OPINIÓN | ACTUALIDAD

Algo sobre la violencia

El porcentaje de violencia es mucho más bajo en nuestros días que en tiempos pasados donde por un simple quítame allá esas pajas se liaban a mamporros, cantazos, estacazos, tiros, bombazos y todo tipo de violencia.


Publicado en 'Altar Mayor' | Nº 188 | Oct/Dic 2019.

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Algo sobre la violencia

Para iniciar el tema en el que pretendo entrar y que considero de gran actualidad en nuestros días, intenté buscar un punto de apoyo, como hizo Arquímedes de Siracusa según cuenta la leyenda, cuando descubrió la ley de la palanca.

  • Con ese punto de apoyo no pretendía mover el mundo, pero si aclarar en alguna medida cómo fue lo de ayer y cómo es lo de hoy del tema en cuestión y que tiene como objetivo el comportamiento del hombre, cosa difícil y hasta pretenciosa dado lo complejo que de hecho es.

Ese punto de apoyo se sitúa en ver la forma en la que el hombre se ha comportado a lo largo de los siglos desde que surgió como homo erectus, traspasó la barrera del homo sapiens y se situó en el momento cultural presente.

  • Buscando en qué tiempo pudo ostentar con mayor propiedad la medalla de haberse manifestado como el más apasionado, más bruto, más bronco, más animal en el más amplio sentido de la palabra, en el convencimiento de que el representante actual era el que ocupaba el podio sobre todos sus predecesores.

Pues no; en el brujuleo realizado llevé una gran la sorpresa de mano de no pocos historiadores que aseguran, y lo justifican con hechos históricos, que el porcentaje de violencia es mucho más bajo en nuestros días que en tiempos pasados donde por un simple quítame allá esas pajas se liaban a mamporros, cantazos, estacazos, tiros, bombazos y todo tipo de violencia.

  • Robert Muchembled nos explica que «la brutalidad y el homicidio iniciaron un descenso constante a partir del siglo XIII, lo cual parece abonar la teoría de “la civilización de las buenas costumbres”, de la domesticación e incluso la sublimación progresiva de la violencia».

Sin atrevernos a ponerlo en duda, pues este es un tema difícil de calibrar ya que surgen por todas partes innumerables incógnitas, cabe pensar, y asegurar, que probablemente ahora es mucho más sofisticada dentro del grado de atrocidad en el que se mueve, pues los tiempos han facilitado no poco las cosas en todo terreno.

  • Está claro que hace algunos siglos mejoraban continuamente los procedimientos de tortura, ideando constantemente nuevos artilugios para producir pánico, dolor, sufrimiento, y hasta placer en los ejecutores en no pocos casos.

No cabe duda que la violencia es innata al hombre –entendamos el hombre en sentido bíblico de varón/hembra, pues, aunque pueda ser de distinta magnitud y forma en uno u otro sexo, lo cierto es que existe en ambos–, está en su constitución, la ejecuta según sus inclinaciones al llevar adelante el desarrollo del libre albedrío, puede ir en su ADN, en la forma de vida desde la infancia, en las necesidades de tipo material, en caer en manos de delincuentes, en la soberbia insita en cada quién, en la ambición desarrollada en determinadas personas, en un complejo desarrollo del ser humano y su inteligencia.

  • Si el hombre, cada hombre, no cuida con esmero el camino difícil de la vida, puede caer en la violencia; es más fácil deslizarse por lo erróneo que por lo correcto.

Lo erróneo siempre presenta facilidades, lo correcto cuesta trabajo, es más difícil de vencer, no basta con dejarse llevar, hay que luchar día a día, momento a momento.

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