EDITORIAL

Olimpiadas para España

Es del todo punto necesario el recobro de una pedagogía basada en el esfuerzo y en la voluntad; nada que valga la pena se obtiene con facilidad, y esto no solo es un principio elemental para las aulas, la política, la investigación y la emprendiduría.
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Olimpiadas para España

Olimpiadas para España


Nos ha gustado seguir la entregada participación de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos de Tokio y hemos celebrado sus triunfos, que no han sido pocos; cada medalla obtenida en cualquiera de las categorías y modalidades venía a constituirse en un triunfo colectivo de todos los españoles. Y, por supuesto, nos hemos emocionado cada vez que sonaba el himno nacional y era izada nuestra bandera, la de todos.

Las incidencias han sido variadas, desde las ocasionadas por la maldita pandemia, que sigue su curso, hasta los inevitables problemas psicológicos en algunos atletas, como las tensiones y la ansiedad; pero, a pesar de todo, el programa de las Olimpiadas ha seguido su curso.

La feliz restauración del barón de Coubertin y todo lo que lleva consigo de hermandad entre los hombres y las naciones, y de espíritu deportivo sobre cualquier otra contingencia, nos sugiere algunas reflexiones para la vida nacional española.

Así, la confirmación de que es del todo punto necesario el recobro de una pedagogía basada en el esfuerzo y en la voluntad; nada que valga la pena se obtiene con facilidad, y esto no solo es un principio elemental para las aulas, la política, la investigación y la emprendiduría, sino que es aplicable a todos y a cada uno de los ámbitos de la vida colectiva de una nación que se precie.

Demasiado se han predicado y puestas en práctica las políticas de un obligado y forzoso igualitarismo, con su inevitable secuela de la demagogia de una sociedad subvencionada, eterna cliente de los partidos en el poder. No se han promocionado incentivos de superación, al modo del deportista y del equipo que se obligan a duros entrenamientos para lograr sus metas; se han publicitado los derechos ⎼incluso aquellos que no pueden cumplirse en casa de los famélicos⎼ pero nunca las obligaciones, que constituyen la base de una ciudadanía.

Por otra parte, serían del todo punto necesarias unas olimpiadas para España, y no estrictamente deportivas, en las que cada territorio, cada comarca, cada municipio, cada asociación de ciudadanos, compitieran entre sí lealmente, mostrando su capacidad de esfuerzo, en una unidad y armonía como la que simbolizan los cinco aros olímpicos… o también las cinco saetas de nuestro símbolo, integradas en su centro para ser capaces de dispararse hacia un futuro más prometedor.

'España en pie de paz y de esfuerzo' podría ser un buen lema para esas olimpiadas nacionales. Entonces veríamos la retirada vergonzosa de los zánganos de la política y de los convidados de las asesorías, el ridículo de los de músculo nacional débil, de los que no han aportado nada para el triunfo; entonces veríamos cómo los colores de la llama olímpica de estos juegos de unidad y esfuerzo que proponemos serian representativos de todos, y no de un partido, una clase o una secta.

Y también no olvidemos que la propuesta joseantoniana de aquel estilo encerraba en su seno un sentido alegre y deportivo de la vida, que despejara las tristezas y negruras solanescas de la faz de España.


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