EDITORIAL | ACTUALIDAD POLÍTICA

Temores y deseos

Nuestro deseo es que cambien muchas cosas. Que la salida de la crisis sanitaria inspire actitudes y propuestas que inspiren caminos de solidaridad, de justicia y de equidad; que el trabajo deje de ser considerado una mercancía y no un elemento más del dios Mercado...

2020-04-21-temor-deseo-1w
Temores y deseos

Temores y deseos

Aumentan día a día las voces que acusan a este agrandado, ineficaz y bicefálico Gobierno de utilizar el estado de alarma, previsto en la Constitución y necesario, para ir haciendo una política sectaria de forma sibilina. Nos sumamos a esta denuncia, pero la ampliamos a todos y cada uno de los grupos y partidos que se mueven en lo que se llamaba arco parlamentario. En efecto, quien más, quien menos, dependiendo de los altavoces mediáticos a su alcance, no ha cesado de hacer su política mientras los españoles recluidos estamos pendientes de cosas mucho más graves, como la supervivencia en unos casos y la intranquilidad en otros.

Es especialmente sangrante la evidencia de esta manipulación de la pandemia, con su inmenso rosario de fallecimientos, ingresados en los centros hospitalarios o pasando cuarentenas, por parte de los sectores separatistas; lo que podía ser un debate más entre competencias autonómicas y centrales, con un afán común de proteger y ayudar a los ciudadanos se ha convertido en una pugna descarnada con el único fin de que, al final de la crisis, España esté más troceada e insolidaria; las mesas de negociación que abrió el Ejecutivo con los golpistas de hace un par de años se han convertido en puñetazos sobre los escritorios de los despachos autonómicos para seguir envenenando a las poblaciones, ahora con un Espanya ens mata!

Una queja común de la derecha es una conspiración contra las libertades por parte de la izquierda, y no les falta razón; el control de los mensajes telemáticos, por aquello de los bulos, se está utilizando para acallar toda voz discrepante y para señalar con el dedo de la justicia a quienes osen profundizar en las críticas.

Pero, junto a ellas, esa derecha, fiel a su trayectoria, siente un temor todavía más agudo: el que se refiere a que las medidas económicas para salir del agujero vayan por caminos socializadores, distintos a los que estaban diseñados por las políticas neoliberales mundialistas. Sin embargo, poco a nada protesta por la situación de los más desfavorecidos, que suelen ser los más afectados por la pandemia. Y ahí nos permitimos discrepar. ¡Cómo nos vamos a escandalizar nosotros, que teníamos en nuestros ADN fundacionales medidas tales como nacionalizar el servicio de crédito, reformar la empresa o llevar a cabo una revolución nacional agraria!

Nuestro deseo es que cambien muchas cosas. Que la salida de la crisis sanitaria inspire actitudes y propuestas que inspiren caminos de solidaridad, de justicia y de equidad; que el trabajo deje de ser considerado una mercancía y no un elemento más del dios Mercado; que la financiación vaya directa al tejido productivo y no a los movimientos especulatorios; que se persiga la creación de empresas donde la participación del trabajador –de todo trabajador, desde el obrero manual, intelectual o informático, el técnico o el mánager– incida sobre los beneficios y la gestión; que los sectores primarios de la producción vean reconocidas sus reivindicaciones…

Y junto a estos deseosque pueden sustituir a nuestras históricas utopías– la necesidad de que el desarrollo no se limite a los aspectos puramente económicos, sino que se revalorice el papel de la cultura y de la educación; y de que prevalezca el mundo del espíritu, consubstancial al ser humano y hoy convertido en diana de los proyectos mundialistas de la conjunción neomarxista y neocapitalista.

Entre estos deseos, no olvidamos el de una España más unida y solidaria, y, por elevación, una Europa tendente igualmente a una unidad basada en su cultura, tradición y raíces comunes, sin las trabas de la estúpida burocracia comunitaria que hoy la estrangula.


 

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