EDITORIAL

Dimes y diretes de una conmemoración

Por nuestra parte, nosotros no cesaremos de afirmar que muchos de los graves problemas de la actualidad se derivan del texto constitucional, cuya redacción fue apresurada, escasamente técnica y contradictoria en su contenido: 'de aquellos polvos vinieron estos lodos'…
 

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Dimes y diretes de una conmemoración

Dimes y diretes de una conmemoración


Pasó el 6 de diciembre y, con él, la conmemoración de la vigente Constitución, llamada popularmente la Nicolasa por el santoral del día, a semejanza de aquella Pepa de 1812. También transcurrió, por supuesto sin mención oficial, el día de la Inmaculada Concepción, Patrona de España y del Arma de Infantería.

No esperábamos nada novedoso de la primera efemérides: Sánchez se sorprendió a sí mismo al parafrasear aquello de «marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional»; sus opositores aprovecharon para recordarle que precisamente su gobierno y sus aliados están vapuleando a diario la letra y el espíritu de una Carta Magna que, en teoría, venía a consolidar la concordia entre todos los españoles.

Y precisamente los socios y aliados del susodicho no perdieron comba para denostar el texto constitucional; los más moderados lo tildaron de obsoleto; evidentemente, los separatistas denunciaron que obstruía la libertad de los pueblos a decidir, es decir, en román paladino, a destrozar España.

Algunos, más prudentemente, hablaron de la necesidad de su reforma, dado que ya cuenta con cuarenta y tres años de vida y ha llovido mucho desde los primitivos alborozos de la Transición.

De momento, la Ley está ahí, en toda su (teórica) vigencia, y lo menos que se puede pedir a políticos y a ciudadanos de a pie es que la acaten, independientemente de las razones que cada uno pueda aportar para mejorarla/cambiarla/mantenerla. Por nuestra parte, nosotros no cesaremos de afirmar que muchos de los graves problemas de la actualidad se derivan del texto constitucional, cuya redacción fue apresurada, escasamente técnica y contradictoria en su contenido: de aquellos polvos vinieron estos lodos

Pensemos, por ejemplo, en la introducción del espurio término de nacionalidades junto a la afirmación rotunda de la indisoluble unidad española; pensemos en las incoherencias del título VIII, que han dado pie a un Estado vacío de sustancia, de significado y de capacidades, abandonado a los pies de los caballos…

Pensemos en la falsía de esa igualdad ante la ley de todos los españoles «en cualquier parte del Estado»; en la contradicción entre democracia y partidocracia, que es lo que tenemos en realidad; en la independencia del poder judicial, que pertenece, en la práctica, al país de los sueños; en el mantenimiento de esa disposición transitoria cuarta, que es el caballo de Troya para que Navarra pierda su razón de ser… Pensemos en lo que no se ha cumplido (vivienda…) y en otras afirmaciones idílicas en el mismo sentido.

Y, en el momento presente, fijémonos en lo acertado del aserto español: Tú has las leyes, que yo haré los reglamentos… Así, la confusión interesada entre laico y laicismo (que partía de la eliminación de cualquier mención a Dios en el texto), en el derecho de los padres a la educación en valores de sus hijos («los hijos no pertenecen a los padres», dijo la señora ministra), en las leyes de memoria histórica, democrática y todo eso, que anulan, de hecho, la libertad de expresión y de investigación…

Quedan aspectos discutibles (también, por ejemplo, la forma de gobernar el Estado), pero se nos antojan, en este momento, de carácter secundario ante lo que parece avecinarse por mor de la insidia de la coalición gobernante (diz que de izquierdas) y de la estupidez de la leal oposición, muy preocupada por sus rivalidades internas.

¡Ah! Se nos olvidaba… También el día 6 de diciembre se conmemoraba la fundación de aquel Frente de Juventudes, que pretendía, en las intenciones de su mentor Enrique Sotomayor Gippini, que toda la juventud española acometiera una tarea de transformación radical de España. También quedó en buenos propósitos, pero algo se hizo…


 

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