LIBROS | REVISTAS

Revistas falangistas de antaño

La pluralidad en los contenidos era la norma. Prestaron un gran servicio, «pensando más en la generación fraterna y no en la fratricida». Me voy a centrar especialmente en 'Escorial', por ser la de más entidad y calidad intelectual.


Solicita recibir el boletín semanal de La Razón de la Proa.

2023-08-09-Revistas-falangistas-1w
Revistas falangistas de antaño

Revistas falangistas.


A veces la memoria, para algunos, es quebradiza. Por suerte, en mi casa tengo la colección completa de las míticas publicaciones falangistas Jerarquía, Vértice, Destino y Escorial. Y constato que el gran mérito de José Antonio Primo de Rivera fue haber reunidos en torno a su figura una pléyade de magníficos intelectuales que colaboraron en dichas revistas que tenían como finalidad salvaguardar y trasmitir su pensamiento, así como llevar la cultura con mayúsculas a los lectores españoles.

De la lista de colaboradores se encuentran: Agustín de Foxá, Luís Rosales, Sánchez Mazas, Ismael Herráiz, Manuel Aznar, El Tebid Arrumi, Fray Justo Pérez de Urbel,  Zubiri, Julián Marías, Luys Santa Marina, Jacinto Miquelarena, Ridruejo, Adriano del Valle, Cunqueiro, José María Castroviejo, Pedro de Lorenzo, José María Pemán, Zunzunegui, Luís Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Ignacio Agustí, Joaquín Montaner, Lorenzo Villalonga, Juan Antonio Maravall, José L. Aranguren, Pedro Lain Entralgo, Antonio Tovar, Josep Plá, Ernesto Giménez Caballero, Vicente Gaos, Gonzalo Torrente Ballester, Martín de Riquer, Eugenio Montes, Menéndez Pidal, Carmen de Icaza, Concha Espina, Víctor de la Serna, Pío Baroja, Julio Caro Baroja, Manuel Machado, Tono, Edgar Neville, Ángel María Pascual, Miguel Mihura, Azorín, Gregorio Marañón, García Serrano, García Nieto, Carlos Alonso del Real, José Camón Aznar,  Ramón de Garciasol, José María Valverde, Luís del Corral,  Enrique Lafuente Ferrari, Emilio García Gómez, Dámaso Alonso o Gerardo Diego. Cada personaje tiene su propia biografía y su propia manera de ser y de pensar. Algunos estaban afiliados a la Falange, otros, no.

Como se ve por los escritores citados anteriormente, la pluralidad en los contenidos de dichas revistas era la norma. Y me voy a centrar especialmente en Escorial, por ser la de más entidad y calidad intelectual.

Así, cogidos al azar, en el número 2 de Escorial, de 1941, tenemos los ensayos de Xavier Zubiri: Sócrates y la sabiduría griega o el de Carlos Pereyra: Montaigne y López de Gomara; en el número 12, de 1941, encontramos un artículo de Ramón Menéndez Pidal: El estilo de Santa Teresa y otro de Pedro Laín Entralgo: Principio y fin de Segismundo Freud. Reflexiones extemporáneas; en el número 32, de 1943, encontramos trabajos de Theodob Henkrmann: El Escorial en la crítica estético-literaria del extranjero. Esbozo de una historia de su fama o de A. Piga: La literatura rusa y el alcoholismo, y en el número 55, de 1947, hallamos a E. Casirer: El lenguaje y la creación del mundo de los objetos, A. Richards: El poder de las palabras y Walterbon Vartbürg: La palabra y su ambiente.

Se da importancia a las páginas de información extranjera y vemos notas de Henri de Rolland, Martín Heidogger, G. Hainsworth, Farinelli, Th. Henermann, Peter Wust, Alexander, A. Parker, Daniel Mornet, \Vahar Starkie, Whitehead, Floris Delattre, Denis Brass, W. Pater, E. Cassirer, K. Buhler y las traducciones abundan. Así Ramón de Garciasol, con Novalis; Cardenal Iracheta, sobre Rilke; García Rubio, de Gertrude von le Fort; Vivancos, de Aldo Capasso; Zamora Vicente, en una antología de Campos de Figueiredo; Muñoz Rojas, en los poemas de Crawshaule a Santa Teresa; Panero vierte a Shelley y Marichalar a Dickens. Los nombres se enriquecen con Rimbaud, Valery, Peguy, Lanza del Vasto, etc. La sección dedicada a la poesía presentó un grupo selecto, con textos de Juan de Tassis y Peralta, Diego de Siva y Mendoza, Juan Verzosa y así corno de poetas españoles conocidos, desde Rosales y Vivanco, Gerardo Diego, Aleixandre, Manuel Machado a García Nieto, Blas de Otero, Gaos, Valverde, Bousam, Hidalgo y Rafael Morales. Independiente de estas colaboraciones o textos complementarios, Escorial, publica números extraordinarios y suplementos de arte. El número 25, de noviembre de 1942, se consagró a San Juan de la Cruz.

