EDITORIAL

Españolidad, que no 'españolismo'

España se justifica por haber realizado una tarea común, por realizarla en el presente y por ser capaz de hacerlo en el futuro, es decir, ser portadora de una 'misión unitaria' entre los demás pueblos del mundo. 

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Españolidad, que no 'españolismo'

Españolidad, que no 'españolismo'


«Digo españolidad porque la palabra 'españolismo' hasta me molesta», dijo José Antonio Primo de Rivera. ¿Y qué diferencia hay?, se preguntará un buen ciudadano de a pie, que tiene en un armario su bandera rojigualda y la saca a la calle cuando es convocado por la gente de orden a una manifestación, que prodiga sus críticas a lo que estamos viviendo en la tranquilidad de su tertulia de amigos y que confía en que unas urnas le proporcionen un cambio de color en su ayuntamiento, en su comunidad autónoma o en el gobierno del Estado… Tratemos de aclararlo.

Españolidad es mirar a España de frente, con los dos ojos bien abiertos, no con uno solo (generalmente, el derecho), tal como se miran las cosas bellas; y, por lo tanto, darse cuenta de que existen, por una parte, graves carencias en lo nacional, pero, por otra, no menos graves carencias en lo social: paro, vivienda, créditos, relaciones de producción…

Españolidad es ser consciente de que España es una tarea transgeneracional ininterrumpida, y que no solo se debe mirar el pasado y recrearse en la admiración por los hechos gloriosos de la historia. Francamente, a nosotros nos importa muy poco probar si el apóstol Santiago estuvo dando mandobles en la batalla de Clavijo… Creemos en la historia, pero nos afirmamos en el hoy y trabajamos para el futuro de nuestros hijos.

Españolidad es amar a España desde la cabeza y pensarla desde el corazón, y no deleitarse con un sentimentalismo vacuo y estéril a la manera romántica. Porque España es una de esas «categorías permanentes de razón».

Españolidad es tener la conciencia de que una patria (de la matria es una sandez) no viene definida por la uniformidad en una lengua, ni en un paisaje, ni en unas costumbres, ni en idénticas procedencias étnicas; España se justifica por haber realizado una tarea común, por realizarla (a duras penas) en el presente y por ser capaz de hacerlo en el futuro, es decir, ser portadora de una misión unitaria entre los demás pueblos del mundo.

Españolidad es poder pensar y sentir a España en cualquiera de sus lenguas y dialectos: en castellano, en catalán, en gallego, en vascuence…

Españolidad es querencia a todas y a cada una de sus comunidades, regiones y comarcas que la componen, y no hacer ni consentir el menor agravio al todo o a las partes. Así, son absurdas y odiosas las generalizaciones peyorativas: los andaluces, los catalanes, los vascos, los murcianos

Españolidad es no confundir la seriedad de ser, sentirse y ejercer de español con la fugaz alegría de un triunfo deportivo o la emoción de los sones de un pasodoble.

Españolidad es patriotismo crítico y constructivo, no pesimismo que lleve al abandono o a la comodidad de una siesta nacional.

Españolidad es pretender la transformación radical de España, en sus relaciones de producción, en su economía, en su política, en la mentalidad de muchos españoles, con el fin de hacerla más unida, más laboriosa y justa.

Españolidad es compromiso y no pasotismo o folclore.

Curiosamente, españolismo rima con patrioterismo y con nacionalismo.

En cambio, españolidad tiene una perfecta consonancia con europeidad y con hispanidad.

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