MEMORIA
Las diversas 'Falanges'.
Siempre he sostenido que cuando hablamos de la Falange, tenemos que referirnos a las distintas formaciones que con ese nombre han existido.

Las diversas Falanges
Estamos todos de acuerdo que su fundación se produjo en el acto del teatro de la Comedia de Madrid, pero a partir de ese momento pasó por diversas modificaciones. Y la primera fue cuando se fusionó con las JONS de Ramiro Ledesma Ramos, para crear FE de las JONS en 1934. Entre esa fecha y el inicio de la guerra civil, tendría lugar la escisión de algunos jonsistas, que intentaron crear su propio movimiento, sin conseguirlo.
En ese periodo tuvo lugar el intento por parte de José Antonio de estructurar racional e intelectualmente a su Falange. Fue madurando su pensamiento y hay que destacar la distancia que va entre lo que dijo en el teatro de la Comedia y lo que dijo en el cine Madrid o en el Círculo Mercantil, en 1935. Y luego están sus escritos carcelarios y sobre todo su intento, iniciada la guerra civil, de parar el conflicto mediante un gobierno de concentración nacional.
Esa Falange joseantoniana está bien analizada por los libros, ¿Fascismo en España? de Ramiro Ledesma, la Historia de la Falange y El Jefe, el hombre, el camarada, de Francisco Bravo, o las Memorias de Mercedes Formica, Raimundo Fernández Cuesta, Pilar Primo de Rivera, Fontana o Rafael García Serrano. También añado el Madrid de corte a checa, de Foxá, donde se traza una buena semblanza de José Antonio y de su Falange intelectual.
Iniciada la guerra civil la Falange se fraccionó en una serie de reinos de taifas, donde cada jefe provincial quería hacer de su capa un sayo. Y mientras esto sucedía, los jóvenes en masa se afiliaban a sus milicias. ¿Por qué lo hacían?
Como cuenta Lain, en su obra Descargo de conciencia:
«Fui nominalmente falangista desde el día de mí inscripción en Falange, uno de la última decena de agosto de 1936; comencé a serlo real y cordialmente cuando leí y releí el folleto con tres discursos de José Antonio —en la portada, su retrato sobre una bandera roja y negra— que poco más tarde me dieron. Si lo que se decía en esos discursos cobrara realidad política y social, además de tenerla oratoria y retórica, ¿no es cierto —me decía yo a mí mismo— que los cinco grandes problemas de la vida española, el religioso, el económico, el ideológico, el cultural y el regional, quedarían satisfactoriamente resueltos? Y, puesto que en virtud de una forzosidad sobrehumana, la violencia, la más sangrienta violencia se había cernido sobre la tierra de España, ¿por qué seguir haciéndose cuestión de la que desde octubre de 1934 hasta julio de 1936 entre nosotros se había producido? ¿No es esto, después de todo, lo que el propio Unamuno piensa, bajo la letra del manifiesto que acaba de lanzar al mundo? Luego expondré cómo en esa incipiente "segunda adolescencia" mía concebí yo —soñé, más bien— tan resolutorio cumplimiento del programa falangista. Por el momento, conste honestamente la primera impresión que la lectura del mencionado folleto produjo en mí».
La muerte de José Antonio hizo que se convocara un Consejo Nacional que nombraría nuevo Jefe Nacional a Manuel Hedilla Larrey en abril de 1937. Pero el Decreto de Unificación promovido por Francisco Franco, significó que se formara una nueva formación política con el nombre de FET de las JONS. Y que Hedila fuera condenado a muerte. Y para dirigir esa nueva formación se nombraría como jefe de su Junta política a Ramón Serrano Suñer, antiguo diputado de la CEDA y amigo personal de José Antonio.
Sobre el tema existen los excelentes trabajos de Maximiano García Venero Falange en la Guerra de España y la Unificación y Hedilla, y Testimonio de Manuel Hedilla, y el desigual y a veces contradictorio Los siete días de Salamanca, de Angel Alcazar de Velasco. También es interesante el libro de Herbert R. Southworth, Antifalange: estudio crítico de Falange en la guerra de España de Maximiano Grcía Venero.
Con FET-JONS nacería lo que yo llamo la Falange serranista y duraría hasta agosto de 1942.
En ese periodo una serie de jóvenes intelectuales procurarían dotar al Nuevo Estado de un contenido nacionalsindicalista. Se fundarían sólidas revistas como Escorial y Vértice, y se publicarían los libros Los valores morales del nacionalsindicalismo, de Pedro Lain Entralgo, Cuatro estudios sobre sindicalismo vertical, de Luis Legaz Lacamra, Cuadernos de Rusia, de Dionisio Ridruejo, El Imperio español, de Antonio Tovar o una muy buena selección de escritos de José Antonio, a cargo de Gonzalo Torrente Ballester.
