EDITORIAL

La hipocresía de Occidente

Una vez más, esta vez a escala internacional, el neoliberalismo y su aliada la izquierda progresista, aseguran derechos que nunca van a cumplirse en casa de los más desfavorecidos, en este caso la población afgana.

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La apresurada y dramática retirada de Kabul, colofón de la rápida victoria de los talibanes y una derrota más de Occidente
La hipocresía de Occidente

La hipocresía de Occidente


La apresurada y dramática retirada del personal de las representaciones diplomáticas de Kabul y de sus intérpretes y colaboradores ha sido el colofón de la rápida victoria de los talibanes; una derrota más de Occidente, similar a aquella que sufrió el orgullo estadounidense en Vietnam, mientras toda la intelectualidad progresista hacía escarnio de los soldados que volvían a sus casas y, de paso, de los que nunca volvieron.

También en España tuvimos nuestro Anual en 1921, seguido, eso sí, del triunfante desembarco en Alhucemas; unos treinta años después, vendría la guerra de Ifni, pero nuestro abandono de unas tareas universales fue la vergüenza ⎼no militar y sí política⎼ del Sahara español justo en los albores de la Transición, quizás como aperitivo de lo que iba a venir.

Pero volvamos a la actualidady hablemos de hipocresía. Ya no se trata solo de una maniobra de entreguismo ante una civilización adversaria de la nuestra, la que representa el mundo talibán, sino de las razones de la desbandada occidental y del abandono de una población entera ⎼empezando por sus mujeres⎼ al fanatismo más absoluto.

Hablemos claro: las importantes reservas de cobre, litio, hierro y tierras raras de que dispone Afganistán han prevalecido sobre las libertades democráticas, los derechos humanos, el feminismo, la diversidad LGTBI y todas esas cosas, máxime cuando el rival asiático (la China que pretende monopolizar la producción y el comercio mundial de esos productos) ya había entrado en escena hace unos años, obteniendo concesiones de explotación minera, antes de que Biden fuera elegido presidente de los EEUU y, por supuesto, antes de que publicitara la retirada de sus tropas y, tras ellas, las de todos los países de Occidente. No sabemos los términos de acuerdo entre China y los talibanes vencedores.

Una vez más, esta vez a escala internacional, el neoliberalismo y su aliada la izquierda progresista, aseguran derechos que nunca van a cumplirse en casa de los más desfavorecidos, en este caso la población afgana.

Occidente, nuestra cultura, pierde otra batalla, y esta derrota sirve para poner en entredicho la sinceridad de sus ideologías oficiales, meros señuelos para los incautos, y el verdadero trasfondo que guía sus pasos, los de los intereses de las grandes multinacionales tecnológicas.

No importa que la maniobra signifique garantizar la barbarie ni que acaso esté pronto presta a imponer la sharía a los propios países europeos mediante quintas columnas, ya existentes y protegidas por las legislaciones neoliberales y progresistas; no importa el sacrificio de toda una población, hasta ahora aliada. Lo importante es garantizar el triunfo de la competencia en un mercado global y asegurarse el predominio tecnológico: hipocresía se llama esa figura.


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