SOBRE LA FIGURA DE JOSÉ ANTONIO

Cartas entre Sanjurjo y Jose Antonio

Posiblemente entre José Antonio y el general Sanjurjo haya habido más relación epistolar; nos referimos ahora a la carta que el fundador de Falange dirige al militar, en respuesta a las condolencias enviadas por este por la muerte de su primo Andrés.
 

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Cartas entre Sanjurjo y Jose Antonio

Mi querido y respetado General

Faltan aún unos meses para el aniversario de lo que históricamente conocemos como Sanjurjada, porque esa aventura, que apenas duró un par de horas, fue dirigido por el general José Sanjurjo. Aquel día las luces del palacio de Buenavista  permanecieron encendidas hasta el amanecer. En su despacho, el presidente del Gobierno, Manuel Azaña, se dispuso a presenciar el asalto al edificio por un grupo de militares disconformes con la marcha de la II República española que fueron interceptados por otros leales a la misma.

El balance de víctimas no llegaron a la docena de muertos y el propio Azaña recordaría ese día con estas palabras: «El cielo está blanco. Veo la mole del Banco bañada en luz fría. Hay un gran silencio. Bajo los árboles del jardín, soldados. En la calle Alcalá aúlla un herido. Entra el fresco por el balcón, y no se oye nada».

No obstante a este lamentable suceso, no fueron los dinásticos, ni tan siquiera la derecha tradicional quienes primero levantaron la bandera de la rebeldía frente al nuevo régimen. Serían los comunistas, anarquista y nacionalistas –los socialistas lo harían dos años más tarde– quienes se apresuraron a dejar bien claro que aquella República, que ellos estimaron burguesa, no era la que habían soñado.

El diario comunista Mundo Obrero, el 15 de abril de 1931, publicaba estos titulares en una de sus páginas: «¡Muera la República y vivan los soviets!». Al mismo tiempo, los nacionalistas vascos intentaron dar lectura en Guernica a un documento en el que exigían la proclamación de la República vasca.

Por su parte, los catalanes, de la mano de Maciá, intentaron crear un Estado de molde federal. Vendría, apenas un mes después, la quema de los conventos en muchas ciudades españolas. «Triste jornada para la República recién nacida. Habían iniciado su barbarie los energúmenos que habrían de llevarnos al desastre», escribió Sánchez Albornoz.

Los aviadores Ramón Franco y Antonio Rexach se sublevan el 11 de mayo, en el aeropuerto sevillano de Tablada con la idea, decían ellos, de repartir tierras a los campesinos y proclamar el Estado Libre de Andalucía.

Pero ahora no es mi intención seguir escribiendo sobre ese tema, aunque si referirme al general José Sanjurjo. En las Obras completas de José Antonio podemos leer una carta que el fundador de Falange dirige al militar el 9 de mayo de 1936, o sea, desde la cárcel:

Mi querido y respetado General:

Mil gracias por su afectuosa carta de participación en nuestra pena por la muerte de mi primo Andrés (q.e.p.d.) y nuestras molestias, debidas al estúpido régimen de persecución en que vivimos.

Hace tiempo recibí, en efecto, otra carta suya, y como no estaba seguro de que le llegara a sus manos una contestación escita, rogué le diera las gracias de palabra a una persona que iba a verle. Ahora me arriesgo a escribirle estos renglones, con la vaga esperanza de que lleguen a sus manos.

Ya verá usted cómo está todo. Me preocupa y me contraría estar encerrado cuando hay tanto que hacer. Pero se hará de todos modos, porque no nos podemos resignar a la idea de que desaparezca España.

Con el afecto y el respeto que conoce de siempre le envía un fuerte abrazo

José Antonio Primo de Rivera.

Lo que no sabemos es el contenido de la carta que anteriormente le había enviado Sanjurjo. En ninguna de las biografías publicadas podemos encontrar el contenido de esa carta, aunque sí, después de la guerra, algunos periódicos, con casi toda seguridad, se hicieron eco de ella. El 27 de octubre de 1939 la encontré publicada en el diario Región de Oviedo. Estaba fechada el 23 de abril de 1936 desde Monte Estoril. Y decía:

Querido José Antonio: 

Hace ya bastante tiempo, cuando regresé del viaje por el centro de Europa y me enteré de que estabas en prisión, te envié una carta certificada a la cárcel, que supongo no habrás recibido. Hoy te envío ésta en propia mano, para tenerla seguridad de que la recibes y con ella mi felicitación por tu patriotismo y visibilidad, de quien tan necesitada está nuestra pobre Patria que atraviesa en estos momentos horas tan amargas. Deseo hagas llegar mis saludos a tu prima Dolores que tan bien sabe llevar el glorioso apellido que ostenta, el que cada vez con mayores fervores invocan los españoles que recuerdan la última etapa gloriosa de nuestra España, hoy tan villanamente escarnecida.

Igualmente te envío mi más sentido pésame por la muerte de tu primo Sáenz de Heredia, que no dudó sacrificar su bienestar por el triunfo de sus ideales. Te ruego trasmitas a los suyos mi más sentida condolencia.

Constantemente vienen a saludarme muchos jóvenes de tu Falange, refugiados por estas tierras y que olvidan sus penalidades y con optimismo sano y santo, siempre te recuerdan y lamentan tu prisión injusta, imitándote y obedeciéndote elegantemente. A su lado se pasan ratos muy agradables. Te digo esto para tu satisfacción y consuelo.

Te envía un cariñoso abrazo tu siempre buen amigo.

J. Sanjurjo.

Es posible que haya habido más relación epistolar entre ellos, pero hasta donde han llegado mis investigaciones, todo se ha perdido. Puede que algún familiar conserve alguna carta nunca lo sabremos porque la familia Primo de Rivera siempre ha colaborado muy poco. A mí me ha ocurrido y el que quiera más ejemplos que se lo pregunten a quien posiblemente haya sido el español que más ha escrito más sobre José Antonio. Se llama,  Enrique de Aguinaga.

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