Pero frente a esa Falange, se opondrían considerables fuerzas conservadoras, que propiciaban la vuelta de la monarquía, bien vía carlista o alfonsina. Y el choque entre ambas corrientes se visualizaría en los conocidos y mal estudiados sucesos de Begoña de agosto de 1942, en los cuales el falangista Juan Domínguez arrojaría una bomba de mano a los militantes requetés entre los cuales se encontraba el general Valera, entonces ministro del Ejército. Como consecuencia de esos sucesos, que provocaron varios heridos, sería condenado a muerte Domínguez y fusilado. Y Franco, salomónicamente, destituyó a Varela y a Ramón Serrano Suñer.
Ante estos hechos Dionisio Ridruejo dimitió de todos sus caros oficiales, así como cesaría como gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de León, Narciso Perales Herrero. Allí acabó la llamada Falange serranista, y daría comienzo la Falange propiamente franquista. De ese periodo tenemos como testimonios escritos, Descargo de conciencia, de Lain Entralgo y las Memorias de Ramón Serrano Suñer, Giménez Arnau y de Dionisio Ridruejo.
Ya domesticada definitivamente la Falange, pondría Francisco Franco a su frente a José Luís Arrese Magra, Raimundo Fernández Cuesta y José Solís. Los vientos políticos internacionales venían adversos y eso propició que en el año 1945 Serrano Suñer enviara una carta a Franco pidiendo la disolución de FET.
En 1947 se redactaría la Ley de Sucesión, por la que España pasaba, en un futuro, a ser una monarquía. Y algunos falangistas se rebotaron, y en un funeral por la muerte de José Antonio, se oyeron gritos de ¡Franco, traidor! Y se cantaban canciones en las que se mencionaba que quien quisiera una corona, se la hiciese de cartón.
Vuelto a la Secretaria General del Movimiento en 1955, José Luís Arrese vio una oportunidad para llevar adelante el viejo proyecto de institucionalizar el franquismo a partir de reforzar los poderes del partido único falangista, y reducir la orientación monárquico-católica que había predominado desde 1945. Nada más llegar a la Secretaría General del partido único, empezó a elaborar un proyecto por el cual el papel de Falange y su jefatura política se reforzarían considerablemente en el seno del propio régimen franquista. Arrese buscaba construir un auténtico Estado nacionalsindicalista que, tal como había dicho en una concentración falangista celebrada en marzo de 1956 en Valladolid, colmara la insatisfacción de los falangistas «porque muchas de nuestras aspiraciones revolucionarias están pendientes de realizar y porque la sociedad que nos circunda tiene mucho de injusta y mucho de sucia». Sin embargo, este proyecto pronto se tropezó con la oposición de importantes sectores de la dictadura —Ejército, Iglesia, sectores monárquicos, etc.— y el intento no tardaría mucho tiempo en acabar fracasando.
En 1956 una serie de intelectuales falangistas se posicionaron a favor de una salida democrática del régimen franquista. Serían los casos de Lain Entralgo, Aranguren, Dionisio Ridruejo, Luís Rosales o Antonio Tovar. Su cambio político sería defendido por Dionisio Ridruejo en su libro Escrito en España y Lain en Descargo de conciencia. Frente a la postura de estos intelectuales, algunos universitarios, inaccesibles al desaliento, quisieron levantar de nuevo los ideales joseantonianos fundando Círculos Doctrinales.
Con la muerte de Franco, su régimen se vino abajo mediante la Ley para la Reforma Política de 1977. Y cuando se convocaron elecciones ese mismo año, no se presentó una sola Falange, sino varias. Tema que no voy a tocar ya que existe un trabajo doctoral que lo analiza con exactitud. Se titula El falangismo durante la democracia actual (1977-2019) y su autor es Miguel Madueño Álvarez
En el prólogo del libro señala:
«Para la realización de la presente investigación, se ha analizado el contenido de unos ciento cincuenta artículos y unos ochenta libros, que abarcan desde la fundación de Falange Española y su corta vida en el seno de la Segunda República hasta la actualidad, pasando por la Guerra Civil, la Dictadura y la Transición. El periodo tan prolongado, prácticamente ochenta años, supera por el doble el marco cronológico de la democracia actual (1977-2019), aunque se ha mostrado necesaria la lectura al menos de las investigaciones más importantes anteriores a 1977 para poder contextualizar los años estudiados».
Por último, mencionar la obra: El Yugo y las letras: Bibliografía de, desde y sobre el nacionalsindicalismo, de José Díaz Nieva y Enrique Uribe Lacalle, con un interesante prólogo de Stanley G. Payne. Un trabajo de recopilación con una estructura centrada en la historia de España desde la perspectiva del falangismo como protagonista, destacando las obras existentes sobre personajes, periodos históricos, partidos políticos, organizaciones, prensa, sindicalismo, sección femenina, ámbitos universitarios, e incluso obras literarias, artísticas y de humor gráfico, y que abarca un marco cronológico que va desde la fundación de Falange Española hasta la fecha de edición del libro: 2005. Es reseñable que pese a ser una herramienta muy útil a la hora de enfrentar un estudio del falangismo, es una obra de recopilación y localización de archivos y fuentes, y no de un estudio exhaustivo de sus contenidos
Y esa es para mí, la historia de las Falanges, excepción hecha de las del presente.
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