OPINIÓN | ACTUALIDAD

El fanatismo del 'Govern'.

Lo de la familia del niño de Canet de Mar, también de la de miles de españoles que allí residen, expone una gravedad tan notoria como para llevarlo ante las cortes de justicia internacionales.

Publicado en primicia por el digital Barcelona Hoy (24/DIC/2021).

Recogido posteriormente, con autorización del autor, por la revista Desde la Puerta del Sol núm. 567, de 31 de diciembre de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

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El cartel pixelado se distribuyó por Canet de Mar con datos del padre que pedía un 25 % de enseñanza en castellano para su hijo.
El fanatismo del 'Govern'.

El fanatismo del 'Govern'.


Quisiera que mis primeras líneas estuvieran dirigidas a manifestar mi apoyo, solidaridad y acompañamiento a la familia del niño de la Escuela Pública Infantil de Turó del Drac que, sin ninguna culpa, viene padeciendo el acoso, la exclusión y discriminación durante las últimas semanas. Son personas normales y corrientes –no héroes, según sus propias palabras– que están sufriendo una persecución impía por parte del radicalismo sectario del independentismo catalán. No hay causa o razón que pueda motivar el apartheid del que son víctimas, más al contrario, sus motivaciones personales en relación a la educación de su hijo son absolutamente legales y conforme a derecho, así lo ha determinado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Cualquier otra argumentación contraria a la sentencia pronunciada es ajena a la legalidad vigente y al respeto al ordenamiento jurídico español, por descontado que vinculada a Cataluña, que es España, aunque algunos fanáticos cromañones se empecinen en no asumirlo.

Es una completa vergüenza el execrable comportamiento del Govern de la Generalitat en relación al asunto. Lejos de hacer valer los derechos lingüísticos de los ciudadanos catalanes, decide instalarse en la intolerancia y la intransigencia más despreciable y repugnante que pueda contemplarse. El contenido de la sentencia es explícito en la exigencia de que el 25% de las clases sean impartidas en la lengua castellana. No se trata de un posicionamiento político e ideológico anti catalanista del tribunal, en absoluto, es la lógica consecuencia de unos derechos que están reconocidos legalmente. Que no se intente manipular la cuestión convirtiéndola en un   ataque contra nadie ni contra nada porque, sencillamente, es falso, no es verdad.

El inagotable radicalismo antidemocrático de los independentistas no tiene límites, no tiene continencia alguna en sus enrabietadas políticas de exclusión, desprecio, repudio y aislamiento de aquellos que se expresan, de una u otra forma, como ajenos a su locura nazionalista. Es extremadamente grave la forma de proceder del president del Consell Executiu del Govern de la Generalitat, Pere Aragonés i García que, lejos de representar a todos los catalanes, ha decidido practicar unas políticas orientadas a promover el aislamiento, la expulsión y el arrinconamiento de aquellos ciudadanos a los que no les otorga ese reconocimiento. Es pues, el primer responsable, aunque no el único, de la violación de los derechos reconocidos constitucionalmente en un Estado democrático, social y de derecho, amparados por nuestra Carta Magna. Es más, es causante de la violación de los derechos humanos según las convenciones internacionales en esta materia.

Tampoco quiero dejar de citar a otros ilustres miembros de su Consell. José González Cambray (conseller d´Educació); Nátalia Garriga Ibáñez (consellera de Cultura); Lourdes Ciuró Buldó (consellera de Justícia); o Violant Cervera Godiá (consellera de Drets Socials), también tienen una responsabilidad directa en tamaño delito.

Los restantes consellers, diez para ser precisos, son cómplices de tal atropello. Un govern que profana y vulnera la legitimidad de la legalidad vigente, que viola sistemáticamente la ley, que secuestra a capricho la libertad y el derecho de expresión, que criminaliza a compatriotas inocentes, condenándoles a la represalia y la persecución ideológica. El mundo al revés, es decir, los inocentes elevados a la condición de proscritos y culpables, mientras que los culpables –delincuentes de hecho– se proclaman como valedores de una sociedad justa y democrática. Es intolerable, repugnante y extremadamente repulsivo.

Lo de la familia del niño de Canet de Mar, también de la de miles de españoles que allí residen, expone una gravedad tan notoria como para llevarlo ante las cortes de justicia internacionales, desde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Tribual de Estrasburgo), a la Corte Penal Internacional (Tribunal Internacional de Justicia de La Haya). La limpieza cultural, ideológica, lingüística o política desarrollada desde las más altas instituciones de Gobierno en Cataluña, sin olvidarnos del Parlament de Catalunya, o las   corporaciones locales, son acreedoras de dichas denuncias. No hay exageración en mis palabras, sé muy bien de lo que hablo y conozco muy bien la situación insoportable en la que viven miles, millones de compatriotas amedrentados, amenazados e intimidados, convertidos en rehenes de un régimen que avasalla y se impone de manera in misericorde.

No hablaré del infame Gabriel Rufián, auténtico matón de patio de colegio, y de sus exabruptos y amenazas mafiosas, con su apellido se define a tamaño sujeto. En Madrid, donde se respira otra atmósfera, se permite decir y hacer lo que en Cataluña es imposible para muchos españoles, o sea, vivir conforme a sus derechos. Nuevamente el mundo al revés.

En aquellas fértiles y añejas tierras españolas, de ricas costumbres y tradiciones, de distinguida naturaleza y señorío por historia merecida, pero no más que la de Castilla –sin duda alguna–, referente de crecimiento, progreso y desarrollo en tiempos ya pretéritos, hoy languidece, se empequeñece, se vulgariza y empobrece víctima de los delirios nazionalistas –con z–. Pese a las constantes y generosas campañas publicitarias de los independentistas, extremadamente costosas por otro lado, los niveles de bienestar social, de impulso económico y respeto internacional en la comunidad de naciones, alcanzan mínimos históricos. La cultura del ghetto ha sido resucitada y llevada a la práctica con un frenesí obsceno y despiadado, que impera y campa a sus anchas por el antiguo condado de la Corona de Aragón.

¿Y qué hace nuestro lindo don Pedro, ególatra y narcisista presidente del, todavía, gobierno del Reino de España? Pues ya lo ven ustedes, se sigue mirando en el espejo de la vanidad y se entrega, con denuedo renovado, a seguir manifestando su complejo de hombre de Estado, o lo que es lo mismo, su afán por estar en la foto, como eminente estadista, en cualquier foro internacional que se convoque, aunque sea la Asamblea Internacional del Mono Verde de Chiquitistán. Le da igual Juana que su hermana, Pepe que Pepa que Pepita, con tal de que sus mercenarios de la anti España le garanticen su poltrona. Sus espurios y personalistas intereses le convierten en una figura nefasta para la historia de España, vamos, que el mismísimo obispo Oppas se queda en pañales ante él. En otra ocasión les hablaré del paralelismo del conde don Julián y el moro Muza, infames clientes de la «taberna de la traición». De momento, reitero mi apoyo a quienes son discriminados y excluidos, abandonados y olvidados.



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