OPINIÓN | ECONOMÍA

Cosas que no se cuentan del Brexit.

Gran Bretaña logró un muy favorable acuerdo de comercio con la Unión Europea; un acuerdo sin aranceles ni contingentes (límites) a las operaciones de importación y exportación.


Publicado en primicia en el digital La Razón (Andalucía) el 22/02/2021. Enviado posteriormente por su autor a La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.

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Cosas que no se cuentan del Brexit.

Cosas que no se cuentan del Brexit


Gran Bretaña logró un muy favorable acuerdo de comercio con la Unión Europea tras su salida; un acuerdo sin aranceles ni contingentes (límites) a las operaciones de importación y exportación. A pesar de ello, tiene que afrontar dos cuestiones complejas. La primera es el rebrote del independentismo escocés. Toda reivindicación independentista es, por definición, insaciable por eso las exigencias de referéndums sólo cesan cuando sus promotores logran el único resultado que admiten.

El segundo problema al que tiene que hacer frente el Reino Unido en la etapa post Brexit es la derrota de Donald Trump que había prometido reforzar los tradicionales lazos que unen a estos dos países para, de paso, debilitar a la Unión Europea.

Efectivamente, Londres logró un acuerdo muy favorable con Bruselas y desde hace unos pocos días sabe que la Unión Europea no tiene la más mínima intención de virar a una posición diferente. La prueba está en que el pasado 28 de enero, en plena disputa por el suministro de dosis de vacunas de AstraZeneca, la Comisión Europea invocó durante unas pocas horas el artículo 16 del Protocolo sobre Irlanda/Irlanda del Norte que le permitiría imponer controles fronterizos entre las dos Irlandas que, según el protocolo están a salvo de este tipo de barreras tras el Brexit.

La Unión Europea amagó con aplicar con una medida de fuerza orientada a dificultar el comercio entre su estado miembro (Irlanda) e Irlanda del Norte. La retirada de la medida fue una muestra de que la Unión Europea tiene una alta proclividad a mantener la posición cómoda de la que ahora goza el Reino Unido.

Así las cosas, hay dos cuestiones de las que hay que estar pendientes. La primera está relacionada con el tráfico de mercancías físicas y la segunda con las operaciones financieras.

  • Hasta la entrada en vigor del Brexit las mercancías que transitaban entre los países miembros de la UE y el Reino Unido como miembro de pleno derecho que era, resolvían todos los trámites administrativos con el denominado modelo T2L. Con la salida de la UE y la adquisición de estatus de «tercer país», casi todas las mercancías están sujetas a los despachos de importación o exportación y a la liquidación del IVA en las aduanas. Escribimos «casi» porque las mercancías que tienen como destino último Irlanda del Norte pero que viajan en camiones atravesando el eurotúnel y el Reino Unido tienen que emitir el despacho de tránsito –T2– que ha de ser ultimado en el Reino Unido. Esto complica notablemente los trámites administrativos y requiere de la contratación de agentes de aduanas que están resultando insuficientes. Se estimaban unos 50.000 y sólo están operativos unos 10.000. Es un cuello de botella que antes o después se resolverá.
     
  • La segunda preocupación para los británicos es el impacto del Brexit en el sector financiero; un sector que representa casi el 7 % del PIB de su economía y que se genera, principalmente, en la City de Londres. Esta zona actúa como el gran hub financiero de Europa liderando el mercado de divisas, de activos financieros y de seguros. Es la gran puerta de entrada del capital financiero del mundo hacia Europa para operar a través del trading. Esta práctica no es otra cosa que la compraventa en mercados electrónicos regulados de activos financieros cotizados (acciones, divisas y contratos de futuros) que tienen mucha liquidez (se pueden convertir en dinero fácilmente). El sentido de estas operaciones es obtener una diferencia favorable entre el precio de venta y el de compra.

Es posible que tras el Brexit no todos los bancos británicos puedan actuar igual que antes con los clientes europeos. Es probable que parte trasladen oficinas al continente, principalmente Holanda. Pero no hay que ser ingenuos. El Reino Unido ha sabido jugar bien sus cartas y no parece que vaya a perder la capitalidad financiera fácilmente.