han conseguido devolver esta tierra a su estado natural primitivo, el bosque subtropical de tipo atlántico, repoblándola también con animales que habían desaparecido de la misma, entre ellos jaguares y caimanes. El Instituto, según la Wikipedia, se ha convertido así en un ‘referente en el asesoramiento a agricultores y en un foco permanente de difusión de los beneficios de la conservación de los bosques y del agua, y de creación de conciencia medioambiental’.

Dice Salgado en la entrevista de ‘La Vanguardia’ que en los trabajos llevados a cabo en la Hacienda Bulcao descubrió que, en realidad, él mismo era tierra y naturaleza, y nos da un consejo a los españoles (copio literalmente):

‘Ustedes aquí han destruido tanto, y hay tanta tierra improductiva… Planten las especies que la habitaban, reconstruyan las fuentes de agua, las orillas de los ríos… La única máquina capaz de transformar el carbono en oxígeno son los árboles, y los estamos destruyendo a una cadencia completamente irresponsable’. Un consejo, por cierto, muy útil como idea para quienes estamos involucrados en la redacción del Foro 2019-2020 sobre La España vacía y vaciada.

Dice también que en Alaska, contemplando durante horas las inmensas soledades heladas hasta fundirse con la tierra, se sintió él mismo planeta, añadiendo que lo que ha garantizado nuestra supervivencia ha sido esa identificación cósmica. Y remata: ‘el viaje más impresionante que he hecho durante mi vida no ha sido a determinados lugares, sino hacia dentro de mí mismo’.

Hay también un pasaje en esa entrevista entre sorprendente e inquietante; lo dice en esta respuesta, que transcribo también literalmente: ‘Si se cruzan (en el camino de la Humanidad) dos o tres enfermedades como el sida y el ébola al mismo tiempo, desapareceremos’.

En fín, me reconforta leer sobre la existencia de gentes como Sebastiao Salgado; por eso soy adicto a la, quizá, mejor sección de La Vanguardia, La Contra, de la que tengo coleccionada más de quinientas entrevistas, que raramente me defraudan… La gente como Sebastiao Salgado forma parte de lo mejor de la Humanidad, esa que realmente es ‘una’ a pesar de los borricos que desgraciadamente abundan en ella.


 

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