La Razón de la Proa

OPINIÓN

Ecología y patria

Ya es hora de crear en España un movimiento ecológico que no esté reñido con el crecimiento y bienestar de los españoles, con la libertad de pensamiento, con la prosperidad de agricultores, ganaderos, pescadores, con la preservación de nuestras tradiciones, de la caza y la pesca y del mundo del toro y con la conservación de nuestro rico patrimonio natural tanto animal como vegetal y paisajístico.

Autor.- Gerardo Vizmanos Lamotte, es doctor en Medicina y pediatra, colabora como instructor de montaña con la Escuela de Montaña y Esquí de OJE. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa (un envío semanal).​ 

2021-06-21-ecologia-patria-1w
Ecología y patria

Ecología y patria


Es de todos sabido cómo la izquierda y el neocomunismo se apropian de las ideas y de las corrientes de pensamiento para alcanzar sus objetivos pero en el caso de la ecología llega a un grado de tal calibre que la convierte en un dogma de fe, en una nueva religión de la que es muy difícil escapar, lo que la haría más parecida a una secta universal. Desde posturas defendidas por expertos, supuestos expertos y paneles globalistas, se dictan recomendaciones que dan paso a directrices, leyes nacionales y supranacionales que nos dicen cómo debemos pensar, vivir o comer. De forma sibilina, a partir de una idea a priori no contaminada por la política como tendría que ser la ecología, se pretende conformar una sociedad que acepte sin debate el globalismo, las mal y eufemísticamente llamadas políticas de salud reproductiva o las políticas demográficas.

Echando la vista atrás me viene a la mente una canción campamental en la que se incluyen estos versos: Veremos las montañas y ríos al pasar y al conocer la patria, mejor la hemos de amar, que aúnan dos conceptos que en las últimas décadas nos han vendido como antagónicos: la ecología y la patria. El movimiento ecologista abanderado por organizaciones y partidos de la izquierda ha excluido a muchos ciudadanos que claramente concienciados con un amor puro y profundo a la naturaleza no se han sentido representados por sus políticas. Es más, se han visto engañados por organizaciones no gubernamentales en las que habían participado de forma más o menos activa y que poco a poco se han ido quitando la careta para desvelar intereses que poco tienen que ver con un ecologismo bien entendido.

Si uno ha pisado los caminos y montañas de España se da cuenta de lo distante y artificial que suenan muchos de los discursos grandilocuentes de los urbanitas de despacho que se permiten opinar y sentar doctrina sobre qué es ecología y cómo debemos comportarnos para ser buenos y responsables ciudadanos. Es evidente que para poder opinar y discutir sobre un tema y posteriormente realizar recomendaciones y formular leyes, hay que conocer en profundidad la materia y haber realizado antes un trabajo de campo exhaustivo. Somos muchos los españoles que sentimos un profundo amor a España y a la naturaleza y que nunca hemos renunciado al progreso económico y social de nuestra patria en aras de un malentendido ecologismo que muchas veces beneficia a unas élites que poco o nada saben de nuestro campo, nuestro mar y nuestras montañas.

Para hablar de ecología en España –porque es obvio que el globalismo también se ha adueñado de la ecología para desnaturalizarnos y desvincularnos de nuestra nación– es fundamental transmitir a través de la educación, la cultura y el ocio, el amor a la piel de toro y a sus archipiélagos en todas sus dimensiones. Sólo con esta realidad impregnada en nuestras retinas, nuestra mente y si puede ser con nuestras suelas desgastadas de recorrerla, podremos consolidar un proyecto verde y patriota para España.

En un breve recorrido por algunas de nuestras provincias y regiones, podemos percibir la riqueza paisajística, faunística y cultural que encierra España...

Desde las Rías Bajas en Pontevedra iniciamos un recorrido imaginario en sentido horario para llegar a las Islas Cíes, Finisterre, la playa de Las Catedrales, Somiedo, los Picos de Europa y sus simas, Peña Gorbea, las Bardenas Reales, el Valle de Ordesa y el Monte Perdido, el pico Aneto, el parque nacional de Aiguas Tortas y Lago de San Mauricio, el Ampurdán, el Maestrazgo, el parque natural de la Albufera, el Mar Menor, el parque natural del Cabo de Gata, Sierra Nevada y el pico Mulhacén, Zahara de los Atunes, las marismas del Guadalquivir y Doñana, las dehesas extremeñas y Monfragüe, la Vía de la Plata, la Sierra de Francia, Riaño, el Camino de Santiago, el salto del Nervión, los Cameros y el parque natural de Sierra Cebollera, los pinares de Soria, los Monegros, el Monasterio de Piedra, el parque natural del Alto Tajo la Ciudad Encantada y la ruta del mimbre en Cuenca, el nacimiento del río Mundo, los campos de olivo en Jaén y Córdoba, el parque natural de Sierra de Andújar, el parque nacional de las Tablas de Daimiel, Cabañeros, la Sierra de Guadarrama, la ruta de los pueblos negros de Guadalajara, la Alcarria, la Sierra de Tramuntana en Mallorca, el archipiélago de Cabrera, el Teide y las profundidades del océano en el archipiélago canario, el Roque de los Muchachos y la Caldera de Taburiente en la isla de la Palma, los bosques de laurisilva de Garajonay en la Gomera, Timanfaya en Lanzarote y finalmente las islas Chafarinas.

Tirando de memoria hemos revisitado lugares emblemáticos y otros menos hollados de nuestro suelo patrio. Como el investigador en un laboratorio o como el cartógrafo podríamos ir de lo macro a lo micro y de la visión de conjunto a la aldea, al camino o al pinar donde anida el rabilargo. Sin el conocimiento exhaustivo y apasionado de nuestra patria es fácil aceptar de buen grado o con resignación los planteamientos propuestos en los despachos de burócratas y plutócratas y perdernos en debates que se alejan del día a día y que se comportan como verdaderas cortinas de humo.

Ya es hora de crear en España un movimiento ecológico que no esté reñido con el crecimiento y bienestar de los españoles, con la libertad de pensamiento, con la prosperidad de agricultores, ganaderos, pescadores, con la preservación de nuestras tradiciones, de la caza y la pesca y del mundo del toro y con la conservación de nuestro rico patrimonio natural tanto animal como vegetal y paisajístico.