En Escorial, se dio siempre un trato de favor a Ortega y Gasset, preparando el ambiente, que culminó en la entrada triunfal del antiguo catedrático de Metafísica en el Ateneo de Madrid. Fue la primera publicación en comentar sus nuevas obras. Laín analizó su Historia como sistema, Alonso del Real, Del Imperio romano y J. Corts Grau, se refirió a su obra Estudios sobre el amor. El culto en Escorial a Ortega no es sólo de los “nuevos”, sino también de los antiguos colaboradores de la Revista de Occidente, que prestan sus colaboraciones a Escorial, como Julián Marías, dando a la revista un gran papel como tribuna pública del pensamiento español.

¿Era eso trasmitir ideología fascista como pretende demostrar tanto intelectual sectario e indocumentado?

Como señalan en un trabajo muy bien documentado titulado Historia de una revista. Consideraciones sobre Escorial, Monique Dupuich da Silva y José María Sánchez Diana:

«Lo que pretendían revistas como Escorial era conservar la continuidad cultural entre la España anterior a 1936 y la que siguió. No pudo olvidar y tampoco tenía porqué, el papel ideológico de los vencedores. La mecánica de las guerras civiles desde Tucídides hasta el duelo, De Gaulle-Laval, se cumplió en la revista, pero con dignidad y altura de conceptos y miras. No hubo rencor sino piedad y comprensión. La evolución inevitable de la Historia salvó este escollo, al cual Escorial, prestó un servicio, pensando más en la generación fraterna y no en la fratricida. Eficaz, activa y noble, su papel y su razón de ser, sigue siendo notable para cuando se haga la Historia de España».

Es difícil escoger, pero entre los muchos y buenos trabajos encontrados en las revistas mencionadas, reproduzco esta pequeña joya literaria de Agustín de Foxá, titulada Amanecer, que fue publicado por la revista catalana Destino en 1937.

El auto sale de Toledo. Pregunta el chófer.
¿A dónde vamos?
A Madrid.

Y se queda uno asombrado de la propia respuesta. Cruzamos los surcos rojizos y las norias con las mulas vendadas y las cunetas carbonizadas con el olor de las zarzas quemadas. Illescas con sus momias y las luces eléctricas del Greco, y Yuncos donde Yagüe luce sus flechas junto a la insignia de general. Y más adelante, la carretera, el Cerro de los Ángeles y los Carabancheles. Allí, panorámico —sorpresa— extendido, con la luz peligrosa de la guerra está Madrid. Se ven la Telefónica y la torre roja de Santa Cruz y el Capítol. Estamos a diez céntimos de tranvía de la Puerta del Sol. Los soldados tocan la guitarra entre las bombas. Se oye una explosión.

Un morterazo—y añade el sargento—: son los más traidores.
 Sí, a los obuses se les oye venir.

En el cuarto del teniente hay un resto de hogar. Una cama turca, una mesa circular de camilla para braseros y julepes familiares, no para esta zozobra de primera línea de fuego. Y estamos tan cerca de Madrid, que los oficiales cogen Unión Radio con aparatos de galena. Suena una música madrileña, castiza, una zarzuela. Y luego las frases sueltas del diálogo achulado.

iQue sí; en la verbena de San Antonio! ¡Es que no trabaja y está en el Limbo!
De aquí al cielo, Feliciano.
Vive como un rey.

Rey, limbo, San Antonio y cielo. Ni un nombre eslavo. Y el público rojo aplaude y ríe. Ha pasado el primer invierno ruso sobre la ciudad, los retratos de Lenín y Stalín en las fachadas, la Avenida de Rusia en plena Gran Vía, el caviar y la Brigada Internacional. Y cerca está España acechando. El pueblo; harto de nieve, de películas soviéticas, ríe ya en español presintiendo el asalto.

Dónde está Rosenberg, jorobado y judío, con sus "Marinos de Kronstad" y su "línea general" y los pálidos fantasmas de su acorazado "Pontenquin" que deslumbró en el Cine Club, nuestra primera juventud pedante, cuando la voz atiplada de Asúa nos adoctrinaba, y Negrín insultaba a la Guardia Civil desde San Carlos. Madrid ha debido hartarse de los films rusos, y prefiere la Verbena de la Paloma al plan quinquenal, y se atreve a hablar de San Antonio, aunque la Religión sea el opio del pueblo. Escuchando esa radio en pleno frente, confiamos en la paz después de la victoria. Una España oscurecida, soterrada, magnífica, hecha raíces de metales mezclados con los huesos de los muertos, nos aprieta y nos junta. Y a sólo falta soldarnos por arriba con la gran España metafísica, imperial y católica, para lograr un mismo destino. Es inútil negar a la Patria.

Te acuerdas, Rafael Alberti, magnífico poeta de entonces, cuando cantabas a Joselito exangüe a Silos, a la Virgen de Marzo y las "altas Torres Altas" de Medina de Pomar. ¿Qué se ha hecho de tu pluma vendida a Moscú por una subvención en rublos? Alguna vez he oído por ésta misma radio tus miserables estrofas al cemento, a los tractores y a las centrales eléctricas. Y he escuchado con tristeza tus insultos, tu aleteo imposible ante el micrófono del Quinto Regimiento.

Anochece.


También puede interesar