OPINIÓN

La política no lo es todo.

José Antonio es la ortopraxis de la ortodoxia orteguiana. Sobre tales premisas, ¿qué hacer hoy? ¿A quién votar? ¿Cómo fundamentar actualizadamente la ortodoxia joseantoniana para aplicarla a la ortopraxis, a la realidad en la que vivimos?

Publicado en Gaceta de la FJA, núm. 345 (JUN/2021).  Ver portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).​

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La política no lo es todo.

La política no lo es todo.


En la presentación del libro Diccionario ideológico joseantoniano en la que tuvimos oportunidad de estar presentes y participar no pocos camaradas, después de la introducción y posterior presentación del libro por nuestro querido Manuel Parra, la mayoría de las preguntas que se plantearon iban en la misma dirección.

Hubo otras, pero muchas coincidían en la trayectoria que voy a exponer y que se simplifican, con la dificultad que entraña la capacidad de síntesis, en la siguiente pregunta. ¿A quién votar? Esa fácil o difícil pregunta esconde una reflexión que, durante años, nos ha dolido manifestar públicamente.

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Esa cuestión fundamental paso a formularla, con todos los respetos, en forma de preguntas de investigación:

━¿Qué ha quedado del pensamiento de José Antonio?
━¿Lo que ha quedado es sola y exclusivamente un legado intelectual y, por ende, susceptible de investigar?
━¿Nos conformamos con votar a lo menos malo, es decir, a los partidos que hay hoy?
━¿Es plausible fundar un nuevo partido sobre las bases joseantonianas?

Según he estado investigando, las preguntas, en principio, devienen en excluyentes y dialécticas: o se investiga o, en su contrario, se acude a la práctica. En este último caso, o se funda un nuevo partido o, con resignación, nos acomodados a los que hay. Consecuentemente:

Si nos limitamos a la investigación ¿Nos quedamos solamente ahí?
Si nos vamos a la práctica, tenemos la oportunidad de acomodamos a los partidos que existen, respecto de los que: ¿Cuáles son las afinidades? Pero, también, ¿cuáles son las diferencias?
Si, en esta última línea, fundamos un nuevo partido, ¿sobre qué bases? Sinceramente y aunque duela, ¿hay una Falange o hay varias falanges?
━Por otro lado, ¿cómo hay que acomodar el pensamiento del primer tercio del siglo XX a los tiempos actuales? ¿Cuántos aspectos hay que desechar? ¿Esos aspectos son sustanciales o accidentales?

Repensando sobre estas preguntas, mi reflexión, por ahora y a falta de mayor fundamentación, es la siguiente: Hemos escrito muchos artículos sobre la esencia del pensamiento joseantoniano. Queda claro, pues. Salvo mejoras de calado en la investigación. El pensamiento de José Antonio no se limita a esa esencia. Necesita, pues, de un horizonte más amplio de investigación.

Por ahora, y pese a quien le pese, no tenemos más remedio que votar a lo menos malo (no necesito decir de dónde viene esta última frase). O, quizá, esas reflexiones no son tan contradictorias, sino más bien complementarias. Me explico.

━Quizá, y sólo quizá, es necesario investigar más y mejor sobre José Antonio para, en su momento (no tiene por qué ser ahora, necesariamente), fundar un partido nuevo.
━Quizá haya que recurrir, por ahora, a Paul Ricoeur para entender que hay que explicar más para comprender mejor y, así, en su momento, plantearse si es conveniente, o no, fundar un nuevo partido.

José Antonio es la ortopraxis de la ortodoxia orteguiana. Sobre tales premisas, ¿qué hacer hoy? ¿A quién votar? ¿Cómo fundamentar actualizadamente la ortodoxia joseantoniana para aplicarla a la ortopraxis, a la realidad en la que vivimos? Solamente profundizando y actualizando científicamente sobre la ortodoxia joseantoniana averiguaremos, en su caso, en su momento y si es posible, la validez y eficacia de su ortopraxis.

Caso contrario, nos quedaremos con la investigación. Pero tampoco tiene por qué infravalorarse. De ahí pueden nacer muchas iniciativas, no solamente políticas. ¿O es que la política lo es todo? Sigue siendo cierta la afirmación de Enrique de Aguinaga: José Antonio es un arquetipo, y no sólo para la política.

Queda mucho por decir en muchos y variados campos. Queda mucha riqueza por descubrir. Vayamos, pues, al ritmo de Dios, no al nuestro, que suele ser, reconozcámoslo, un poco apresurado.


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